La presidenta de la institución europea, Christine Lagarde, dice que no están actuando para acercar posturas con la Reserva Federal estadounidense (FED), pero lo cierto es que se parecen mucho como explica el analista
MADRID. No lo digo yo, lo dicen las conclusiones extraídas de las previsiones económicas conocidas el pasado jueves y de las respuestas de Christine Lagarde a las cuestiones planteadas por la prensa. Lo que está escrito en tinta indisoluble sobre lienzo: la inflación seguirá siendo alta y se espera además que siga subiendo durante los próximos meses. Principalmente motivado por los precios de la energía que aunque se verán aliviados por menores problemas en las cadenas de suministro, las dudas sobre la oferta seguirán persistiendo en el sentimiento inversor.
Los datos objetivos planteados por el Banco Central Europeo (BCE) son que el IPC armonizado de la Eurozona se sitúe al cierre de 2022 en el 6,8%, una fuerte subida respecto al escenario anterior del 5,1%, y para 2023 en el 3,5% desde el 2,1%. Si al escenario de subidas de tipos de interés le sumamos el fin del programa de recompra de activos para el 1 de julio, aunque la propia Christine Lagarde apunta a que no están actuando para acercar posturas con la Reserva Federal estadounidense (FED), lo cierto es que se parece mucho.
Sobre los tipos de interés, se mantiene en 'stand by' en junio para decidir finalmente por una primera subida de tipos (tasa de financiación) de 25 puntos básicos para la siguiente reunión de julio. Mientras de cara septiembre, todo dependerá de las perspectivas de inflación y de si estas se enfrían con respecto a las proyectadas este jueves. De hecho, algunos apuntan a que si las perspectivas actuales son peores a las de la reunión anterior, no se descartaría que para septiembre viéramos una nueva subida pero no de 25 puntos básicos sino de 50 puntos.
Las previsiones económicas tampoco parece que vayan a mejorar, dado que el BCE considera que la actividad económica seguirá deprimida por el impacto de los altos precios de la energía, a pesar de que la política fiscal que "proporciona un colchón de seguridad contra el impacto de la guerra en Ucrania". Por otro lado, el de los consumidores, nos encontramos con que empiezan a surgir presiones salariales. ¿Cómo no van a surgir si para que haya un equilibrio en las medidas agresivas de los bancos centrales para combatir la inflación han de subir los salarios para que se mantengan los niveles de consumo? En fin…
Ese 'colchón' que comenta Lagarde es el talón de Aquiles de las economías con una estructura fiscal intervencionista. Muy especialmente en Europa ante la falta de una armonización fiscal: y principalmente en el sur del continente donde la actividad económica es limitada por tener menor carácter industrial y estar enfocada en... ¡sorpresa! el consumo, los servicios y el turismo. ¿Nos suena el concepto 'destrucción de la demanda'? Cuidado, que ya lo hemos avisado.
Darío García es analista de XTB