MADRID. El índice Basic Resources Europe, que incluye a los principales operadores mineros cotizados, se situaba en diciembre pasado a los niveles más bajos registrados en los últimos veinte años en comparación con el MSCI World (Fuente: Bloomberg). Se trata de una tendencia sorprendente, teniendo en cuenta que algunos metales son esenciales en el proceso de electrificación. Este proceso es crucial para la transición energética, un nuevo motor estructural de la demanda a largo plazo de determinados metales.
El cobre se encuentra sin duda entre estos metales. Actualmente, el cobre cotiza a unos 8.400 dólares por tonelada, lo que supone un descenso de aproximadamente el 11% con respecto a hace 12 meses (Fuente: Bloomberg). Asimismo ha descontado los efectos de la falta de recuperación estructural de la economía china -especialmente en el sector inmobiliario local-, que representa hasta el 50% de su demanda mundial (Fuente: Bloomberg).
Por otra parte, en 2023 se produjo un importante equilibrio entre la oferta y la demanda de cobre, lo que se tradujo en una compresión de los precios. El año 2024 se ha inaugurado con un cambio significativo en este escenario. Hasta hace unas semanas, a pesar del crecimiento previsto de la demanda, se estimaba que el año en curso sería el último caracterizado por un exceso de oferta. Este 2024 se perfila como el primer año de déficit de oferta de cobre. De hecho, se han materializado crecientes desafíos en el frente de la producción.
Todos los grandes productores han revisado a la baja sus previsiones para 2024. Panamá First Quantum gestionaba la quinta mayor mina de cobre del mundo: tras largas negociaciones que llevaron a la renovación de la concesión, el gobierno la canceló, un caso único y sin precedentes en la historia moderna. Anglo American ha reducido su producción en un 20% en todos los metales, desde el cobre al paladio, debido al aumento de los costes de extracción y a las complejidades asociadas a los procesos de producción y su sostenibilidad. Escondida anunció una decisión similar en Chile (-10%).
En este delicado contexto, el déficit en 2024 podría aumentar rápidamente si el mercado chino contribuyera más a la demanda, o si se materializara una recuperación del ciclo económico. El crecimiento de la demanda de materias primas clave, como el cobre, está fuertemente correlacionado con el aumento del PIB mundial a largo plazo. Suponiendo un crecimiento del 2%, Wood Mac estima que la demanda de cobre podría crecer más de un 4% anual durante la próxima década.
Mirando más allá de 2024, en Plenisfer pensamos que es probable que la oferta de cobre siga siendo limitada debido principalmente a las complejidades y los riesgos que conlleva la puesta en marcha de nuevos proyectos mineros y a la baja rentabilidad esperada de la inversión necesaria para ponerlos en marcha. Entre los factores de riesgo, cabe citar la incertidumbre -política, reglamentaria y fiscal- que caracteriza a los países donde suelen ubicarse los yacimientos de extracción (desde la República del Congo hasta Perú). Además, estos países sufren a menudo la falta de infraestructuras adecuadas (agua, energía, transporte) y crecientes limitaciones, especialmente en el frente ESG.
Los criterios ESG se han convertido en una prioridad absoluta en el sector: la industria minera tiene un historial de problemas medioambientales ('E'), relaciones difíciles con las comunidades locales ('S') y asuntos de gobierno corporativo ('G'). El sector se ha centrado durante años en mejorar los resultados en materia de ESG, trabajando para reducir el impacto medioambiental de las operaciones de extracción y procesamiento, e invirtiendo en las comunidades locales de los distritos mineros. Hoy en día, la industria minera se percibe como parte de la solución ESG, ya que proporciona los minerales necesarios para la transición energética.
En cuanto a la sostenibilidad financiera de los proyectos, hay que subrayar que la puesta en marcha de un nuevo yacimiento de extracción no genera beneficios en efectivo durante años y reduce la capacidad de devolver capital a los accionistas. El aumento de los costes y de los plazos para desarrollar nuevas minas ha elevado el precio objetivo del cobre necesario para generar un rendimiento por encima de la tasa típica del 15%: el precio objetivo se sitúa actualmente entre 12.000 y 13.000 dólares por tonelada, un valor muy superior a los precios actuales del mercado. Con el precio actual del cobre, es probable que las empresas prefieran utilizar los flujos de caja para rentabilizar el capital en lugar de invertir en nuevas minas.
Sólo un aumento de los precios puede convencer a las empresas de iniciar nuevos proyectos, necesarios para satisfacer la creciente demanda de cobre. Sin embargo, el precio tendrá que subir sustancialmente para incentivar la oferta o desincentivar la demanda, garantizando el equilibrio del mercado. El precio es, por tanto, el mecanismo capaz de corregir el actual desequilibrio estructural del mercado. En Plenisfer, esperamos que experimente altibajos cíclicos, pero que tienda al alza a largo plazo hasta alcanzar el precio objetivo de 12.000 a 13.000 dólares por tonelada. Por tanto, seguimos siendo optimistas sobre las perspectivas de esta materia prima estratégica.
Marco Mencini es gestor de carteras senior de Plenisfer Investments, parte del ecosistema de Generali Investments