MADRID. (EFE) El Congreso cierra el año con un mes de diciembre incierto, a la espera de que vuelva del Senado, para su aprobación definitiva, el paquete fiscal que tanto costó acordar y de saber si finalmente el Gobierno presenta el techo de gasto, paso previo a los presupuestos generales del Estado.
Diciembre es el mes en el que tradicionalmente se terminan de tramitar los presupuestos para el siguiente ejercicio, pero a las puertas del 2025 aún no se sabe la fecha en que el Gobierno dará el paso y llevará al Congreso la senda de estabilidad.
Lo que es seguro es que el Ejecutivo que preside Pedro Sánchez presentará, como vienen repitiendo desde hace semanas, las cuentas públicas para el próximo año, aunque en la Moncloa reconocen que es necesario mucho trabajo con el resto de sus socios para sacar adelante acuerdos importantes, como viene siendo la tónica general esta legislatura.
Así se constató con la reciente aprobación del paquete fiscal, pactada en una jornada agónica en el Congreso hasta avanzada la noche, y que ha servido al Ejecutivo para ejercitar una interlocución a varias bandas que ahora utilizará con los presupuestos.
A falta de solo dos plenos, los correspondientes a las semanas del 9 y 16 de diciembre, se está además a la espera de que vuelva la Cámara baja tras su paso por el Senado el paquete fiscal del Ejecutivo -aún en tramitación en su Comisión de Hacienda-, que el PP pretende modificar para reducir el impuesto a la banca a cambio de que los bancos den facilidades de vivienda a los jóvenes.
En todo caso, y hasta ver qué sucede finalmente con la senda de estabilidad, lo que ya es seguro es que el Gobierno tendrá que prorrogar de nuevo las cuentas de 2023, vigentes en este ejercicio al no tener tampoco presupuestos en el 2024, una vez que el año se acaba sin los nuevos aprobados y sin plazo para tramitarlos antes del 31 de diciembre.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez intentó ya el pasado mes de julio sacar adelante los objetivos de estabilidad que acompañan al techo de gasto para 2025, pero Junts dio la sorpresa en el último minuto y unió su voto en contra a los de PP y Vox, dejando en el aire los presupuestos para el año que viene.
Aunque todo apuntaba a que la senda de estabilidad iba a salir adelante con la mayoría de la investidura, iniciado el debate el portavoz de Junts anunció el voto en contra de su formación por la falta de ejecución de las partidas presupuestarias en Cataluña.
El varapalo de la formación que lidera Carles Puigdemont no ha hecho desistir en su intención de tener nuevas cuentas públicas al Gobierno, que confiaba en que después de los procesos congresuales en los que estaban inmersos en este último trimestre parte de sus socios -Junts en octubre y ERC en noviembre- se pudiera negociar con más facilidad.
A falta de pocos días para acabar el mes y el año la incógnita sobre cómo avanzan las negociaciones se mantiene y queda en el aire si se logrará lo que tanto esfuerzo está costando este año al Gobierno: una mayoría parlamentaria para los nuevos presupuestos.