ALICANTE. La réplica del galeón Santísima Trinidad podría tener una segunda vida junto a la línea de costa de Benidorm. La sociedad inversora que se perfila como su nueva propietaria, en el proceso de venta puesto en marcha por la Autoridad Portuaria de Alicante, planea situarlo en las estribaciones de Punta Llisera, en el distrito de Rincón de Loix para convertirlo en un espacio museístico visitable que pueda tener un uso hostelero, bien como restaurante o bien como pub-discoteca.
De hecho, representantes de dicha sociedad, Santísima Trinidad Excursiones SL, señalaron a Alicante Plaza que habían informado sobre su propuesta a representantes del Ayuntamiento de Benidorm y que, en principio, había tenido buena aceptación, siempre que se obtuviesen todos los permisos requeridos. La empresa, constituida el pasado diciembre expresamente para optar a la compra del barco, está administrada por un inversor de nacionalidad china, Haidong Zhou, junto a otros socios, con experiencia en la gestión de locales de ocio en Benidorm.
Como informó este diario, su oferta fue la de mayor importe de las tres que optaron en el proceso de venta directa, por un precio de 25.000 euros, después de que quedase desierta la subasta previa por falta de licitadores interesados, en una convocatoria que partía con un tipo de más de 152.000 euros. La Autoridad Portuaria asumió el barco después de que fuese abandonado por su propiedad y activó ese sistema de venta pública para tratar de liberar el espacio que ocupa, después de retirarlo del dique de Levante, en el que había permanecido amarrado desde hace ocho años. Su venta todavía no está cerrada, ya que depende del aval de un informe jurídico que resulta preceptivo solicitado a la Abogacía del Estado.
Santísima Trinidad Excursiones planea trasladarlo provisionalmente a Dénia para repararlo en dique seco
En el momento en el que el acuerdo llegue a ser firme, Santísima Trinidad Excursiones SL tendría dos meses de plazo para trasladar la réplica de la embarcación que, como sostienen los informes elaborados por Capitanía Marítima, no tiene la capacidad de navegar. De hecho, se le considera técnicamente como un artefacto flotante que, además, presentaría deficiencias de necesaria reparación.
El objetivo de la empresa compradora sería restaurar su estructura para lo que, según sus responsables, se requeriría de una inversión mínima de 800.000 euros. Por lo pronto, según las mismas fuentes, el primer paso sería trasladarlo hasta Dénia para poder acometer esa reparación en dique seco.