ELCHE. La ciudad tendrá un nuevo complejo hotelero, aunque aún no se saben los plazos, pero desde 2012 se lleva trabajando en los trámites para que la Villa Maria-Ana, uno de los interesantes inmuebles que se pueden encontrar en la Nacional 340, en la partida de Jubalcoy, pueda acoger actividades hoteleras. Tras aprobar los últimos trámites, el equipo de gobierno ha enviado a la Generalitat los informes pertinentes para que esta proceda a ver la idoneidad de otorgar al edificio la Declaración de Interés Comunitario (DIC), necesaria para funcionar como hotel.
Así pues, el Ayuntamiento ha enviado la solicitud de esta actividad para esta finca de finales del siglo XIX, que está al lado de la N-340. El inmueble no sólo será rehabilitado, sino que se construirán edificios anexos para encuentros empresariales, eventos como bodas o comuniones y tendrá un spa. Son todas actividades que quedarán relegadas a esos anexos, dado que las habitaciones hoteleras, que serán 17, serán las que estén en el propio edificio. La superficie de edificabilidad inicial del proyecto era de 5.000 m2 —la finca tiene una extensión de 40.000 m2— pero según los informes técnicos, para compatibilizarlo con la clave urbanística del terreno, se ha dejado en a 2.850 m2.
Respecto a esos informes técnicos, que abordan asuntos de promoción económica, urbanismo, arquitectura o patrimonio, son favorables y son los que se entregarán a Valencia. No obstante, están condicionados a que la propia mercantil debe obtener la autorización de las administraciones implicadas, Carreteras, administración ferroviaria y la propia AENA por el entorno, y además debe renunciar a los usos no compatibles de los edificios anexos, que no podrán tener uso de restauración. Sí puede albergar restauración, en cambio, el edificio histórico. Por otra parte se aprueba un canon urbanístico que la mercantil pagará al ayuntamiento de algo más de 79200 euros anuales. Además, se propone a la Conselleria que el plazo de DIC.
En lo que respecta a la finca, de su uso como casa rural típica del campo ilicitano, pasó tener un uso más dedicado al ocio a principios del siglo XX, cuando la burguesía de la ciudad se va a vivir al campo. De hecho allí vivieron los Ferrández-Cruz, de dicha clase social. Aún hoy hay elementos que recuerdan la vida y el mobiliario de la familia. En los espacios ajardinados hay estanques, fuentes arabescas y además una gran bodega rústica. La casa fue reformada por en los años 40 del pasado siglo, a cargo del arquitecto Santiago Pérez Aracil —artífice de la arquitectura escolar de la década de los sesenta y uno de los responsables del Plan General de Ordenación Urbana de 1962—. La finca fue adquirida por la familia Ros (Mustang) en 2016 con el objetivo de rehabilitarla para crear este exclusivo hotel.