ALICANTE. El hotel Goya de Alicante, uno de los establecimientos no turísticos más conocidos de la capital alicantina, no ha podido con la crisis sanitaria y acaba de declararse en concurso de acreedores. En realidad, quien lo ha hecho es la sociedad que explota el establecimiento, Playas Hoteles SA, según el edicto del juzgado de lo Mercantil número 2 de Alicante publicado este martes en el Boletín Oficial del Estado.
El hotel, de dos estrellas, se encuentra situado frente a la Escuela Oficial de Idiomas y las escaleras del instituto Jorge Juan que unen la avenida General Marvá con el inicio del Tossal. Con 84 habitaciones, restaurante y zona de reuniones, el perfil habitual de este establecimiento no es tanto el turista internacional como el visitante urbano o que llega a Alicante por trabajo o estudios. No obstante, la falta de movilidad en el último año también por estos motivos ha afectado duramente a su negocio.
La caída del negocio dejó al establecimiento en una situación complicada ya durante 2020, y de hecho fuentes del sector indican que el hotel Goya de Alicante está en venta desde finales del pasado año, aunque todavía no se ha concretado el interés de ningún inversor. No obstante, el concurso de acreedores podría facilitar la operación de venta del activo y la unidad productiva que conforma el establecimiento hotelero.
Justo antes de la pandemia, el hotel cerró el ejercicio con una facturación cercana a los 800.000 euros y un beneficio testimonial. En 2020, como se ha dicho, apenas ha tenido actividad, dado el cierre forzoso en primavera y la ausencia de público para su tipología de hotel durante el resto del año.
Según el edicto, el juez ha declarado el concurso abreviado voluntario, es decir, que lo ha solicitado la propia mercantil y que, al tratarse de una empresa con baja facturación y una deuda no excesiva, se opta por un procedimiento que acorta los plazos a la mitad y reduce los costes para el concursado. De hecho, el concurso abreviado es la tipología que suele aplicarse a aquellos concursos en los que existe una expectativa fundada de que la unidad productiva sea adquirida por un inversor para continuar con la actividad, que podría ser este caso.