Una mañana de 2002, funcionarios del Ministerio de Fomento recibieron la documentación del extinto Patronato de Obras Sociales Francisco Franco (1952-1989) desordenada, en legajos, introducido todo a bulto en cajas de cartón, trece años después de su disolución. Aquellos legajos correspondían a la promoción de construcción de viviendas españolas realizadas desde finales de los cincuenta hasta los ochenta. Entre ellas, promociones alicantinas como las de “San Gabriel Arcángel”, Mil Viviendas (barrio Virgen del Carmen), Cuatrocientas Viviendas, San Evaristo-La Paz, Colonia Requena, Juan XXIII o Virgen del Remedio, casi todas ellas de la Zona Norte.
Y es que Alicante se había convertido en una de las capitales donde más se concentraba la vivienda pública subvencionada. La ciudad ya recibía la quinta parte de la vivienda de este tipo con respecto a Madrid, aunque el padrón de esta era de una población doce veces superior a la nuestra.
Nos encontramos en una década de un urbanismo periférico anárquico, de barrios inconexos, construidos algunos con evidentes signos de ilegalidad urbanística, desprovistos de servicios, de una calidad tremendamente deficiente... El primero de esos barrios fue el popularmente llamado Mil Viviendas, hoy Virgen del Carmen. Aprobado por el Patronato Francisco Franco y realizado por las Jefaturas Provinciales del Movimiento, fue inaugurado en 1959. Pero vasta es la literatura escrita desde entonces sobre el abandono de estos barrios y ninguna su solución. No insistiré en este artículo en ello, pues.
En realidad, mi intención era aportar un simple hecho, un detalle que a muchos puede que les parecerá baladí, pero es síntoma del abandono mencionado: precisamente en los barrios de Virgen del Carmen y Cuatrocientas viviendas podemos encontrar aún vestigios de aquel patronato franquista. Cuando el Patronato inauguró el barrio, las calles fueron denominadas según grandes hazañas fratricidas del dictador. La mayor parte de ellas, se destinaron a batallas: Batalla de Teruel, de Alfambra, de Málaga, de Tajuña, de Estrecho, de Oviedo... Pero también de Sierra de Pándols y Sierra de Cavalls. También muchos recordarán la vieja escuela mixta «General Moscardó», sita en la denominada “Ejércitos Españoles”.
Seguramente, ustedes pensarán que todas aquellas calles dedicadas a la dictadura desaparecieron, cómo pensar otra cosa. Es posible que ustedes estén pensando que todo fue corregido ya en democracia, pero no. No es del todo así. Ustedes no se lo creerán, pero aún quedan calles franquistas en el barrio.
Se eliminaron casi todas, sí, pero no todas. Y también se mantuvo la calle Ejércitos Españoles, a pesar de que estaba dedicada a las divisiones franquistas, no a las republicanas. Por esa razón la escuela contaba con el nombre del general susodicho, el “general Moscardón”, como era llamado por aquellos primeros residentes escolares.
La batalla de la Sierra de Pándols fue, como las de Alfambra, Teruel, Belchite o Caspe, cuyas denominaciones fueron borradas en democracia, una de las batallas determinantes en la victoria franquista de la Batalla del Ebro. En ella participaron las Brigadas Internacionales y la 11ª División del Ejército de la República. La dictadura conmemoró en el barrio la victoria de Franco en aquella sierra en 1938 con esta calle. Pero si las citadas se eliminaron por representantes democráticos, en el caso de esta, solo se cambió una parte de la calle -que pasó a ser Senador Roque Calpena-, y quedó un tramo seccionado tras la construcción de la comisaria, tramo que sigue ostentando la denominación franquista.
El mismo caso es el de la calle Batalla de la Serra de Cavalls, lugar donde se inició la contraofensiva final del ejército franquista de la batalla del Ebro. Esta calle fue también seccionada tras la construcción del Centro Socio-comunitario. Se ejecutó una denominación de parte de su trazado en calle Senador Pérez Ferrer, pero se mantiene como calle franquista a partir del citado centro. Así, han quedado estas macabras serifas desubicadas en nomenclátor democrático.
En mi opinión, la Conselleria de Memòria Històrica debería observar este error y solicitar la eliminación de estas calles al Ayuntamiento tal como marca la ley por otras que, además, den reconocimiento a representantes públicos municipales que trabajaron arduamente por los derechos sociales en esos barrios y por una vivienda digna en la Zona Norte y el resto de barrios más allá de diputados o senadores.
Permítanme que desde estas líneas proponga el nombre de Pilar Castillo para una de esas calles, la concejala socialista que abrió la puerta de los derechos sociales en la primera corporación democrática y trabajó para que estos barrios de periferia fueran el lugar más digno y bello de Alicante.