Todo se ha dicho o se ha escrito, con mejor o peor fortuna, sobre Rita Barberá. Que si fue la mejor alcaldesa de Valencia, que si transformó la ciudad, sus victorias electorales,... Pero yo me quedaría sobre todo con que su fallecimiento afianza el fin de una manera de hacer política.
Todo lo ocurrido en estos días me trajo a la memoria unas declaraciones de Abel Caballero, actual alcalde socialista de Vigo, con una mayoría absoluta como las de Rita. Caballero justificó la caída de Pedro Sánchez porque el PSOE se había radicalizado y debía dar un giro para volver a ser un partido hegemónico. Posiblemente, eso esté en los sueños de muchos barones y dirigentes del partido del puño y la rosa, pero si todos los que piensan eso bajan a la arena política del día a día, incluido nuestro presidente Ximo Puig, sabrán que la realidad es otra, que se gobierna, en la mayoría de los casos, en minoría y con otras fuerzas políticas y que hay que negociar casi todo. Incluso, el nuevo PP -sí, ese que pisa la calle todos los días y pide primarias y limitación de mandatos-, ese que no ha hecho tanta ostentación del legado de Barberá de sus últimos meses en la Alcaldía, sabe, de puertas hacia dentro, que muchas acciones de la alcaldesa de España le abochornaron.
El caso de Abel Caballero es una excepcionalidad. Pero si damos una vuelta por los alcaldes de la provincia de Alicante, el PSOE es hegemónico en muy pocas plazas. Incluso en aquellas en las que lo fue en su día, como Alcoy, Elche o Elda sigue necesitando de otros partidos. Pero lo peor de eso es que en los últimos meses no han aprovechado la fuerza de las alcaldías para mejorar los resultados en las diversas consultas generales que ha habido y que se llevaron a Sánchez por delante.
Ya dejé entrever que la lucha por devolver al PSOE a la dignidad va a ser una carrera de fondo. La del PP, al menos, la del nuevo del PP, tampoco va a ser fácil, visto lo de esta semana con los nostálgicos de Rita Barberá. Se repiten los meses de escarceos, pugnas, pactos parciales, diálogos y alianzas. Y quien cometa menos fallos, ese será quien podrá salir airoso. Va ser una contienda de bandos, de derecha e izquierda. Y será muy importante ver cómo se mantiene ese balance, al menos, en el seno de la izquierda. Cualquier gesto estratégico puede evidenciar muchas cosas: si los socialistas resisten como fuerza mayoritaria; si es al revés, si Compromís asume el liderazgo, o si algunos de los líderes de cualquier de los bandos cambia de ruta (hacia otra institución) porque ve que todo está perdido y el bloque de centro-derecha ya va a ser mayoritario. Podemos será comparsa porque sí lo ha decidido en la Comunitat Valenciana.
Es verdad que la constitución de un Gobierno en Madrid ha desbloqueado asignaturas pendientes. Incluso, inversiones importantes. Pero siguen habiendo partidas importantes que jugar. En breve, veremos la de la famosa zona franca portuaria, con la irrupción de nuevos actores políticos; de la necesidad de alianzas con la Generalitat y, sobre todo, cómo dijo el profesor Francisco Llopis en la entrevista Alicante Plaza, de buscar un inversor industrial. De momento, ha desembarcado los chinos a Benidorm, los suecos insisten en Alicante, pero ¿habrá un mirlo blanco para conseguir la reindustrialización de la provincia? Esa es la gran asignatura pendiente. El resto ya sabemos que más o menos funciona, aunque con altibajos.
P.D. Si uno da un vistazo por las fotos del acto de Pedro Sánchez en Valencia verá que de entre todas las caras conocidas, se ha colado un nuevo actor: la alcaldesa de Santa Pola, Yolanda Seva, con el exalcalde de Elche, Alejandro Soler, de guardaespaldas. ¿Será la nueva cara del sanchismo en Alicante para rebajarle presión a Gabriel Echávarri que debe guardar las formas con el lermismo?