Después de las elecciones catalanas y europeas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abrió el periodo de buscar grandes acuerdos. PSOE y PP solo lograron cerrar la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Lo del consejo de RTVE ya sabemos cómo ha acabado: el PSOE y sus socios de investidura han aprobado sus nombres sin dejar opción al PP. O que el PP tuviera opción en igualdad de condiciones de negociación.
Debería haber más acuerdos entre los grandes partidos. O al menos sería deseable. Pero nada hace presagiar que los pueda haber. Se ha intentado con la política de inmigración, y nada. Y del sistema de financiación, como diría el compañero Javier Alfonso, a los valencianos nos toca esperar (una vez más) mientras la deuda de la Generalitat ocupa ya el presupuesto de toda una conselleria, lo cual nos merma, y más que nos mermará en el futuro más inmediato, por lo que está por reconstruir.
Bien, subrayo lo que no hay elecciones a la vista para considerar -modestamente- que el futuro de Carlos Mazón, después de la errática gestión del Gobierno valenciano en los primeros días de la Dana -lo del Gobierno también se someterá a examen, que nadie lo dude- se va a cocer a cámara lenta.
La semana ha sido nefasta para el PP: una consellera que no sabe que existe el sistema de alertas; un secretario autonómico que la mañana de autos tenía una reunión de otro asunto; un Cecopi constituido de manera tardía y solo faltaba conocer que el presidente no estaba al frente del mando en una situación de alerta roja. Cada justificación es un reconocimiento del error anterior.
No hay elecciones a la vista, por lo tanto, hay tiempo para tomar decisiones. Mazón intenta combatir las evidencias; la dirección de su partido juega a dos bandas. Por una parte, Feijóo conmina a Pedro Sánchez a tomar el mando de la emergencia nacional -y, por tanto, a ladear al propio Mazón-; por otro, dice que Mazón debe dar explicaciones de su paradero… Hay relatos para todos, pero la evidencia es que la Generalitat, que es la competente, no ha estado a la altura de las circunstancias. Y mientras, Mazón y sus consellers dan la sensación de ser una especie de cadáveres políticos, que intentan mantener el pulso de la emergencia, sin apenas comparecencias públicas y a base de comunicados y notas de prensa. Si les fuera bien, la estrategia indudablemente sería otra.
Pero una parte de la prensa de Madrid ha dejado de comprar milongas. Y ha comenzado a poner negro sobre blanco las evidencias. La mayor de todas, que Mazón no estaba dónde debía, por muchos paños calientes que se quieran poner. Llegados a este punto, las exigencias de responsabilidades ya son evidentes. Es más, este sábado, el propio Mazón ya apunta a ello con la mirada puesta con la titular de Interior, Salomón Pradas. Veremos si se atreve con Nuria Montes.
Mientras, Génova manda señales de humo, que Mazón hace como no viera. Pero están. ¿Llegarán? Claro porque en un futuro no muy lejano tendremos comisiones de investigación —entiendo que en el Congreso también para fiscalizar al Gobierno de Sánchez— y saldrá todo. Y estará la investigación judicial, que también aclarará las líneas de defensa y ataque que hemos visto estos días. De eso no tengo dudas, lo sabremos todo.
Pero mientras no haya cita electoral mediante, el futuro de Carlos Mazón se cocerá a cámara lenta. Que nadie lo dude, él intentará sobrevivir. Como buen runner, es de los que piensa que mientras hay kilómetros hay posibilidades de sobrevivir (y de revertir). Los números en las Cortes —el PP no tiene mayoría absoluta— y el tiempo juegan a su favor.
Ahora, como el ambiente en la calle se ponga más feo y alguien active algún reloj electoral, Feijóo no tendrá más remedio que analizar alternativas. Si el gallego observa muescas en el horizonte electoral -esas que apenas hace un mes le daban el 48% de los votos junto a Vox-, optará por la alternativa, por mucho que Mazón se esfuerce. Antes no lo creo (puedo equivocarme).
Y mientras está Mazón en el Palau, Pedro Sánchez vive y sobrevive con el argumento de intentar mostrarse más ágil y útil que la Generalitat, pese a las sombras de su Gobierno, que en esta Dana también las hay.
Puede pasar de todo, pero de momento, que nadie espere golpes de efecto. Mazón se va a tomar su tiempo en depurar responsabilidades, y Feijóo también en buscar sustitutos/as, hasta que el ambiente en la calle sea irrespirable -que ya lo es-, y eso se traslade a las encuestas.
Lo que sí ha conseguido la gestión de la Dana ha sido engradecer -todavía más- a la desinformación y a la ultraderecha y resucitar a la izquierda valenciana, que vuelve a la calle. Pero si hay una losa que va a pesar, es la losa de las víctimas, y el no haber actuado con antelación y prevención para evitar muertes y minimizar daños. Como dije la semana pasada, la principal consecuencia, más allá de depurar responsabilidades, debe ser fijar un protocolo de alertas que sea respetado (y activado) por todos: administración, ciudadanos y empresas. Otra petición debería ser la modestia, la modestia de no subestimar ninguna situación, a riesgo de equivocarse, en todo caso, por exceso de seguridad. Pero desgraciadamente, eso no cabe en las leyes. La trae cada uno de casa. Y me da que en este tiempo hemos visto mucho sobradismo y enterao, que han sido verdaderos blufs.