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El fracaso de Izquierda Española

11/06/2024 - 

CARTAGENA. En otro Tibio daré mi opinión sobre el pulso entre Feijóo y Sánchez en las elecciones europeas. De momento, me conformo con anticipar que la clave de ese pulso pasa por Cataluña. Ahora, como últimamente les he dedicado varios artículos, creo oportuno comentar qué podemos aprender del drástico fracaso de Izquierda Española (IE). Porque con un 0,16% de cosecha, lo que equivale a unos 28.000 votos, sería absurdo calificar de otro modo su resultado. 

¿A qué se debe, pues, este fracaso? Indudablemente su extrema penuria económica los ha lastrado. Sin apenas recursos materiales, ese partido se ha visto forzado a realizar una campaña de alcance muy reducido. Sencillamente, le han negado la financiación. Ningún mecenas, personal o institucional, ha querido ayudarlo. Y a eso se ha unido el intencionado silenciamiento al que lo han sometido casi todos los medios de comunicación, en especial los afines al Gobierno español. No les interesaba a nuestros gobernantes que la opción de IE se difundiese y apenas se han publicado noticias al respecto. Pero ninguno de esos dos factores, ni la penuria, ni el silenciamiento, nos ilustran sobre el significado político del fracaso de IE. 

Desde luego, no podemos atribuirlo a la calidad de los componentes de su lista electoral. La encabezaba Guillermo del Valle, un abogado laboralista de verbo fluido. Y la cerraba Juan Francisco Martín Seco, el añoso economista que fue secretario de Estado con Felipe González. En esa lista figuraban personas como Soraya Rodríguez (antes portavoz socialista en el Congreso), Laura R. Montecino (profesora de Lengua Española), Paula Fraga (abogada feminista), Gorka Maneiro (antes portavoz de UpyD) y Francesc de Carreras (catedrático de Derecho Constitucional). Gente preparada y en absoluto implicada en asuntos de corrupción. En suma, gente idealista. Y puedo decirlo sin tapujos porque yo no formé parte de la candidatura. No creo que el fracaso se haya debido a la falta de valía de los candidatos. 

Hay causas estructurales mucho más relevantes. La principal de ellas es que IE representaba una opción socialista que defendía la igualdad de los españoles de todas las regiones. Y la defendían con tal radicalidad que proponían eliminar el privilegio fiscal vasco y cerrar la puerta al anunciado privilegio fiscal catalán. Es más, se oponían a la amnistía concedida por el presidente Sánchez, no solo por la profunda inmoralidad de canjearla a cambio de los votos de los separatistas, sino también porque supone una agresión directa a la igualdad de los españoles ante la ley. Como dijo Guillermo en el modesto acto de cierre de campaña que celebraron al aire libre en Madrid Río, "a mis defendidos del turno de oficio no les beneficiará la amnistía". En efecto, la amnistía ha sido diseñada como un traje a medida de Puigdemont y otras personalidades políticas destacadas, en clara discriminación de la inmensa mayoría de los imputados y penados españoles, delincuentes o inocentes, pero desconocidos. Estamos ante una amnistía para VIPs, justo lo contrario de los ideales socialistas. Por eso Cándido Méndez, que dirigió durante tanto tiempo la UGT, ha pedido a Sánchez que convoque elecciones e incluya la amnistía en su programa electoral. 

"Todos los partidos de izquierda DEFIENDEN la amnistía y se OPONEN a la idea de que España sea una nación sin privilegios territoriales"

En ese sentido, IE ha sido el único partido de izquierdas que defendía la idea de que España constituye una nación de ciudadanos iguales y se oponía a los privilegios territoriales, jurídicos y penales. Todos los demás partidos de izquierda, desde el PSOE a Sumar, pasando por Podemos, y desde Reunirse a Izquierda Republicana de Cataluña, pasando por el Bloque Nacional Gallego, han defendido la amnistía y se han opuesto a la idea de que España sea una nación sin privilegios territoriales. Unos defienden una confederación de nacioncitas, como Zapatero con su tesis de la nación de naciones, y otros directamente la segregación de varias nacioncitas, empezando por Cataluña y Vasconia. 

El fracaso de IE indica, pues, que los socialistas y los comunistas españoles, con apenas 28.000 excepciones, no creen en la nación española y tampoco creen en la igualdad fiscal, ni penal de los españoles de las diferentes regiones. Nuestros izquierdistas se apuntan muy mayoritariamente al plurinacionalismo, cuando no al separatismo. Uno de mis amigos de izquierdas me ha explicado que eso no es así, sino que muchos de los que votan a esos partidos no quieren las diferencias entre regiones o, al menos, no quieren la segregación. Le he respondido que eso es irrelevante porque lo único que cuenta en la práctica son las posiciones de las cúpulas de los partidos. Da lo mismo que muchos de los votantes del BNG no quieran la secesión de Galicia; lo que importa es que apoyan con sus votos a unos dirigentes que defenderán la secesión en el Congreso y en el Parlamento Europeo.

Foto: IZQUIERDA ESPAÑOLA  

Hasta ahora no existía ningún partido que ofreciese a los socialistas y comunistas españoles el ideal de una España única e igualitaria. El fracaso de IE indica que sus posibles votantes rechazan casi unánimemente esa opción. Hay que hacerse a la idea de que, desaparecido Ciudadanos, la defensa de la nación española ha quedado en manos del PP y de Vox. No solo una extravagancia en el contexto europeo, sino una auténtica desgracia para la nación. Por algún oscuro motivo histórico, a los izquierdistas españoles "no les pone la soberanía" (Rubalcaba dixit) y abrazan la plurinacionalidad y la España de varios niveles. Que sea con fruición o con resignación, por interés o por convicción, es irrelevante. La consecuencia es las pensiones de los vascos duplican en cuantía a las de los demás españoles y que no es posible estudiar en español en los colegios públicos catalanes. Y eso con la connivencia, cuando no el apoyo, de nuestros socialistas. Triste, pero así son las cosas.

Dicen los de IE que seguirán adelante con su proyecto. En ese caso, les daré un par de consejos. Sigan apostando por la idea de unificar las pruebas de acceso a la Universidad, pues es un escándalo que, siendo España un distrito único, se establezcan desigualdades importantes entre las diferentes regiones en lo referente al acceso a los títulos universitarios más demandados. Sigan adelante también con la idea de armonizar los sistemas sanitarios regionales, pues es otro escándalo que los historiales médicos resulten inaccesibles al cambiar transitoriamente los viajeros de región. Y sigan adelante con la igualdad fiscal de los españoles. 

No obstante, deben corregir un exceso. No está a la altura de su calidad intelectual afirmar que los gobiernos de derechas destrozarán los derechos sociales de las gentes. Eso sencillamente no es así. Es verdad que las prioridades de los liberales difieren de las de los socialistas, pero es una exageración contraproducente afirmar que el PP gobierna con una motosierra entre las manos. Esa demagogia alejará de IE a muchos socialdemócratas. Finalmente, en el acto de cierre arremetieron contra la enseñanza concertada, un estribillo que siempre cantan las izquierdas, pero nunca la materializan. El problema no es que la enseñanza concertada fuese legalizada por un Gobierno socialista, sino que, cada vez en mayor medida, los centros concertados son creados por cooperativas de profesores, en muchos casos de mentalidad progresista. La propia Irene Montero, dirigente de Podemos, estudió en centros concertados cooperativistas. En ese sentido, los cerebros de IE deberían profundizar en la sociología de los centros concertados, pues el cooperativismo suele considerarse un movimiento más socialdemócrata que liberal. En cualquier caso, un tema a discutir.

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