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vals para hormigas / OPINIÓN

El retrovisor

28/12/2016 - 

Puede que 2016 haya sido un año espantoso. Puede también que no hayamos ayudado en nada a que mejorara. Si echamos la vista atrás, veremos que este año no hemos hecho otra cosa que echar la vista atrás. Estados Unidos quiere volver a los tiempos en los que un negro no podía soñar con alcanzar la Casa Blanca. Rusia recuerda con nostalgia los años soviéticos, la Guerra Fría y las incursiones en países árabes. El Reino Unido ha querido aislar de nuevo el continente. El Estado Islámico trata de imponer una lectura del Corán que ya no se estilaba ni en tiempos de Mahoma. En España hemos preferido los tiempos en que Rajoy se mostraba incapaz de gobernar y la izquierda estaba demasiado fragmentada como para alcanzar el poder. Y en la Comunidad Valenciana, salvo en el ámbito de la corrupción, que parece algo más controlada, lo cierto es que social y económicamente no hemos dado un solo paso para adelante. Ni uno. De Alicante, ni hablamos.

No ha sido un buen año. Por primera vez ha habido una corriente generalizada en la que los políticos han apostado al rojo o al negro con consultas ciudadanas y en todas ha salido el cero. La banca gana. Cada vez que hemos podido expresarnos con la voz clara, nos han entrado la carraspera y las ganas de volver a ver Los Goonies. O Stranger Things, lo mismo da. Y así no hay manera de que nos atrevamos a salir de la cama en los días de frío, arropados en el recuerdo. No arriesgamos, no nos hacen gracia los chistes, no contamos hasta tres antes de saltar al río helado, no probamos salsas nuevas, ni siquiera somos capaces de distinguir entre la realidad y las redes sociales.

Ha muerto nuestra infancia y no hemos querido crecer. Ha muerto nuestra adolescencia y no hemos querido madurar. Se nos ha dormido la pierna de tanto esperar y no hemos querido andar para restituir la corriente sanguínea, sino que hemos elegido permanecer en el sofá para ver si se nos pasa. Queremos ver las mismas películas, queremos volver a leer las mismas noticias, queremos emular a Sísifo y levantar el mismo pedrusco cada día. Estamos acomplejados, adormilados, perezosos. Y así no hay manera de que el calendario nos regale un buen día, por mucho que por fin Bob Dylan haya ganado el Nobel, se haya firmado a la segunda la paz en Colombia o haya salido a la luz ese videojuego que llevábamos nueve años esperando.

Dejemos que Trump fracase, dejemos que Putin pierda, dejemos que el Brexit se estampe, dejemos el Estado Islámico invente la rueda, dejemos que Rajoy aprenda a moverse, dejemos que la izquierda aprenda a estarse quieta, dejemos que Ximo Puig tenga una idea. De Gabriel Echávarri, ni hablamos. Dejemos de pedir la enésima revisión de la primera saga de Star Wars. Rompamos el retrovisor y miremos hacia otro lado. Quizá así incluso 2017 entienda que hasta los tiburones mueren si dejan de nadar.

Puede que 2016 haya sido un año horrible. Pero yo lo recordaré como el último en que todavía no se había estrenado la secuela de Blade Runner. Algo es algo.

@Faroimpostor

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