ELCHE. Después de haberse fogueado en los distintos autonómicos en los que el candidato a la presidencia de la Generalitat, Rubén Martínez Dalmau, eligió la ciudad ilicitana para cerrar la campaña en casa. Ante el icónico parque 1 de Mayo, en el corazón del Carrús trabajador, uno de los emblemáticos barrios de la ciudad, estigmatizado ahora por ser el 'barrio más pobre de España' —a pesar de no serlo realmente—, el profesor prefirió rodearse de la gente a la que han dirigido parte de su campaña, al contrario que el resto de candidatos, en Valencia —algunos como Toni Cantó o Ximo Puig escudando a sus respectivos candidatos nacionales—.
Una forma de desmarcarse del resto de formaciones, y de hacer un claro guiño a algunos de los colectivos que han vertebrado su campaña en las comarcas del sur —previo abono del partido a nivel local—, esto es, las aparadoras sumergidas de la capital del calzado, las kellys de Benidorm o colectivos feministas. En definitiva, un esfuerzo ante un muy diverso público de edad y etnias de entre 150 y 200 personas, para diferenciarse de sus rivales directos: Ximo Puig y Mónica Oltra. De hecho, casi a las primeras de cambio soltó que ellos "prefieren mirar a los bancos". Además, jugó la carta de su alicantina carta de origen —es de Teulada—: "seré un presidente que mire al sur".
Después de un repaso a algunos de los colectivos y plataformas que más se ha estado trabajando Podem, el candidato autonómico prosiguió con su esfuerzo por desmarcarse de sus contrincantes, no sólo físicamente, también con hechos, argumentó. Puso de ejemplo su escaso paso e interés por la plaga de los almendros de la xylella fastidiosa, denunciando además que la Consellera de Agricultura (Elena Cebrían), no ha querido reunirse con su formación para abordar el problema. Un caso con el que quiso ejemplificar "que la vieja política no escucha", y que ellos sólo tardarán horas en llegar los sitios donde hay problemas "frente a su olvido". Las encuestas dicen que quedará notoriamente por debajo que PSPV y Compromís, lógico al ser quienes nuclean el Botànic, por lo que necesita no quedar muy atrás, no sólo para no quedar como un cero a la izquierda, sino para intentar ser determinante en el caso de que se confirme la posibilidad de escenario igualado que se plantea el domingo en las autonómicas —en algunos sondeos—.
En cualquier caso, también aprovechó para poner en valor su último paso por el debate de À Punt, en el que estuvo mejor, para seguir con las puyas a Oltra y Puig, asegurando que no se acordaron ni de la diferencia salarial de las mujeres, ni del feminismo, ni de los problemas con los cítricos. Aunque desbarró en alguna parte, extrapolando el supuesto posible pacto de PSOE con Cs a nivel nacional al ámbito autonómico —a día de hoy no se concibe un pacto de Puig con Toni Cantó—, su discurso diferenciador quedó claro. Un mitin conciso y tranquilo, pues el profesor no es un hombre de arengas ni de agitar a las masas, en el que se permitió hacer algún chiste con segundas sobre el estado de las infraestructuras ferroviarias de la provincia o un posible tongo recuento electoral del domingo con Indra.
Dentro de ese papel que juegan los candidatos de su partido de "doble o nada" al considerar que son imprescindibles para garantizar un "cambio en España y en la Comunitat", Dalmau estuvo más cercano y menos enlatado que los predecesores de su mitin, con discursos con falta de músculo, quizá ya por el peso de la campaña. El domingo se verá hasta dónde llega ese valor de Podem para garantizar un cambio, o mejor dicho, 'mantenerlo', en la Comunitat. Y más adelante hasta dónde llega esa mirada al sur que perjura falta en sus rivales/socios de izquierdas.