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el sur del sur / OPINIÓN

El fin de una etapa (en el PP y Fundesem)

23/06/2019 - 

El Partido Popular de Alicante inicia una nueva etapa: la marcha de José Císcar marcará un antes y después. No lo tuvo fácil, como Isabel Bonig, porque tuvo que hacer frente a la herencia de los casos de corrupción del PP a nivel provincial  y regional, y además, a la irrupción de dos nuevos agentes políticos, por el centro, Ciudadanos, y por la derecha, Vox. Lo que fue una posibilidad para recuperar las instituciones con una alianza a la andaluza se ha convertido en un borrón y cuenta nueva, al parecer, con Carlos Mazón, en las tareas de reconstrucción del partido.

Esto se puede ver como una botella medio vacía, o medio llena. Sí, el PP ha logrado resistir, una vez más, y mantendrán los gobiernos de la Diputación de Alicante, el ayuntamiento de la capital, y las ciudades Benidorm, Torrevieja y Orihuela. Pero ha dejado de ser la fuerza más votada en la circunscripción de Alicante, en favor del PSOE, algo que no ocurría desde 1991. ¿Es recuperable? En principio, sí porque todas las tendencias dicen que volvemos hacia un sistema político basado en el bipartidismo, en el que cohabitarán dos grandes, PP y PSOE, y dos pequeños a su lado, Ciudadanos y Unidas/Podemos (o Compromís en la versión valenciana).

A Císcar, a diferencia de Bonig, le ha salvado el poder local. De lo contrario, se podría hablar de una despedida como auténtico desastre para el PP. Y le ha hundido, como a todo el PP, la fragmentación del voto del centro-derecha, y en parte, la derechización del PP de Pablo Casado, un mensaje en el que Bonig y Císcar mordieron a la vez a mitad de mandato pasado -fruto de las políticas del Consell, entonces bipartito-, y que después, con el nuevo escenario político, con la irrupción de Vox, tuvieron que recentrarse, aunque fuera tarde ante el empuje de Ciudadanos.

Pero más allá de los resultados, y de las consecuencias de la fragmentación política del centro derecha, Císcar se va sin haber podido, o no haber sabido, colocar a ningún delfín al frente del PP, también porque nadie quiso ni tuvo la valentía de exponerse, como si ha tenido Carlos Mazón, avalado por Génova, aupado por Luis Barcala y ayudado por los antiguos ripollistas (guste más o menos la etiqueta). A Císcar, como dije el pasado miércoles, le fallaron sus jinetes: primero César Sánchez porque todavía no sabemos si se ha ido porque no quería seguir o ni querían que siguiera; Pablo Ruz prefirió la comodidad del escaño del Senado a tener que bajar a la arena y pelear por las comarcas, y los otros, son barones en Torrevieja y Benidorm. No hay más. Por el camino, se fueron o dejaron el partido alguno de los validos: y en este desierto de aspirantes -porque todo lo otro que rodeaba a Císcar era un coro de palmeros-, sólo ha aparecido el gerente de la Cámara de Comercio de Alicante, que sigue teniendo sus fieles, y ha contado con la fundamental colaboración de Toni Cantó para que la operación acabe (eso parece) con éxito.  

Lo de Císcar fue ingrato porque sólo recogió al principio cadáveres y disgustos, pero al menos se va sin ser presidente de la Diputación -porque Cs se lo impidió-, pero con la coherencia de predicar con el ejemplo, aunque en la recta final haya cambiado el escenario y los actores del partido, y haya descubierto que no tenía, o le fallaron, los sucesores de garantías. Esté dentro o fuera, cerca o lejos de la futura dirección, su experiencia no debe despreciarse para que el PP recupere el equilibrio, y el PP entienda el equilibrio de la provincia de Alicante, y eso significa mirar el futuro con otra visión.

Fundesem, una Coepa salvada a tiempo

Si la salida de José Císcar del PP marcará un antes y un después en la política provincial, la renuncia de Miguel Rosique al frente de Fundesem supone un alivio para todos aquellos que forman parte del patronato, otro sonrojante episodio para la clase empresarial alicantina, como en su día lo fue Coepa y su traumático final. Fundesem es un emblema de la beautiful people de Alicante, fue la primera escuela de negocios de cierto nivel que tuvo la provincia, que se instaló en Elche y Murcia, y que tuvo unos inicios fulgurantes, con un amplísima oferta de cursos, una cartera interesante de docentes y, sobre todo, la posibilidad de formar a muchos directivos (y políticos) sin que tener desplazarte centenares de kilómetros. Vino la crisis económica, y Fundesem quedó onmibulada, como Zapatero. Cambió a Pedro Solbes por Elena Salgado, pero no supo hacer frente al tsunamí que le vino encima: estaba tocaba, y sus socios preferentes, como la antigua CAM, Bancaja u otros grandes clientes, peor. Pero la última etapa no fue mejor, pese a los esfuerzos y buenas (y dobles) intenciones. Cuando se despertó de ese sueño, se acabó el tiempo de bondad, y las verdades salieron a relucir, como las de Coepa.  La deuda ya era una bola insalvable, sobre todo, ante su principal casero, la Generalitat Valenciana, más allá de problemas de tesoreria y problemas con parte de los docentes. Pero bueno. No vale la pena entrar en detalles: Fundesem se ha salvado, eso es lo positivo. Sus patronatos han tenido que sacrificar a su hombre fuerte, Miguel Rosique. Esta vez, el IVACE de Júlia Company se adelantó a los acontecimientos: buscó un acuerdo para evitar un desenlace peor. Pero la pregunta que vale para Fundesem, valía para Coepa o, incluso, si me apuran para la antigua CAM. ¿Por qué cuesta tanto a este tipo de instituciones buscar soluciones rápidas y evitar desastres mayores? ¿dónde está la clase dirigente económica disruptiva, capaz de tomar decisiones urgentes y solventes en pro del proyecto común? ¿por qué no se aplica la agilidad de la empresa privada? Y, sobre todo, ¿por qué se tapa todo? No se repite demasiadas veces este episodio (y casi siempre con el dinero público merodeando) en esta ciudad. Para reflexionar. 

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