MEMORIAS DE ANTICUARIO

Cuando el galerista se dedica a la investigación

11/09/2022 - 

VALÈNCIA. Si tuviéramos que hacer una descripción del panorama comercial del arte moderno en València diríamos que, hoy en día, la parte del sector profesional, concretamente el integrado por los establecimientos abiertos al público para la exposición y venta de arte, es decir, las Galerías, se centran, de manera casi exclusiva en el arte contemporáneo. Ya sea mostrando y ofreciendo la obra de artistas consagrados que todavía se encuentran desarrollando su carrera artística, o bien fijando su atención en jóvenes emergentes cuyo trabajo reivindica la galería con el fin de darlos a conocer y poner los cimientos para iniciar una carrera ascendente y de éxito. Unas veces sucede y otras no. De ninguna manera, con lo que diré luego, pretendo afirmar que esto debería dejar de ser así; de hecho, pocas son, desafortunadamente, las galerías que lo hacen si lo comparamos con otros momentos, pero los tiempos son los que son y nuestra ciudad da para lo que da.

Sin embargo, debo reconocer que echo en falta en nuestra ciudad, además de galerías que “nos cuenten” el arte de nuestros días, la presencia de aquellas cuya labor fija su mirada en reivindicar a través de la investigación esa parte del arte moderno que podemos denominar ya, de alguna manera, histórico protagonizado por artistas cuya obra conviene ser invocada a riesgo de que lentamente se deje caer por el túnel del olvido. Hablo de ese vasto territorio artístico que se desarrolla durante todo el siglo XX, durante y tras las vanguardias europeas con nombres propios de artistas que se ven irremediablemente influidos por estas, y cuyo trabajo transcurre por caminos alejados en menor o mayor medida a aquello que se vino a denominar un tanto peyorativamente “sorollismo”. Hablamos de artistas que se mueven dentro o entorno al Grupo Parpalló con nombres como Manolo Gil, del que hablaremos más adelante, Vicente Castellano,  Salvador Soria, Pastor Pla, Nassio Bayarri, Monjalés, Amadeo Gabino, Esteve Edo y un largo etéctera, artistas que sufren la represión o el exilio como Alfredo Claros, Valentín Urios o José Manaut, tras la contienda civil. Movimientos artísticos surgidos en clave política previos a la Transición española, durante esta y tras la misma como Rafael Armengol, Artur Heras, José Morea, Jorge Mercé, Andrés Cillero, José Quero, etc cada uno en su mundo particular. Recuero en su día a la galería Punto en su sede de la Avenida del Oeste, o la Galería Muro en la calle Correjería que, entre otras, venían a realizar, cada una con su personalidad, esa labor. Quizás las cosas son como son porque en el contexto y la coyuntura actual, sea una aventura difícil de abordar. Todo esto me ha venido a la mente, a raíz de la exposición que este jueves se ha inaugurado en la prestigiosa galería madrileña de José de la Mano dedicada a un único año, el último, en la corta vida de un artista valenciano relevante, aunque ciertamente menos reivindicado de lo que merecería: Manolo Gil.

Manolo Gil reaparece… pero en Madrid

Manolo Gil (1925-1957), es uno de los artistas valencianos más relevantes del siglo XX, sin embargo, su obra sufre en la actualidad un injusto menosprecio en la ciudad que le vio nacer y morir. Puedo decirlo con conocimiento de causa, pues tanto yo como otros compañeros hemos tenido obra original y gráfica que en términos generales nos visto enfrentados a un entorno desconocedor de su trabajo. Su historia no es una excepción. No obstante, no hay que dejar de mencionar que en 1995 el Instituto Valenciano de Arte Moderno le dedicó una muestra y en 2011 otra en Centro Cultural de la Nau junto a Jacinta Gil. Su obra ha sido incluida también en exposiciones como la dedicada por la Fundación Chirivella Soriano a la Geometría valenciana en el año 2020. Manolo Gil desgraciadamente fallece demasiado pronto y una obra que se mueve en la vanguardia figurativa, vira en verano de 1956, al establecer contacto con, nada menos que Jorge de Oteiza quedando seducido por la abstracción geométrica, a través del uso de polígonos regulares, sin que desgraciadamente pueda profundizar demasiado en este campo al fallecer unos meses después.

El galerista madrileño, aunque de origen alicantino, José de la Mano, no es un profesional al uso. La suya es una galería dedicada sobre todo a la investigación y como fruto de esta, a la reivindicación artística en la España de, sobre todo, la segunda mitad del siglo XX. La gran mayoría de las exposiciones que se celebran en su bonito local madrileño de la calle Zorrilla tienen como protagonistas a artistas que han permanecido en la sombra; en unos casos ya desaparecidos o en otros no, pero cuya su obra, prácticamente inédita, merece, por méritos propios, ser rescatada del olvido infligido por una sociedad desconocedora, e incluso en entornos especializados del coleccionismo, como de la crítica y de los museos. Tras su reivindicación por la galería la obra de no pocos de estos artistas ha entrado en la colección de estas instituciones públicas o privadas, conscientes de una importancia en el relato del arte español, hasta la fecha no revelada. Nombres como Manuel Calvo, José Luís Sánchez, Ángel Duarte, Ibarrola o Aurelia Muñoz entre otros muchos, han sido restituidos tras un injusto abandono. El trabajo de descubrimiento inicial, y de horas de biblioteca y archivos que lleva a cabo José de la Mano antes de colgar los cuadros o exponer las esculturas es como la parte que no se ve de un gran iceberg. La recientemente inaugurada exposición bajo el título  MANOLO GIL [1957]… en la estela de Oteiza, no ha sido una excepción.

La muestra que permanecerá hasta el día 16 de octubre, está en su integridad dedicada al artista valenciano y la obra realizada por este durante el año 1957 y, lo que es especialmente relevante en este caso, la influencia en sus collages de la breve pero intensa relación personal, intelectual y artística que mantuvo con el gran escultor vasco Oteiza en ese tiempo. La muestra contiene 45 collages abstractos realizados el año de su fallecimiento. Obras de carácter experimental de acusado minimalismo y elegancia compositiva y cromática. En su labor de investigación De la Mano nos ha revelado un texto que los dos artistas escriben, prácticamente inédito, bajo el título “Análisis de los elementos en el muro o plano”, con la interpretación de la obra de Kasimir Malévich. Gil a raíz de ese texto reflexiona sobre su relación frutífera con el interiorista también valenciano José Martínez Peris, integrante también del Grupo Parpalló.

Es especialmente relevante en esta exposición el hecho de que Manolo Gil empieza a experimentar con la abstracción de forma intensa y decidida. Una decisión que se ve truncada al fallecer a mita de año el 31 de agosto por lo que no sabemos hasta dónde habría llegado en su febril actividad exploradora. Hasta tal punto estas reflexiones llevadas a cabo en torno a la figura de Malevich por los dos artistas condicionan la carrera de ambos, que el mismo Oteiza acontecida la muerte de Gil cambia el nombre de una escultura que había bautizado como “Homenaje a Malévich” (1957), en una versión posterior la titula “Homenaje al pintor Manolo Gil”. Todas estas reflexiones se contienen en el magnífico catálogo con texto de Jon Echeverría Plazaola, con la transcripción de cartas entre los dos artistas y fotografías de la totalidad de las obras expuestas entre otro material gráfico de gran interés. El documento puede consultarse y descargarse en página web de la galería madrileña.

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