Será por la primavera, una alteración sanguínea o alguna cuita pendiente, la verdad es que el ramalazo del ex senador Ángel Franco en el devenir de la agrupación socialista de Alicante, con el relevo de la portavoz Eva Montesinos, le ha dejado retratado, si no lo estaba ya, que también. Lo ha dejado retratado ante los suyos porque su golpe de efecto esta vez no ha sido contra los de siempre, el sector más izquierdista del partido, que le ha reprochado sus formas clientelares, repartiendo cargos para ganar asambleas y asegurarse el control, o la falta de participación de las bases.
Esta vez, el órdago ha sido contra el secretario general del PSPV, Ximo Puig, su aliado natural en los últimos 20 años de socialismo valenciano. Y lo ha hecho sin dejar pasar el duelo de la pérdida de la Alcaldía de Alicante, la dolorosa imagen de de Eva Montesinos derrotada por un despecho femenino. El PSPV se volcó con la salida de Gabriel Echávarri, auxilió al partido en la búsqueda de un pacto de izquierdas para salvar la Alcaldía de Montesinos -respetando la decisión del anterior alcalde para que fuera ella la candidata- y ha recibido un puntapié de Franco al día siguiente.
Quizás han sido siempre las formas del ex senador, aunque esta vez el paisaje era diferente. Por primera vez en 23 años, el PSPV está en el poder. Franco siempre hizo estas fechorías en la cruda oposición y valiéndose de secretarios generales débiles, o respaldados a cambio de que no metieran las zarpas en la agrupación de Alicante. Franco, que siempre fue establishment, se ha rebelado contra el Senado del partido.
Esta vez, el sopapo se lo ha llevado Ximo Puig. Y Puig venía de velar el cuerpo presente de Montesinos, con todo tipo de alabanzas y cariño tras el shock del belmontazo. Pero Franco ya venía rumiando la operación desde el jueves, el día de autos, por la tarde. Entonces, quienes le conocen, dicen que ya tenía en mente enterrar todo lo que oliera a Echávarri. Y claro, Montesinos es, era Echávarri. Pero algo debió pasar el domingo entre Puig y Franco, que el president se fue a los Moros y Cristianos de Alcoy con el morro torcido: había visto algo en Alicante que no le gustaba. Y la sorpresa vino el lunes: Montesinos por los aires.
¿Qué hay detrás de la decisión pues Montesinos era la portavoz desde el primer día y no había circunstancia o decisión que obligara al cambio? ¿A caso la fallida investidura? Algunos atribuyen la decisión al propósito de Puig de situar a José Chulvi al frente de la secretaria provincial del PSPV, en lugar de Rubén Alfaro, el hombre de Franco para ese objetivo. La cuestión es que el congreso provincial acabó con Franco -y a Alfaro- desquiciado.
La otra de las cuestiones que se plantea es que Franco necesitaba garantizar el puesto de sus fieles como asesores en el grupo municipal. Y la única manera de hacerlo era lanzar un pulso a la totalidad al PSPV con el objetivo de que dejara margen de negociación: Franco autorizaba restituir a Montesinos, pero, a cambio, coloca a sus cuatro asesores. Win-win, ganan las dos partes, un clásico de las formas de Franco. Y en esas están, a la espera de buscar un acuerdo satisfactorio que puede concretarse en la jornada de hoy, pero que deja tocado, más si cabe, la reputación del principal partido del Botànic.
Pero a diferencia de otros zarandeos pasados, esta vez, a Franco le han cogido la matrícula. La maniobra no ha gustado, nada, porque se consideraba al ex senador un hombre fiel al poder de Blanquerías, un aliado natural que ha cuestionado el liderazgo de Puig a cambio de salvaguardar el menguante poder que cada vez tiene los socialistas en Alicante.
¿Era el momento de una gestora en el PSOE de Alicante? Pues quizás era la oportunidad porque, y en esos coinciden muchos, esta vez, el general -como se le llama en la agrupación- Franco se ha pasado de frenada. Ha zarandeado a los suyos, y de que manera. Una gestora, que posiblemente no interese en estos momentos a Puig, aniquila el poder de Franco y deja manos libres al líder de los socialistas valencianos para hacer una lista que rompa con el pasado histriónico del PSOE de Alicante. Precipitación es la palabra clave ahora. Puig, con el aval de los sanchistas, debe decidir si de verdad vale la pena precipitar todo ahora, o esperar a ver que da de sí la opción Montesinos, la opción que hasta el domingo era la buena, la de la ética y la honorabilidad, la de sacrificar a un alcalde a cambio de nada porque Ciudadanos y los tránsfugas le han dejado tirado. Precipitación es la que ha traicionado a Franco porque de haber dejado discurrir el tiempo, quizás hubiera enterrado a Montesinos con dignidad -y razón- y, a su vez, hubiera elegido -o al menos hubiera sido consultado- para preparar al nuevo mirlo blanco que recupere la dignidad. Lo de ganar lo dejamos para Santa Faz. Después de ésto, todo hacer indicar que ni lo uno ni lo otro. Los carteles que siempre distribuía Franco, como dijo Echávarri en su despedida, los tendrá que pegar otro. Los primos de Gandía ya no están. Miguel Millana, el flamante secretario general de Alicante, ha demostrado ser un mueble.