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VALS PARA HORMIGAS / OPINIÓN

El mar

17/11/2016 - 
El mar es nuestra primera canción de cuna. También es el trankimazin de nuestros inviernos. Y el horizonte donde dejamos descansar nuestra mirada o hasta el que la hacemos volar. Tres atributos que se reúnen en las jornadas sobre cómic que ayer comenzaron en Cigarreras y que acaban mañana. Paco Linares, urdidor de la trama, como ya les ha ido contando Eduard Aguilar, ha aprendido a leer las olas desde las viñetas de Corto Maltés. Y ha confeccionado un espacio de reflexión con todo el sentido del mundo y con el mar, la hoguera de quienes nos reunimos sin necesidad de calentarnos, de fondo. Nana, recurso y perspectiva. Tres cualidades que también supo ver Paco Camarasa, alma de Edicions de Ponent a quien están dedicadas las jornadas, eterno Conejo Blanco con prisa y asuntos pendientes que se nos perdió demasiado pronto por el tronco que da acceso al País de las Maravillas. Paco y Paco dan impulso a una propuesta ineludible que no debería sufrir ese desdén tan alicantino de acordarnos del mar solamente cuando nos falta.

El mar también es puerta y ventana. Lo tiene claro Marta Hierro, quien junto a Pablo Azorín ha dirigido el documental Espías en la arena, que se proyectará mañana en el Museo de Arte Contemporáneo (MACA), una semana después de su estreno en la Filmoteca de Madrid. Se trata de la historia de una brigada de exiliados españoles organizada por los servicios secretos americanos con la ayuda del Partido Comunista de España, en 1941. Sí, los dos juntos. La idea, según cuenta Marta, era crear una red de espionaje que, desde la península, enviara todo tipo de información a los Aliados para evitar la llegada de las tropas nazis a África desde España o desde el Marruecos español. El mar es una pasarela hacia los secretos de la otra orilla. Pero también puede ser una amenaza en la tormenta, una tumba de piratas o un varadero de ballenas. Lamentablemente, continúa la cineasta, los protagonistas de su historia tuvieron un trágico final. Otra propuesta ineludible de la que tampoco deberíamos acordarnos solo cuando nos falte.

El mar es un viajero. Toca la playa y se vuelve. Es la aventura de Ulises y también un crucero por el Caribe. Este año, cuatro premios nacionales han salido de Alicante. Una circunstancia que ha servido para que saquemos pecho, y seguramente está bien que sea así. Pero los galardonados lo son porque han sabido embarcarse hacia otros rumbos y no quedarse mirando el oleaje desde la playa. El mar es una patria global, es un lenguaje que se habla igual en el Postiguet y en las islas Feroe. Es como la cultura, se debe visitar con frecuencia. Lo surcan nuestros creadores y los que vienen de fuera, sin necesidad de pasaporte. Está bien que nos enorgullezca compartir barrio o pueblo con los triunfadores, pero sería mejor contribuir a que tanto ellos como los de otras orillas dispongan de un tejido cultural resistente en esta ciudad. Hay al menos siete mares. No vayamos a olvidarlos cuando nos falten.

(PD: Gracias, Eduard. Es un alivio saber que hay alguien que te cubre cuando te alejas del mar).

@Faroimpostor

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