DEL DERECHO Y DEL REVÉS / OPINIÓN

El agua es de todos los españoles

15/01/2023 - 

El otro día estuve en la reunión de propietarios de mi comunidad, -la de vecinos, claro-, en la que se discutía el presupuesto de una rehabilitación imprescindible y urgente en una de las fachadas del edificio. Algún vecino se atrevió a afirmar que, si se hacía una mejora superior al mero lavado de cara, se negaría a pagar su parte, porque la Ley de Arrendamientos lo permitía. Mala barraca, pero la única respuesta posible a semejante aseveración sería que el edificio es de todos los comuneros y mantenerlo en buen uso también es responsabilidad de todos, independientemente de a qué lado dé tu vivienda. Como ocurre en el caso del agua en España: el agua es de todos, no solo de aquellas tierras por las que discurren las cuencas de los ríos.

España se ha convertido en un país difícil de gestionar, a causa de los reinos de taifas que la conforman. El peso de unos y otros, las alianzas políticas, el color de quien está al mando de cada una de las comunidades autónomas determina, en la mayoría de los casos, el rumbo de los acontecimientos políticos. Doy por hecho que quienes nos dieron la Constitución Española, los padres, lo hicieron lo mejor que podían dadas las circunstancias del momento, pero nos dejaron un lío morrocotudo para toda la vida. Fue un error. La inadecuación del sistema se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones, pues la enorme carga de empleados públicos, altos cargos, asambleas y diputados autonómicos, que se suma a la de las administraciones nacionales y locales, hace que este barco que es España discurra a merced de los acontecimientos y de la oportunidad política que esté en boga en cada momento. Ahora toca hablar del agua, por los últimos movimientos tácticos orquestados desde La Moncloa.  

Las noticias recientes del problemón de la escasez de agua en la Comunidad Valenciana son un ejemplo que, además de ilustrativo, nos afecta directamente a los ciudadanos que vivimos aquí, así como a los de más al sur, esto es, a los de Murcia y Almería. No hay solidaridad entre las distintas Comunidades, sino que prima el egoísmo y cada uno va buscando arrimar el ascua a su sardina, demostrando con ello los fallos garrafales de la transferencia de determinadas competencias. Al ser transversales y comunes a todos los ciudadanos del país, por este motivo determinados temas deberían permanecer a salvo de los vaivenes de la política. Ahí englobaría las grandes cuestiones, como la educación, la sanidad y desde luego el agua.

En estos momentos con la cuestión del agua el Gobierno central ha dejado a Ximo Puig literalmente al pie de los caballos para congraciarse, al parecer, con García-Page. La consellera de agricultura ha manifestado el “profundo malestar” del Consell ante los cambios introducidos al borrador del decreto que se había aprobado previamente en el Consejo Nacional del Agua. Es ridículo y de una tibieza insoportable, francamente, hablar de profundo malestar en vez de expresarse en términos más serios y graves para definir lo acontecido, como serían traición o abandono de la Comunidad Valenciana. Ya saben lo que decía en su momento Pío Cabanillas, “al suelo, que vienen los míos”. Qué sabio. Puig, a cuatro meses de las Elecciones a las Comunidades Autónomas, ha sido abandonado a su suerte por su propio partido, en un ahí te las compongas que se ha marcado Sánchez. Ya ven que pintamos menos que la Tomasa en los títeres, y que nos ningunean en Madrid -primero en los Presupuestos Generales, después al no atribuirnos ninguna de las grandes agencias que estaban en liza y ahora, para remate de la faena, nos cortan el grifo so pretexto de los caudales ecológicos, un argumento que se han sacado de la manga cuando les ha convenido. Algo que, hasta la fecha, que se sepa, les había importado a todos exactamente un pimiento. Los argumentos de la ministra Ribera relativos a las inversiones que presuntamente se van a realizar en desaladoras, que nos pretende vender como premio de consolación, no convencen a nadie y parecen una franca tomadura de pelo. ¿Hasta cuándo aguantaremos sin elevar una protesta seria? ¿De veras somos tan borregos o desentendidos como parece?

Lo único cierto es que Puig es un presidente amable, pero que el PSOE no lo respeta y parece que lo tuviera ya por amortizado, puesto que lo ha dejado solo ante el peligro, a solo cuatro meses de las elecciones autonómicas. Mientras, vemos a Mazón con el postureo, aprovechando la foto en las protestas con los regantes, que le brindan las complejas alianzas que ha trazado el Gobierno para intentar mantenerse en el poder tras las próximas Generales. Si tienen que sacrificar con ello alguna pieza, tanto da. Si hay que cambiar el Código Penal para congraciarse con los separatistas bajándose con ello los pantalones, se cambia. Y si hay que dejar en la estacada a la Comunidad Valenciana, se deja y a otra cosa, mariposa. En esta partida de ajedrez todo vale y, total, nosotros no somos más que un simple peón del tablero.

Es imprescindible tener presencia valenciana y alicantina de peso específico en la capital, que exprese el sentir de los ciudadanos de nuestra Comunidad y que defienda nuestros intereses frente a los abusos y ninguneo actuales. A ver quién y cómo lo pone en práctica.