ALICANTE. Unas fiestas de Fogueres más, tengo la ocasión de dirigirme al lector-a de Alicante Plaza, como maestro mayor del gremio de artistas de hogueras de Alicante. Y realizar una crónica, una reivindicación o una manifestación sobre la profesión del artista de hogueras nunca es tarea fácil por la cantidad de temas a tratar y su complejidad, dentro, siempre, del marco de la realidad dual como trabajo destinado a la fiesta.
Las Hogueras están sufriendo un cambio importante, tanto social como de dirección. Necesitamos manifestar en la calle nuestras obras de arte efímeras para atraer, año a año, al esperado público que visita las fiestas oficiales de la ciudad. Un público que se entrega al arte, clima, mascletaes y actos diversos, así como a la noche en macroracòs.
Todo ello con la generosidad y gracia del foguerer, del alicantino y de los artistas.
Es un gran sacrificio el que se realiza. La realidad del foguerer es la de incrementar la fiesta y, por supuesto, disfrutar también, siempre pensando en el ejercicio que tiene por delante, una vez se haya quemado todo en la noche de San Juan. La del artista, en cambio, se basa en el hecho de exponer su trabajo al día y la noche, con un público cada vez más exigente, porque hemos sido nosotros mismos los más exigentes en nuestro trabajo y en nuestra ejecución final, a cada cual más perfecta, más detallada o más pretenciosa.
Es momento este de ver hacia dónde vamos y dónde queremos llegar, en pro de conseguir que el arte efímero evolucione positivamente para darle al espectador el mejor espectáculo posible, porque sí, somos protagonistas de una de las mayores expresiones artísticas urbanas del mundo. Brotan de las calles, durante cinco días, esculturas de grandes dimensiones y colores imposibles que realzan a más no poder el skyline de nuestra terreta.
Nos enfrentamos a esta realidad año a año: nos forzamos para realizar un trabajo artístico con la responsabilidad de exponerlo a un público de récord, que viene atraído por todo aquello que nuestras Hogueras saben ofrecer, siendo un motor dinámico y económico marcado en el calendario previo al verano. Una fiesta en la que grandes cantidades de dinero alicantino se evacúan voluntariamente fuera de nuestra provincia, empequeñeciendo más aún el mundo del artista foguerer alicantino, que ve con ojos resignados el campo de batalla valenciano en el que se ha convertido nuestro arte efímero popular.
Por otro lado, nuestros talleres lideran, hoy por hoy, las glorias de aquellas fallas que, por el motivo que sea, contratan su monumento a la terreta alicantina invirtiendo de ese modo en nuestro modelo de trabajo, para dar actividad a nuestra provincia, algo que nos hace reinvertir en proveedores locales para así generar riqueza en nuestra tierra.
Y esto, aunque solo sea por lanzar un pensamiento en voz alta sobre una realidad innegable, que flaco favor nos hace estar más pendientes de la vecina provincia que de la nuestra.
Feliz fiesta de Fogueres 2024.
* Joaquín Rubio es maestro mayor del Gremio de Artistas de Hogueras.