VALÈNCIA. El primer trimestre de 2022 no está siendo como el Consell del Botànic esperaba. La hoja de ruta del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, apuntaba a un ejercicio centrado en la recuperación postcovid mediante los fondos europeos que, junto a algún éxito como el logrado con la llegada de la gigafactoría Volkswagen, reforzarían su liderazgo especialmente tras la salida de la crisis sanitaria.
No obstante, la invasión rusa a Ucrania ha derivado en un socavón económico -energético y de materias primas- casi inmediato que tiene en vilo a toda Europa y al resto del mundo. El Gobierno valenciano, con el propio Puig a la cabeza, trata de combinar las soluciones activas para los sectores productivos de la Comunitat Valenciana y, al mismo tiempo, mostrar el lado más solidario del Botànic en la acogida de refugiados.
Ahora bien, la nueva alarma en el Palau ha saltado tras el último golpe judicial a la vicepresidenta de la Generalitat y máxima referente de Compromís, Mónica Oltra, que ha sumido en una honda preocupación a Puig y a su entorno. La coalición valencianista es, con sus 17 escaños, el principal socio de los socialistas en el Ejecutivo, cuya tercera pata la conforma Unides Podem, que logró 8 diputados en las elecciones de 2019. ¿Cómo puede afectar electoralmente a Compromís la posible imputación de Oltra por la gestión de su conselleria en los abusos de su exmarido a una menor tutelada? ¿Cómo va a resistir Podem el siguiente examen en las urnas tras la salida de Pablo Iglesias y sin disponer de un líder autonómico con notoriedad?