Desde que recibió el acta de concejal no paró en su empeño de lo que iba a ser una de sus señas de identidad. Quería para la ciudad de Alicante dos pulmones verdes pensando en la calidad de vida de sus habitantes. Ya sabe todo eso que se dice que los árboles enfrían las ciudades, provocan lluvia y con ellos se reduce la contaminación. Uno de esos pulmones verde estaría en la falda del Benacantil bajo las murallas del castillo Santa Bárbara. El otro, a las puertas del castillo San Fernando. Y para contarle todo esto deje que le desvele quien es el invitado de esta crónica: Antonio Rico Cabot.
Pocas ciudades tiene dos castillos, Alicante es una de ellas. En el de San Fernando había un problema de origen para hacer junto a él un bosque de pinos. Fue el principio de todo, resolver ese escollo. Había que comprar esos terrenos para el disfrute del ciudadano ya que eran de propiedad privada. Como el Ayuntamiento no tenía dinero Rico propuso que los 33 concejales pusieran 1.000 pesetas cada uno, 10.000 pesetas el alcalde y lo que faltaba conseguirlo de donde fuera. Los concejales adquirían para la ciudad cuatro quintas partes. Así se propuso el 14 de febrero de 1912 la compra del castillo San Fernando y su entorno a sus propietarios: Rafael Beltrán, Rodolfo Izquierdo y José Álamo por el precio de cuarenta mil pesetas. La quinta parte restante se compró por el Ayuntamiento a Antonio Rico Cabot, Federico Soto Mollá y Federico Clemente Ayala por un importe de 10.000 pesetas. La compra estaba motivada por la plantación y mantenimiento de un bosque de pinos. Se puso la primera piedra el 5 de abril de 1930 aprovechando para homenajear al Doctor Rico que ya había fallecido unos tres años antes. Casi un mes después se inauguró una estatua en su honor realizada por el escultor Daniel Bañuls y se instaló bajo algunos de esos pinos por los que tanto luchó para el disfrute de los alicantinos.
Y ahí está esa masa arbórea que recuerda el empeño del Dr Rico. Antes de seguir, permita que le diga los orígenes de este personaje. Nació en Alicante el 12 de julio de 1866. De niño le nació la vocación de curar a los enfermos, muy acorde con su carácter bondadoso. Pero antes tuvo que estudiar en la escuela primaria, ayudar a su padre en su barbería y, después de superar con nota sus estudios de bachillerato, se fue a Madrid a estudiar medicina. Sabía lo que quería y lo buscó hasta conseguirlo.
Su esmero y buenas notas hacen que consiga el Premio Extraordinario de Licenciatura de Medicina, dejando un buen recuerdo en la capital española con la admiración de personajes como Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón o Gumersindo de Azcárate. Pensando en sacarse la cátedra, le vienen unas dolencias y le diagnostican bronconeumonía y hemoptisis, por lo que decide volver a su ciudad natal. Consigue plaza en el Hospital General. Por su carácter, visitaba a enfermos sin cobrar sus honorarios ni el coste de los medicamentos, por lo que se hizo muy popular. En Alicante se casó con Josefa Romero.
Se decía de él que "tenía una elevada estatura, con una cabeza hermosa, grande, con pelo rubio y rizoso, permanentemente peinado, semblante con irradiaciones de iluminado, de apóstol de ojos azules y grandes, que expresaban la bondad de su alma, voz armoniosa, varonil, ademanes sobrios, severos, en suma, reunía las condiciones de los grandes tribunos". Esta descripción la recogió Fernando Gil Sánchez en su libro titulado Alicante, siempre al mencionar a este personaje.
No se dedicó sólo a la medicina y a los pulmones verdes para la ciudad. Cuando se decide fundar el Orfeón de Alicante ahí estaba el Dr Rico para dedicarle su tiempo y tomar la iniciativa. A su vez, presidió la Sociedad de Riegos El Progreso en Elche, …
Los más antiguos del lugar, contemporáneos del Dr Rico, manifestaban que "era todo dinamismo, que no paraba, que vivía para todo y para todos". Buena descripción de un servidor público que antepuso el interés general al suyo propio. Murió con las botas puestas. Iba andando camino de visitar a un enfermo en la calle Bazán y cayó al suelo. No pudieron reanimarle. Cuando lo llevaron a la Casa de Socorro, ingresó cadáver. Se marchó sin despedirse, de forma fulminante.
El Diario de Alicante publicó su propio homenaje manifestando que "en la vida contemporánea de Alicante fue D. Antonio Rico de los 4 o 6 - ¿no contaremos de más? - hombres verdaderamente representativos y de significación propia y prestigiosa. Y así, a pesar de sus ideas, o precisamente por ellas, Rico muere con el general aprecio y con el respeto de todos, de los suyos y de los que frente a él le admiraron por la lealtad y el respeto al adversario y el tesón con que supo, sacrificando el bienestar y las tentaciones, seguir su ruta a través de la política". Y añadió manifestaciones que definían un poco más su perfil al destacar su condición de ser un "hijo de humilde familia" que no se olvidó de los humildes a los que dedicó su vida. A su vez, destacó que "fue un caso de voluntad, de perseverancia, de constancia", requisitos imprescindibles para alcanzar grandes logros.
Quizá por sus opiniones anticlericales y su ideología republicana, después de la Guerra Civil española su escultura fue retirada del Parque Tossal. Siendo José Luís Lassaletta alcalde de Alicante se repuso en el Parque poniéndole su nombre, que conserva en la actualidad. Posteriormente, un gamberro lo decapitó. Y con Miguel Valor como concejal de Cultura y Sonia Castedo como alcaldesa esta escultura se restauró. Y ahí está el Parque, principalmente de pinos, para recordar su empeño en tener este pulmón verde para la capital alicantina.
Pascual Rosser Limiñana