ELCHE. El viernes, la Comunidad de Riegos de Levante de la Margen Izquierda celebró en un acto su centenario aniversario. Un acto al que acudieron el presidente de la Comunitat, Ximo Puig, el de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, así como la consellera de Medio Ambiente, Mireia Mollà, o el alcalde de Elche, Carlos González. Un acto en el que sendas administraciones supralocales abogaron por la necesidad de mayores esfuerzos que surtan de agua al sur de la comunidad, y en el que los regantes también pidieron "altura de miras" para encontrar una solución. La misma jornada, no obstante, el portavoz del PP de Elche y senador Pablo Ruz calificó el ascenso de la ya vicepresidenta de Transición Ecológica Teresa Ribera "un bofetón a los regantes del sur".
En ese sentido, tras la no autorización del Trasvase-Tajo Segura para el riego, Ruz señaló que el trasvase "no se puede tocar y es innegociable", poniendo en valor el memorándum aprobado en 2012 para poder repartir agua en cuanto se superen los hectómetros cúbicos en los embalses del interior. Una situación que ya se da. Por eso apunta que tras la negativa al trasvase, el ascenso de Ribera "es una amenaza a nuestra tierra y una afrenta a los alicantinos por parte del señor Sánchez".
El senador agregó que supone un "bofetón en la cara", no solo de los alicantinos, "también de los murcianos y almerienses" al caracterizar a esta intervención como "ineludible". Aprovechó para criticar a los dirigentes del PSPV, tanto Puig como González por su "escasa influencia" en las políticas del partido a nivel nacional. No obstante, incidió en que indistintamente de que se apueste por otra gestión hídrica o por desaladoras, el trasvase es indispensable. "El PSOE claudicará con la boca pequeña ante las exigencias del Gobierno de España", sentenció.
Más comedidas fueron las declaraciones de los dirigentes de su partido y de los socialistas durante el acto del mediodía en la sede de Riegos de Levante, al tratarse de un acto institucional, en el que el presidente de la misma, Javier Berenguer, en el que pidió a las administraciones “altura de miras” y un esfuerzo de todos para luchar contra el déficit de recursos hídricos. Mientras tanto, ellos trabajan en su desaladora en Crevillente para intentar ser autosuficientes y no depender del trasvase.
Por su parte, en una situación relativamente incómoda por pertenecer al partido que ha negado recientemente el trasvase y presidir una de las comunidades que más sufre el déficit de agua, Puig incidió en "un gran acuerdo nacional que garantice el agua", pidiendo garantías de funcionamiento en el trasvase, "así como mejorar el aprovechamiento de aguas depuradas y de la desalinización". En ese sentido, aseveró que no permitirán actuaciones administrativas o políticas que supongan una “lesión” para los intereses de los agricultores y que el gobierno valenciano exigirá agua a precios “razonables, con diálogo pero con firmeza”. Eso sí, apuntó que la “confrontación no es el camino”.
En cuanto a Mazón, se mostró más diplomático que su compañero de filas de Elche, comprometiendo el apoyo "absoluto" de la institución que preside y apelando a la unidad de esfuerzos para “proteger nuestras denominaciones de origen para que se reconozca su prestigio y calidad en el mercado nacional e internacional”. Indicó que la Diputación es un “firme y leal para seguir exigiendo al Gobierno el agua que nos corresponde y necesitamos, así como la justa financiación que merecemos”.