VALÈNCIA. El pasado 21 de junio la entonces vicepresidenta primera del Consell, Mónica Oltra, se presentaba ante los medios de comunicación para anunciar su dimisión tras ser imputada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) por la gestión de su departamento en el caso de abuso sexual por parte de su exmarido a una menor tutelada. Horas después, desde la coalición valencianista se acordaba que la sustituta sería la portavoz adjunta en Les Corts, Aitana Mas, una parlamentaria joven pero con trayectoria política y cierta experiencia en el Gobierno valenciano.
Es indudable que el adiós de Oltra de la primera línea supone el fin de una etapa. Resulta imposible explicar la última década de la política valenciana sin detenerse en el papel de la máxima referente de Compromís y es comprensible que exista incluso cierta desorientación en la coalición ante la desaparición del faro que guiaba a la siempre compleja alianza entre Més, Iniciativa y VerdsEquo.
Bien es cierto que, especialmente en los últimos tiempos, puede existir discusión sobre si ese faro guiaba al barco de Compromís a tierra firme o a las rocas, pero lo que resulta indiscutible es que Oltra era una figura política respetada e incluso a veces temida por compañeros, socios y oposición. De hecho, ese aura ha pervivido hasta en los momentos más complicados de la crisis que provocó su dimisión, por lo que la coalición ha pasado a un escenario de cierto desamparo cuando ya no está esa figura protectora, referencial o impositora -según momento o a quién se pregunte- que solía tener la última palabra tanto en estrategias de gestión como de política electoral.
En esta situación ha llegado Aitana Mas a la Vicepresidencia Primera, Portavocía del Gobierno valenciano y Conselleria de Políticas Inclusivas. Con el objetivo de adaptarse lo más rápido posible y consciente de las dificultades de pretender llenar el hueco dejado por Oltra. De hecho, la de Crevillent no deseaba el puesto, si bien la presión del partido y, cabe suponer, la sensación de que estos trenes solo pasan una vez, le obligaron a dar el 'sí quiero'.
Las sensaciones, opiniones y lecturas dentro de Compromís sobre el actual escenario son tan amplias como la heterogeneidad que le caracteriza. Pero las diversas fuentes consultadas apuntan a un dilema evidente de Mas una vez completado su aterrizaje: continuar con la estela de Oltra o crear un perfil propio.
Miembros de la coalición destacan las diferencias entre una y otra. Oltra era apoyada a nivel interno por su hiperliderazgo y por ser el gran tirón electoral. Su grado de conocimiento será seguramente insuperable por cualquiera a partir de ahora. Pero Mas, pese a no contar con todos estos puntos, ha llegado a la vicepresidencia después de ser elegida por la Ejecutiva de Compromís. Es decir, por todas las patas que la conforman. Si bien es cierto que se estudió la opción del diputado nacional Joan Baldoví (de Més, el antiguo Bloc), finalmente se optó por la parlamentaria, que como mínimo es respetada por la formación en su conjunto.
Otra desemejanza son las formas. Las maneras aguerridas de Oltra le han servido en muchas ocasiones para marcar terreno frente al PSPV, aunque en su propia coalición hay quien cuestionaba determinados derrapes públicos al considerar que no les favorecía. Tras una etapa en la que la comunicación entre Puig y Oltra se había resentido, con Mas en la vicepresidencia el clima con los socialistas mejorará al menos en la interlocución, aunque Compromís seguirá acentuando las diferencias con sus socios de cara a las elecciones. La incomodidad entre ambos dirigentes, desde luego, será menor.
Algo que se pudo observar el pasado jueves durante su debut en Les Corts. Las últimas comparecencias de Oltra, antaño repletas de efectismo y dardos a la oposición, estuvieron marcadas por el caso de los abusos y no despertaban excesiva simpatía entre filas socialistas. Con Mas se recuperó cierto entusiasmo en la bancada del Botànic. A lo que se unió que PP, Vox y Ciudadanos –pese a las críticas– le agradecieran sus formas en comparación con las de su antecesora.
La intervención en Les Corts, sin embargo, dejó ver los equilibrios en los que se mueve la actual vicepresidenta. De un lado, marcar ese perfil propio. Su discurso pareció en ocasiones de jefa del Consell mencionando no únicamente materias de su departamento –Igualdad y Servicios Sociales– sino del Ejecutivo en su conjunto. Reivindicó un nuevo sistema de financiación, el restablecimiento del Derecho Civil Valenciano –luego vendría el enredo en el Congreso– , la mejora del servicio de cercanías o los avances en transparencia. También pidió seguir trabajando de cara a unos presupuestos que promuevan las energías renovables, la sostenibilidad, la igualdad y la generación de empleo.
De otro lado, mencionó en diversas ocasiones a Oltra, reivindicó su legado y elogió su labor al frente de la Conselleria porque no va a "cambiar las políticas que funcionan". Afirmó que su predecesora había sufrido una "injusticia" y anunció que no destituiría a nadie de los cargos de su equipo imputados pese a que el relevo de la directora general de Infancia Rosa Molero era una posibilidad.
Estas afirmaciones, unidas a otras como la de una entrevista en el diario Levante-EMV en la que aseguraba que dimitiría si el juez le archiva la investigación a su antecesora, deberían ser moduladas en opinión de algunos miembros de Compromís. Todo pese a la complicación de su postura, dado que ha llegado a un lugar destacado a nivel interno de la mano de Oltra. Fue la ahora exvicepresidenta quien la aupó, junto al secretario autonómico Alberto Ibáñez, como coportavoz de Iniciativa en el último congreso. Y fue ella quien la propuso igualmente como su sustituta.
La portavocía del Consell podría ser una buena oportunidad para aumentar ese grado de conocimiento del que actualmente carece Mas. Un puesto que, sin embargo, también conlleva una exigencia al alcance de pocos (Oltra aguantó siete años). Buena muestra de ello fue lo ocurrido el pasado viernes, cuando sufrió el primer tropiezo. En la rueda de prensa posterior al pleno del Ejecutivo autonómico no llegó a exponer las medidas tomadas por su departamento ante un nuevo caso de presuntos abusos a una joven de 17 años por parte de un educador social en un centro de menores de Valencia. Se limitó a subrayar que lo único que le preocupaba era que la menor estuviera protegida, pero no explicitó cuáles han sido las actuaciones de su departamento tras conocer los hechos debido a que –dijo– todavía desconocía el detalle de los protocolos que se siguen en estos casos.
El futuro de Mas está en el aire y seguramente dependerá mucho de cómo se desarrollen los acontecimientos. En el seno de la coalición se da por hecho que el candidato a las próximas elecciones autonómicas será Joan Baldoví, aunque admiten que en otras circunstancias la vicepresidenta habría podido encabezar esa lista. Sobre todo si hubieran contado con más tiempo para "lanzarla". De hecho, fuentes de Compromís creen que su perfil reivindicativo pero amable –además de ser mujer– les puede beneficiar electoralmente.
A ello se añade que resbalones del diputado como el error que ha impedido que la recuperación del derecho civil valenciano avance en el Congreso no ayudan precisamente. O que nadie se atreva a vaticinar cuánto podría durar en un hipotético futuro Consell.
Por el momento, la idea es que Mas encabece la candidatura en Alicante, territorio en el que la coalición tiene mayor debilidad. El deseo real en parte de Compromís, que sobresalga y se independice de Oltra.