Mi querido Jose Luís Sánchez me permitirá que use estas palabras para mi artículo de esta semana. Unas palabras que nos deberían hacer reflexionar a todos nosotros, pero mucho más a la clase política, y muy especial a nuestros mandatarios. ¿Y por qué digo esto? Sencillamente por la forma y las maneras en poner en marcha la tasa turística, autonómica y municipal, que ha llevado a cabo este Consell.
Es muy triste que el máximo representante de Turismo en nuestra Comunitat y, a su vez, del Consell Botànic -el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer,- se postule en contra de la aplicación de esta tasa y no se le tenga en cuenta. Pero más triste es que el president Ximo Puig se ausente de la votación al respecto en Les Corts como si no le fuera la cosa, cuando el sector turístico en la Comunitat representa más del 15% de nuestro PIB y genera más de 3.000 millones de euros en impuestos -concretamente 3.480 millones de euros en 2019- y termine implementándose una tasa turística que no soluciona absolutamente nada y sí perjudica al sector, digan lo que digan.
La izquierda trata de vendernos que, en una gran mayoría de países de nuestro entorno, se está implementando ya esta tasa y que las principales ciudades de Europa lo aplican, pero esto no puede ser un argumento útil ni válido para que su implementación en la Comunitat Valenciana se lleve a cabo. Y mucho menos argumentar que aplicar este impuesto no perjudica para nada la llegada de turistas a nuestra tierra.
Nuestra administración autonómica ya recauda más de 3.000 millones de euros en impuestos al turista que nos visita, como he dicho. Un turista que, a la postre, proviene en su mayoría, el 60%, de nuestra propia Comunitat. Volvemos a sangrar a nuestros ciudadanos. ¿Por qué ese afán recaudatorio? ¿Por qué tenemos que pagar tantos impuestos? ¿Cuánto reinvierten nuestras administraciones, tanto municipales como autonómicas, de los más de 3.000 millones de euros que se recaudan? ¿Vamos a mejorar los servicios que prestamos con esta nueva tasa?
Aplicando el motivo de la necesidad de esta tasa en nuestros municipios por las pernoctaciones en el mismo, ¿por qué no gravamos también las segundas residencias, ya que incurren en el mismo gasto que un turista que nos visita cuando hacen uso de su vivienda? ¿No sería lo más lógico aplicando la misma regla de tres? ¿Por qué no se combate y se persigue la economía sumergida que hay en el sector? ¿Por qué deben pagar justos por pecadores? ¿Qué solucionamos o mejoramos con su implementación? Hay muchas preguntas sin respuesta.
Si la ciudad de Benidorm recauda más del 60% de los ingresos por turismo ¿qué sentido tiene aplicar esta tasa en el resto de territorio de la Comunitat, si sabemos que esta ciudad, como muchas otras de nuestro litoral, se oponen a esta medida? Da igual que hablemos de municipios gobernados por PP, PSPV, Compromís o Ciudadanos. Todos están en contra. Muchos de ellos han alzado su voz garantizando que no aplicarán la tasa del turista. Pero esto no es suficiente. Por lo tanto, ¿qué podemos esperar? ¿Crearemos una nueva empresa pública para gestionar y repartir el dinero recaudado? ¿Tenemos que enchufar a unas cuantas personas más para que el engranaje maléfico del partido, o partidos, en el poder, puedan justificar la medida? ¿Por qué la izquierda valenciana se siente tan orgullosa de esta nueva tasa?
Me quedo también con esta otra frase de Felipe González cuando dice que “es de sabios rectificar, como también de necios es hacerlo a diario”. La malicia sobra cuando la sabiduría falta y esto es lo que le ocurre a este Consell botànico que se ha roto en 3 y no quiere admitir una realidad incuestionable que a todas luces pagarán en mayo del 23.