Antonio Alaminos: «Las encuestas están en entredicho porque no están para acertar»
Antonio Alaminos: «Las encuestas están en entredicho porque no están para acertar»
Siempre que PP y Ciudadanos han cosechado malos resultados, ha aparecido el debate de la fusión. Sucedió tras las elecciones vascas de julio de 2020 y ha vuelto a pasara ahora con catalanas. Y si nada cambia, creo que este debate nos acompañará hasta la próxima cita electoral: ¿qué pasará con el centro derecha en el futuro? ¿qué partido quedará de bisagra del PP, Ciudadanos o Vox?
Está claro que las elecciones las marcan los ejes de debate. Y dentro de cada eje, hay diferentes apuestas, que el electorado sabe valorar en cada momento y con qué función. No descubro nada si digo que a veces se vota a un partido como castigo a otro. En las recientes elecciones había tres debates en liza: el soberanista, que lo ganó ERC, por la mínima; el izquierda/derecha, que lo ganó el PSC de manera holgada, y el territorial en el seno del centro-derecha, que lo ganó Vox. Cada uno con sus matices, y con sus contextos, y candidatos.
Entrevisté al catedrático Antonio Alaminos, dela Universidad de Alicante, ex director de Investigación del CIS, en abril de 2019, a las puertas de la doble cita electoral que tenía la Comunitat Valenciana; con unas elecciones generales convocadas tras la foto de la Plaza de Colón, y unas autonómicas, convocados por Puig para beneficiarse del aire a favor la esfera de Madrid. Alaminos vino a decir que volvía el bipartidismo; la fragmentación política iba a comenzar a menguar, y que sólo quedarían un partido como bisagra de los dos grandes. El PSOE ya resolvió esa disputa con Podemos, como se pudo ver en las dos citas de 2019, y el gran debate está/rá en la derecha. Posteriormente, se produjo la debacle de Cs y el resurgimiento y consolidación de Vox.
Podría decir que lo dijo Alaminos en esa entrevista se ha cumplido, al menos, en el flanco de la izquierda. Pero en contraprestación ha surgido otro elemento, no contemplado por el catedrático de la UA, que también se asentado en diferentes autonomías: el resurgimiento del nacionalismo/soberanismo periférico ha vuelto con fuerza en Galicia (con el BNG) y Euskadi (con Bildu) y no decae en Cataluña, como se pudo ver el domingo pasado, y se mantiene, quizás con no tanta intensidad, en la Comunitat, con Compromís y sus constantes refriegas con el PSPV. Ojo que ese nacionalismo periférico puede sustituir en algunos territorios a Podemos.
Antonio Alaminos: «Las encuestas están en entredicho porque no están para acertar»
Con este decorado, el centro derecha debe decidir o resolver qué será de su futuro. A día de hoy, todos apostarían por una mayor perdurabilidad del proyecto político Vox frente al de Ciudadanos, de manera que habría que ver si al PP le conviene una fusión con Ciudadanos, como vienen demandando los cargos populares. Inés Arrimadas ya ha dicho que no. Y es verdad, a día de hoy, es difícil que esa opción se cumpla en forma de operación política, como fusión, absorción o incluso coalición. Ahora bien, otra cosa diferente, es lo que hagan los cargos naranjas en los próximos meses, sobre todo, cuando se acerquen las elecciones de 2023 (en el caso de la provincia de Alicante, será muy representativo la convivencia entre PSPV y Cs en Sant Joan, a partir del próximo mes de junio, con la Alcaldía en manos del naranja Santiago Román. Si los socialistas abandonan ese pacto, Román se lanzará a la manos del PP, como bien podría hacer otros).
Pero más allá de fugas, deserciones, fusiones o uniones temporales, hay que tener en cuenta que cada elección tiene su contexto y sus ejes de debate. Y es difícil saber que pasará dentro de tres años. Está claro que quienes quieran seguir en política, y vean que su proyecto se hunde, saltarán a las primeras de cambio. Pero que el superviviente de este debate sea Vox es lo peor que le puede ocurrir al PP, incluso salvo que España acentúe todavía más la crisis económica y tenga dificultades para recuperar las tasas de crecimiento económico prepandemia. Y si es en un contexto de debate territorial, todavía peor.
Un Vox fuerte supone una hípermovilización de la izquierda, y de los nacionalismos periféricos, por tanto, más aliados para el PSOE, y fragmentación del centro-derecha; un debate territorial desairado es competencia para el PP, que difícilmente podrá contrarrestar desde posiciones desde el centro-liberal.
Si el PP logra ser la fuerza más votada, sólo le valdría para formar gobiernos locales. Ir a una investidura con Vox como hipotético aliado solo le vale si ambos suman mayoría absoluta; de lo contrario, pocos, por no decir nadie, le prestaría su apoyos. El PP sólo conseguirá recuperar aliados si es fuerte desde el centro, y no depende de Vox. ¿Comerse a Ciudadanos? Puede ser una alternativa para refundar el centro-derecha; insisto, si se produce será más por una posible fuga masiva de cargos naranjas, pero no tiene pinta que sea por una OPA de las siglas. Y al PP, como ha ocurrido en otras ocasiones, el electorado lo buscará cuando vea que sea la solución económica del país. Cuando eso se produzca, Vox se habrá desinflado, y el electorado de la izquierda (incluidos algunos nacionalismos periféricos) también.