MURCIA (EP). El 65% de las personas con celiaquía considera que la enfermedad ha afectado de alguna forma a su salud mental, además de limitar su vida social en un 80% de los casos, según una encuesta realizada por la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE).
En el marco del proyecto 'Análisis de la vulnerabilidad social y sanitaria de las personas con enfermedad celiaca en España', tanto FACE como las asociaciones federadas, han realizado esta encuesta durante el 2023 a más de 2.500 a pacientes.
El objetivo ha sido investigar la manera en la que afecta la enfermedad en la integración social de las personas que la padecen y también si han sufrido algún tipo de discriminación.
En este último aspecto, la encuesta revela que padecer enfermedad celiaca no solo afectada de forma notable a la vida social, sino que tiene consecuencias negativas.
De esta manera, la encuesta también manifiesta que más de la mitad de las personas asegura haber recibido algún comentario negativo o despectivo a causa de su enfermedad.
Por otro lado, el precio de los alimentos sin gluten es una de las mayores preocupaciones a las que se enfrenta este colectivo. El sobrecoste de la cesta de la compra sin gluten deriva en que haya pacientes que no puedan seguir correctamente la dieta por motivos económicos.
En esta línea, más del 60% de las personas encuestadas se gasta más de 100 euros al mes en productos específicos; y más de la mitad ha dejado de consumir pan o pasta sin gluten por su elevado precio.
De igual manera, el sector de la restauración es otro de los aspectos que más inquieta a las personas celiacas. En concreto, destacan la falta de opciones cuando salen a comer fuera de casa y la posibilidad de ingerir gluten de forma involuntaria.
Asimismo, el 70% considera las opciones sin gluten de su entorno escasas y más caras. Además, casi el 60% cree haber ingerido gluten de forma accidental fuera de casa.
El diagnóstico de la enfermedad también es motivo de preocupación. Se estima que un 75% de las personas celíacas en España está sin diagnosticar, pudiendo derivar en una peor calidad de vida en los pacientes y un elevado coste de la Seguridad Social en tratamientos que podrían haberse evitado.
Así, el 18% afirma haber tardado más de cinco años en ser diagnosticado, mientras que el 20% tiene alguna secuela como consecuencia de su enfermedad.