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De la experiencia acumulada a la disrupción absoluta 

¿De dónde salen las mejores ideas emprendedoras?

8/05/2017 - 

VALÈNCIA. De acuerdo que una idea de negocio, sin desarrollo ni una buena ejecución, vale cero, pero es el punto de partida de cualquier proyecto emprendedor.  El origen de la idea puede ser múltiple, vale una afición, detectar una necesidad, un proyecto de fin de grado, un viaje al extranjero, o una simple conversación entre amigos. Lo que sí es ineludible es que represente una oportunidad de negocio con clientes dispuestos a pagar por ella.

Matt Boardman,  ponente y coach de comunicación, ha ayudado a más de 100 empresas, nacionales e internacionales, a identificar su “historia esencial” y vender su idea. En su dilatada carrera con startups, su opinión es que las mejores ideas de negocio surgen de las propias necesidades del emprendedor y de aquellos que han trabajado previamente en una gran empresa, detectan una debilidad dentro de la misma, y se animan a lanzar su propia compañía como una versión mejorada. “Son personas que ya conocen muy bien el mercado y tienen contactos de su experiencia anterior, lo que garantiza cierta clientela de antemano”, dice.

Como respuesta a una situación personal, pueden citarse casos como el de Insulclock, un dispositivo electrónico para evitar errores en el suministro diario de la insulina, cuyo CEO, José Luis López, y su hermana son diabéticos. También ha sido la propia experiencia la que alentó al equipo de Whatspromo que integran Vincent Martí y David Popescu, a lanzar una solución que ayudase a las empresas nuevas a ganar visibilidad en la red.

 “Aunque la idea original fue de David, yo, que ya había impulsado varios proyectos como emprendedor, me di cuenta de que, por muy bueno que sea tu producto o servicio, si no lo conoce nadie no sirve de nada. El gran problema era conseguir visibilidad. Pensé que, igual que lo sufrí yo, habría muchos que no supiesen cómo posicionarse en la red, por eso lanzamos la plataforma, una herramienta de ayuda para todos aquellos que quieren ganar audiencia con promociones no invasivas a través de WhatsApp y Facebook Mesengger”, cuenta Vicent Martí.

El grado de la experiencia

En el caso de emprendedores que detectaron la oportunidad de negocio en las carencias de la empresa donde trabajaban anteriormente, se hallan Fernando Molinuevo y Diego Sáez de Eguílaz, ingenieros industriales con amplia experiencia en la gestión de fábricas. Ellos crearon MESBook, un sistema de gestión en tiempo real de productividad, calidad y costes para la industria.  “Realmente diseñamos el producto que nos hubiera gustado tener cuando gestionábamos fábricas” dicen.

 De la experiencia, concluyeron las dos principales carencias de las soluciones existentes: ninguna se detenía en la competencia económica, básica para priorizar los procesos de fabricación, y ninguna apuntaba la causa concreta de las variaciones productivas. Mesbook surge como respuesta a ambas debilidades. A día de hoy, la empresa, nacida en Valencia en 2013, cuenta ya con 16 empleados y está próxima a la internacionalización, un punto que, según Diego Sáez, habría sido imposible alcanzar tan pronto “sin la experiencia previa y un conocimiento absoluto de las necesidades de los clientes”, algo que ellos habían atesorado durante más de 15 años de de trabajo en entornos muy profesionalizados de la industria.

La Universidad como caldo de cultivo

También del seno de las universidades salen proyectos emprendedores sólidos. Muchos de ellos lo hacen en forma de spin-off. Así, ligada al Centro de Tecnología Avanzada de la Universidad de Santiago (CITIUS), nace Situm, proveedores de sistemas de localización para interiores. Otro ejemplo, de los muchos que podrían extraerse, es el de Alice Devices, compañía que comercializa soluciones anti-falsificación visuales. Vinculada en sus orígenes a la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), su CEO, Beatriz Cerrolaza, comenta: “Tras patentar la tecnología, nos planteamos explotarla nosotros mismos a través de una spin off, dado el know-how acumulado por nosotros durante los 5 años de investigación”.

Pero tampoco hace falta disponer del grado doctor para animarse a emprender. Algunos tienen suficiente con el proyecto de fin de carrera. Ejemplos: Enrique Cat, de Nostoc Biotech  o Sheedo, un proyecto que comparten cuatro alumnos del grado Leinn de TeamLabs que han creado un papel que se puede plantar después de usar y venden ya hasta en China.

Un viaje inspiracional 

Realizar para salir de la zona de confort es la base del programa de emprendimiento que se conoce como método Lombard. Lo concibió el equipo de Imagine Creative Center que lidera Xavier Verdaguer, emprendedor en serie e impulsor de proyectos como TMT Factory  o Integra Interactive. El método persigue constituir equipos de trabajo arrancando con un viaje compartido entre personas que no se conocen de nada. “Es una especie de hackathon en marcha. El viaje forma parte del método porque les obliga a salir de la zona de confort y convivir con personas de visión diferente. La convivencia genera vínculos”, explica Verdaguer. 

También Antonio Espinosa de los Monteros encontró la idea de negocio en un viaje a Etiopía donde vivió en primera persona la carencia de agua potable que padecen más de 700 millones de personas en su día a día. A su regreso decidió acometer un emprendimiento social y fundó, junto a su amigo de la infancia Pablo Urbano, Auara, una empresa “que comercializa agua mineral embotellada y destina el 100% de los dividendos a la ejecución de proyectos de acceso a agua limpia en países en vías de desarrollo”, explican.

Mirar fuera

Pero los hay también que piensan que no hace falta inventar la rueda todos los días. En estos casos suelen conformarse con incorporar mejoras a algo ya existente o replicar modelos de negocio de éxito probado en otros mercados. Así es como Virginie Rogé, fundadora de Dietox, se trajo de Estados Unidos la moda de los zumos saludables, o como José Luís Martínez, trasladó a su buscador de apartamentos vacacionales Hundredrooms lo aprendido en su anterior puesto de dirección en Kayak.

También el relato de la historia de Valor Top nos traslada en sus comienzos a Copenhague (Dinamarca). “Tibor y yo- Emma Reynolds- estábamos trabajando en otra empresa de temática similar, pero dirigida al mercado anglosajón. Vendimos esta empresa para poner en marcha ValorTop porque nos dimos cuenta de que no había ningún sitio de este tipo en español”, reconocía la directora de marketing de la empresa sin tapujos convencida de que el valor de una idea radica en satisfacer una necesidad.

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