ALICANTE. La fecha que el sector turístico de la Costa Blanca tenía marcada en rojo en el calendario ha llegado y, por fin, ha traído buenas noticias. Pese al varapalo para el ocio nocturno, que ve cómo puede reabrir pero de forma muy acotada, la retirada de medidas como el toque de queda nocturno o las limitaciones de personas en las reuniones y en interiores despejan la incertidumbre (al menos, hasta la próxima ola) de la mayoría de operadores. Así, la estrategia entre el sector y el Patronato de la Costa Blanca para intentar hacer de septiembre otro agosto toma impulso.
Las perspectivas son buenas. Con la supresión del toque de queda y las limitaciones a las reuniones, desaparece la incertidumbre de los empresarios turísticos ante las próximas semanas, con lo que aquellos que puedan echarán el resto (en ofertas y contratación) para intentar alargar el 'efecto agosto', especialmente la segunda quincena, todo lo que se pueda durante el mes de septiembre. Dos factores, fundamentalmente, distorsionan esta tendencia: la ausencia de británicos por las restricciones a los viajes que sigue aplicando el Reino Unido, algo especialmente gravoso para Benidorm, y la 'vuelta al cole', que dificulta los viajes entre semana del turismo nacional.
Con todo, el turista nacional no familiar sigue interesado en la Costa Blanca durante el mes de septiembre, y el resto de nacionalidades europeas al margen del Reino Unido, muchos de los cuales no han vacacionado desde 2019, también tienen la provincia de Alicante en el radar. Buena muestra de ello es que la reserva de slots en el aeropuerto de Alicante-Elche para este mes es muy similar a la del mes de agosto, cuando los datos de tráfico (que se conocerán previsiblemente esta semana) han sido especialmente positivos, igual que en julio.
El mes fuerte de la temporada turística terminó con una ocupación hotelera cercana al 90% tanto en la ciudad de Alicante como en el resto de la provincia, según los datos ofrecidos por la Asociación Provincial de Hoteles (Apha). Y para el mes de septiembre, la capital alicantina (un destino mucho más 'de otoño' y no tan dependiente del Reino Unido como otros núcleos de costa) apunta a acercarse al 70% de ocupación, según las estimaciones de reservas de la patronal hotelera. Datos en cualquier caso muy por encima de los que se recabaron en 2020.
Fuera del sector hotelero, también manejan buenas perspectivas los campings, que han pasado un mes de agosto con el cartel de 'completo', y los apartamentos turísticos. La recuperación de aforos, además, impulsará previsiblemente el negocio de los locales de hostelería (tanto con público foráneo como con el local), que ya durante el mes de agosto han trabajado, por norma general, a pleno rendimiento.
Quien ve el otoño con menos optimismo, pese a que participa de la citada campaña de captación junto al Patronato de la Costa Blanca, es el sector hotelero de Benidorm. El principal problema es que la ciudad depende en buena medida del turismo británico, aunque este año haya recuperado terreno gracias a otros mercados y a los viajes domésticos, y el semáforo en ámbar (o directamente en rojo) ha penalizado durante toda la temporada estival. Algo que no parece que vaya a cambiar lo suficientemente rápido para aprovechar los primeros compases del otoño.
En agosto, Benidorm alcanzó un 83% de ocupación (con veinte hoteles cerrados), mientras que la previsión para la primera semana de septiembre era del 63%, por debajo de la que maneja, por ejemplo, Apha para los hoteles de Alicante ciudad. Eso sí, la patronal confía en las reservas de última hora para que finalmente el registro sea mayor, que es precisamente el fenómeno que intenta promover la citada campaña. Francia, Portugal y Países Bajos son los mercados clave para intentar convertir septiembre en otro agosto.