vals para hormigas / OPINIÓN

El fin de la impunidad

30/08/2023 - 

Llego en el furgón de cola que guía esa locomotora sin freno que ha recorrido el planeta entero con el caso Rubiales. Lo siento, son los condicionamientos de una profesión, la mía, que no se detiene en ningún momento. No me atrevo siquiera a contarles cómo está la situación en el presente desde el que les escribo, porque el asunto ha variado tanto como el posicionamiento de buena parte de los implicados. Salvo el de las jugadoras de la selección de fútbol campeona del mundo, que no se ha movido ni un milímetro. Así que destacaré un par de elementos que me han llamado especialmente la atención. Comienzo por la triste anécdota de la madre de Luis Rubiales, que se encierra en una iglesia de Motril para iniciar una huelga de hambre con la que pretende denunciar la injusticia que se está cometiendo con su hijo. Me parece tan relevante como elocuente, porque es precisamente la convivencia durante generaciones con madres sometidas al dictamen de sus maridos el que transmitió el comportamiento machista entre generaciones de hijos varones. Las madres estaban en casa, las tías quedaban solteras, las hermanas se encargaban del cuidado de los mayores, las hijas aprendían corte y confección. Y así. Una herencia que se iba disolviendo muy poco a poco, pero que, desde luego, las muchachas más jóvenes no están dispuestas a aceptar. Y que puede haber estallado definitivamente con una noticia que ha llegado a abrir los noticieros de todo el planeta.

Segundo. El entorno en el que se ha producido la revolución, los cimientos de un submundo tan cerrado y poderoso como el fútbol. Una máquina que fabrica tanto dinero, que esconde tantos negocios turbios, que solo puede estar en manos de hombres. Una industria del entretenimiento que huele a corrupción, a palcos con vistas al parqué bursátil, a falta de escrúpulos, a amaño de apuestas, a blanqueo de dinero. No tembló ante las constantes denuncias contra la celebración del Mundial masculino en Qatar. Ni con las sucesivas pruebas de cobros de comisiones exorbitadas o de fraudes a Hacienda de quienes más cobran. Ni ante la permisividad con accionistas de cuentas tan supermillonarias como dudosas. Ni con la irrupción de la liga saudí. Ni con el aire enrarecido que despliega un deporte practicado por millones de hombres en el mundo en el que no aparece un solo gay en las principales competiciones. Ni con las sempiternas muestras de racismo en las gradas. El fútbol ha recibido una sacudida definitiva cuando unas jugadoras se han plantado ante costumbres toleradas y dilatadas en el tiempo. Un pico no consentido y la respuesta del feminismo han sido más efectivos para sacar las miserias del fútbol que decenas de investigaciones que jamás iban a ningún lado.

Y entresaco del fútbol, precisamente, mi última elucubración. Sin duda, estamos ante un triunfo del feminismo frente al machismo. Pero me da la impresión de que también va un poco más allá. Estamos ante la puesta en evidencia de un rasgo que se va resquebrajando en diferentes colectivos, que es el de la impunidad. Las mujeres han conseguido que los todopoderosos productores de cine comprendan que no todo está permitido. Y que los todopoderosos magnates del fútbol comprendan que no todo está permitido. Han sido las aglutinadoras de una sociedad que está evolucionando al ritmo de los avances científicos y tecnológicos y que está sentando a presuntos impunes como Trump al banquillo de los acusados. O que está denunciando los abusos sexuales de los sacerdotes. O que los bancos admitan que maltrataban a sus clientes mayores. Pueden seguir poniendo ejemplos ustedes. Y fíjense que son las futbolistas españolas, las Greta Thunberg, las Malala, sus propias hijas y sus compañeras de clase, las que nos están enseñando el camino para acabar con la impunidad.

@Faroimpostor

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