EN LA FRONTERA / OPINIÓN

El Mercado de Elche: la rechifla

27/06/2021 - 

ELCHE. El penúltimo alcalde socialista de Elche, Alejandro Soler, prediseñó al final de su mandato un proyecto de remodelación integral del Mercado Central con gestión privada y que contemplaba varias áreas de aparcamiento subterráneo, y un supermercado en una de las plantas. La cosa no llegó a cuajar entre otras cosas porque no disponía de mayoría absoluta en el Consistorio: dependía de la concejala de Compromís Angels Candela que se oponía al plan con uñas y dientes. Plan o planazo, como se prefiera. Por entonces el PP balbuceó algunas cosas, ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Tras las elecciones de 2011 ganó el PP, Mercedes Alonso, con mayoría absoluta y retomó idéntico proyecto que había barajado el PSOE. La única diferencia es que don Alejandro tanteó a alguna que otra empresa y doña Mercedes fue más directa al grano: Aparcisa. Pero la idea sustancial era idéntica. Quien viró de postura fue el actual alcalde, el socialista Carlos González que, elecciones de 2015, también en las de 2019, carraspeaba cada vez que se le preguntaba por el asunto, por su antecesor quiero decir.

A don Soler, que hábilmente se colocó en el nuevo PSOE, el de Pedro Sánchez, el moderno, le iban las cosas a lo grande, como la ensoñación de instalar una noria gigante, estilo Londres, para que Elche pudiera ser un reclamo turístico en el mundo mundial. Carlos González, que es más del PSOE clásico, no le van esas cosas, o alberga una excesiva dependencia de Compromís que en el anterior mandato tenía cuatro ediles, encabezados por Mireia Mollà, y ahora tiene dos, medio teledirigidos por la también consellera de Agricultura.

Digo excesiva dependencia, que es de lo que se le acusa en distintos círculos, no solo en el PP, o digo realismo: no le queda otra que tragar. Tragar con Compromís y con algunas plataformas de opinión que monopolizan en Elche este tipo de debates, a la manera de una nueva Inquisición; algunos de ellos viven en sus confortables pisos o casas de campo, no pisan la calle, o lo hacen rara vez, y se suelen oponer a casi todo en aras a esa nueva religión, dogma, que es el desarrollo sostenible; o lo que ellos entienden por desarrollo sostenible (y conservación del patrimonio). En los parques de palmeras (parques, no confundir con el palmeral histórico, por favor) no se pueden poner ni juegos para niños; ni un meódromo para perros (el Hotel Huerto del Cura, fundado por los hermanos Orts, con Pepe Orts a la cabeza, sí que está en el corazón del palmeral histórico, sirva como ejemplo). En las zonas peatonalizadas del centro, un éxito de González, demonizan contra las terrazas, no vaya a ser que la zona se convierta en la calle Castaños de Alicante con sobredosis de tardeo....Y así todo. No tienen punto medio. O blanco o negro.

Cuando Alejandro Soler esbozó el mega-proyecto del Mercado Central escribí un artículo en El Mundo tildándolo poco menos que de megalómano. Y abogué por una restauración del actual edificio (ahora al borde del estado de ruina) poniendo en valor la autoría del mismo, Pérez Aracil, y un diseño funcional muy de la época, principios de los sesenta; aunque su hija, estimada Sol Pérez, me echó un jarro de agua fría: "No era una de las cosas de las que más orgulloso se sentía mi padre". Sí que había un problema urgente por resolver: un aparcamiento subterráneo para la carga y descarga (cosa que Alicante tiene pendiente en su Mercado Central y ese aroma/peste de zoco anárquico de la calle capitán Segarra y adyacentes).

Carlos González ha rescindido el contrato con Aparcisa, decisión que la empresa acaba de recurrir, como era previsible. No voy a entrar en el galimatías jurídico que ello implica; ni me creo del todo que la rescisión le vaya a salir gratis al Ayuntamiento, es decir a todos los ilicitanos. Sí que tengo la obligación de lamentar, profundamente, la ruina económica y social que ha supuesto para el comercio local y los restaurantes de la zona todos estos años de insufrible impasse. ¿Quién les va a resarcir a ellos? Nadie. Para ellos no existe el lucro cesante. Los centros de las ciudades suelen ser un espacio político/antropológico de primer orden: un lugar de encuentro para la ciudadanía, para las grandes y pequeñas celebraciones, para la convivencia, para la mezcla y para el mestizaje social. Se ve que Elche es la excepción, salvo el 14 y 15 de Agosto con la Nit de la Roá de por medio.

Ahora queda otro compás de espera, pueden ser años, hasta que se resuelva el embrollo jurídico mientras que el edificio del Mercado Central se empiece a caer a pedazos, literalmente. Compromís tiene la solución: derribar el edificio y hacer un concurso de ideas dirigido a crear un espacio totalmente diáfano en la Plaza de las Flores o, como mucho, un reducido edificio de baja intensidad para usos socio/culturales. Y que los placeros se queden donde están, en las instalaciones provisionales: invadiendo la Rambla, en plena avenida de la Comunidad Valenciana, algo contra lo que bramaron, y de qué modo, tanto ellos, los de Compromís. como las plataformas anti/casitodo. Casi se ponen en huelga de hombre. No sé a ciencia cierta lo que piensa Carlos González al respecto. Si que sé que si prospera la idea de consolidar el mercado provisional (arrebatándole la gestión a Aparcisa, que ya veremos cómo), los abajofirmantes, los de Compromís, y tal vez el PSOE, le tendrán que hacer un monumento a Mercedes Alonso. Caramba, caramba, carambita: qué vueltas da la vida. Mercedes transmutada en Santa María de las Mercedes. La rechifla.

Noticias relacionadas