VALÈNCIA. Los satélites también tienen sello valenciano. València se ha convertido en los últimos años en un polo de atracción de empresas y de sectores muy diferentes, que están eligiendo la ciudad para abrir sedes. Y el sector espacial, con la Comunitat generando un importante ecosistema empresarial, con un importante hub logístico en Castellón, es uno de ellos. Así, hace ya un año que Deimos, firma tecnológica dedicada al diseño de misiones espaciales y desarrollo de satélites, aterrizó en el 'cap i casal'. "El sector aeroespacial está creciendo en la región y vemos un importante tejido industrial", subraya Paula Martí, responsable de la oficina de Deimos en Valencia y jefe de proyecto.
Fundada en 2001, Deimos empezó como una pequeña empresa que, sin embargo, ha ido conseguido grandes hitos. Uno de ellos fue lanzar el 29 de julio de 2009 el primer satélite español de observación de la Tierra. Su objetivo era la toma de imágenes para el Programa de Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad de la Agencia Espacial Europea (ESA) que, bajo el liderazgo de la Comisión Europea, fue establecido para acceder a información precisa y actualizada que permitiese gestionar mejor los asuntos medioambientales y asegurar la seguridad civil. Una hazaña que repitió en 2014 con el lanzamiento de un segundo satélite.
En sus inicios, estaba dirigida por el exministro de Ciencia, el también astronauta, Pedro Duque. Más tarde fue comprada por Elecnor, que hace solo un mes anunció su venta a Indra. De esta forma, Deimos encara ahora una nueva etapa. "Nos dedicamos al sector aeroespacial y estamos enfocados en toda las ramas de lo que es una misión espacial: desde el diseño de la misión: el lanzamiento del satélite, las órbitas hasta el flujo de datos a la Tierra. Por tanto, controlamos desde la parte de vuelo hasta la parte de tierra, que es todo el procesado de datos que conlleva", detalla Martí.
Desde València, se encargan de estructuras y el diseño de 'reentrada' de satélites a la Tierra, además de proyectos de procesados de imágenes. Al ser una de sus oficinas más recientes, no existe una especialización concreta, sino que están acometiendo diferentes proyectos en colaboración con otras de las sedes la compañía en España, Reino Unido, Portugal, Italia o Rumania. "En València, tenemos representación de tres departamentos y todavía estamos en fase de ver si nos especializamos. Hemos detectado que en la Universitat Politècnica de València (UPV) son bastante fuertes en aeronáutica y estamos seleccionando gente para la parte de vuelo, mientras que la Universitat de València (UV) son muy potentes en procesado de imagen", remarca la responsable de la oficina en València.
De hecho, Martí asegura que fueron las universidades uno de los factores que llevaron a la compañía a desembarcar en la ciudad, de la mano de Invest in Valencia. "Fue una decisión estratégica porque en la UPV existe un flujo de ingenieros muy cualificados. Pero, también, muchos trabajadores de Deimos querían vivir aquí por su calidad de vida. Por tanto, fue una mezcla entre la cantera y la necesidad de atraer talento", subraya. En este momento, Deimos Valencia cuenta con una plantilla de ocho profesionales, aunque la tecnológica tiene más de 500 trabajadores a nivel global.
Existen diferentes proyectos que se están llevando a cabo en sus instalaciones valencianas. Uno de ellos está enfocado en la parte de vuelo para la 'reentrada' de satélites en la Tierra con el fin de recuperar sus estructuras. "Una vez acaba su ciclo de vida, tienes la obligación de deshacerte de él. Hay dos estrategias: o lo sacas de órbita y se pierde en el espacio o lo introduces de nuevo en la Tierra y se desintegra. Nuestro trabajo consiste en estudiar nuevos materiales para que se desintegre completamente", explica.
De esta forma, su trabajo se basa en el diseño de los aparatos con otros recubrimientos y encajes para que su destrucción sea más precisa. "Se trata de monitorizar cómo se destruyen las piezas para poder ayudar en el diseño de otras que hagan los satélites más seguros", puntualiza. "Al final, la cuestión es cómo colocas las diferentes partes que lo componen porque, por ejemplo, existen materiales que si están en la parte más interna no se desintegran", detalla para dejar claro que cuando un satélite cae a la Tierra lo hace en zonas deshabitadas o de mar.
Según precisa, la mayoría de estas naves tiene programada una vida útil que depende de su tamaño y, por ello, generalmente cuando concluye ese periodo se destruyen. Los dos satélites que Deimos lanzó eran de siete años, pero ahora cada mez más se hacen más pequeños porque requieren de una menor inversión y riesgo a la hora de su lanzamiento. En cualquier caso, también existen casos de recuperación de piezas y en ello también trabajan desde València. "Estamos con otro proyecto que parte de la idea de construir un escudo para que cuando lanzas el satélite, que va plegado y escondido, cuando entre en la atmósfera ese escudo se abra y evite la destrucción", comenta.
Por otro lado, Deimos también cuenta con una rama que está dedicada a tecnologías para los sectores marítimos y aviónica y esa división también se desarrolla desde su oficina valenciana. Así, tienen entre manos un proyecto de procesado de imágenes para cuestiones de seguridad en el que usan los satélites para detectar barcos que no están reportando su posición a las autoridades porque están cometiendo, principalmente, actividades ilegales.
"El mar es muy extenso y monitorizarlo todo desde tierra es muy complejo, por lo que usamos imágenes satelitales para tomar fotografías en lugares más remotos. La detección de esos barcos es una herramienta de apoyo para las autoridades marítimas", comenta. Ese 'mapeado' forma parte de un proyecto de investigación que se adjudicaron del PERTE Marítimo con fondos europeos para el Ministerio de Defensa. "Estamos trabajando con algoritmos súper avanzados de Inteligencia Artificial (IA) para detectar esos barcos a muy alta resolución".
Los principales clientes de la tecnológica son, por tanto, instituciones europeas como la Comisión o la Agencia Estatal Europea (ESA). Pero, también, el mercado comercial y privado de otras empresas. En este sentido, en España trabajan con la firma Satlantis para el procesado de algunas de sus cámaras. Por el momento, Deimos no tiene previsto ningún nuevo lanzamiento al espacio, pero sí tienen varias propuestas que están explorando. "Ahora estamos muy centrados en ofrecer soluciones dentro del sector aeroespacial y, aunque no estamos haciendo satélites enteros, sí nos dedicamos al diseño de piezas concretas", subraya Martí.
Tras su irrupción en València, la compañía ha ido sumando sinergías con el ecosistema valenciano y forma parte de Espai Aero CV, la asociación que engloba a todas las empresas aeroespaciales de la Comunitat Valenciana. "Es un sector que está creciendo y, aunque la mayoría somos empresas pequeñas, se está generando un fuerte tejido poco a poco" explica. "Estamos intentando generar sinergías entre nosotros", remarca. Tanto es así que desliza que hay un proyecto para hacer una misión valenciana, pero todavía está en una fase incipiente. Y es que en los últimos años en la autonomía valenciana se ha propiciado un fuerte caladero de empresas del sector como Arkadia Space, PLD Space o la ingeniería Comet, entre otras.
Entre los principales desafíos que encara la industria aeroespacial, señala que en este momento existe una fuerte competencia. "Antes para acceder al espacio necesitabas ser una una empresa muy grande, pero en los últimos años su acceso se ha democratizado y han surgido startups especializadas que lo están haciendo muy bien. Además, antes las licitaciones de la ESA eran más generales y optar a ellas era más fácil, pero ahora se exigen unas especificaciones que hacen que sea más difícil ganar proyectos. Por eso, ahora están surgiendo consorcios más grandes", afirma.
De cara a los próximos años, y a la espera de conocer los planes de su nuevo dueño Indra, su objetivo es que la oficina valenciana vaya creciendo paulatinamente para superar la decena de personas e ir ganando más proyectos e ir más allá desde València. "Hay futuro", concluye.