Madrid. David Ferrer asimila su adiós en Madrid, el lugar que ha elegido para dar sus últimos raquetazos, para sellar el cierre de una dilatada y lustrosa carrera que por siempre formará parte de la etapa más brillante del tenis español.
Alicantino, 37 años y anclado ahora en el puesto 144 de una clasificación que llegó a considerarle en su día como el tercer mejor jugador del mundo, Ferrer asume la cuenta atrás de su etapa como deportista.
La pista central de la Caja Mágica, la cancha Manolo Santana, en el tercer turno de la jornada del martes, acogerá el duelo entre 'Ferru' y su paisano y amigo Roberto Bautista, con el que el azar y el destino le encuadraron en la primera ronda del torneo.
Ferrer consume sensaciones contradictorias. Acumula mensajes y llamadas. De despedida, de cariño y admiración. Madrid y su gente alienta al personaje.
Fue evidente este lunes, en la pista 13 de la Caja Mágica, donde completó la jornada de entrenamiento. La misma cancha donde se ejercitaron Rafael Nadal y Novak Djokovic. Ferrer disfrutó del afecto, del reconocimiento de la gente. Agolpada en la pequeña grada de ese escenario.
Ferrer debuta en Madrid 2019 el martes. Puede ser el último partido en su carrera. El final. Gane o pierda, David tiene más que asimilada su despedida. Una decisión meditada, bien pensada y un futuro tranquilo más próximo a la familia.
David Ferrer tendrá el cariño del público de Madrid y también el de sus más cercanos. Amigos de toda la vida, gente de Jávea, que se ha trasladado a Madrid para dar calor al jugador y alimentar sus emociones.
Roberto Bautista, de Castellón, que siempre consideró a Ferrer como un mentor y como un hombre al que admirar, estará enfrente en la pista. En Madrid se medirán por cuarta vez. La primera al margen de un Grand Slam. Con los números favorables al de Jávea, pero con el precedente reciente inclinado del lado de su rival.
El Abierto de Australia de 2017 contempló uno de los partidos más enconados de los últimos tiempos. Una lucha sin fin de más de cuatro horas que Bautista ganó en cuatro sets (7-5, 6-7(6), 7-6(3) y 6-4) para alcanzar los cuartos de final.
Fue el primero que ante Bautista perdió Ferrer, que se impuso en el Abierto de Estados Unidos y Wimbledon de 2013. Partidos siempre largos, a más de tres sets.
David Ferrer, que echará el cierre esta semana en Madrid, deja un brillante legado tras de sí. Veintisiete títulos de la ATP iluminan su recorrido por el circuito. Un Masters 1.000, en París, pero actuaciones memorables como la final de Roland Garros de 2013, en la que cayó ante Nadal. Además, dos semifinales en el Abierto de Australia y otras tantas en el Abierto de Estados Unidos.
Pero sobre todo, Ferrer, que alcanza este año su decimosexta presencia e Madrid, donde su tope fueron las semifinales que perdió con Roger Federer en 2010 y con Kei Nishikori cuatro años más tarde, puede presumir de haber sido un componente relevante de la gran armada española. De la mejor generación y la etapa más brillante del tenis español, que con él alcanzó tres títulos de Copa Davis.
Madrid será su sexto torneo de un año planificado con cálculo, a medida del adiós. Una despedida que empezó a asimilar de lleno en Barcelona, en el Conde de Godó, donde llegó a octavos y cayó ante Nadal.
Ahora se topa con Roberto Bautista. Un rival y un amigo que puede poner la rúbrica a la retirada de un nombre brillante en el deporte español.