El primer recuerdo que guardo de la famosa serie de televisión de los años setenta, Curro Jiménez, es que no me dejaron ver su estreno ante la aparición de los temibles dos rombos que marcaban la diferencia entre lo que era y no era apto para menores. Sí que la pude seguir con atención en las sucesivas reposiciones que tuvieron lugar. Recuerdo muchos de los episodios que narraban las aventuras de unos bandoleros en la España de la época napoleónica, pero guardo en mi memoria uno especialmente. En este episodio se narraba el curioso ofrecimiento, que harto de los continuos asaltos que sufrían, el gobernador realizaba al líder de los bandoleros, Curro Jiménez. Este consistía en que se comprometía en darles una cantidad similar a la que ellos conseguían mediante los robos, pero sin que tuvieran que realizarlos. La justificación era muy sencilla, asumía que iba a ser robado igualmente, pero se evitaba todas las molestias y destrozos que le producían los atracos.
El bandolero acepta la proposición, que es bien aceptada inicialmente por todos los miembros de la banda, pero al poco tiempo se empiezan a producir los problemas. Y es que ante el aburrimiento de no tener nada que hacer, los bandoleros empiezan a beber más de la cuenta y a pelearse entre ellos. Y es que, como afirma el gobernador al descubrir su verdadera estrategia “la vida fácil arruina a los hombres”.
El filósofo Viktor Emil Frankl decía que “el hombre no necesita realmente vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta o una misión que le merezca la pena”. Da la sensación de que en los últimos años las universidades públicas han vivido sin esa meta o misión clara al no disponer de un modelo de financiación a largo plazo. La financiación que recibían por parte de la Generalitat estaba fijada temporalmente por unos parámetros del pasado que determinaban un suelo de tranquilidad. Desafortunadamente, este modelo les impedía crecer si hacían las cosas bien y por otro lado ese concepto de temporalidad no les permitía embarcarse en proyectos a largo plazo. Sorprende el miedo que tiene el Consell a proponer un nuevo modelo de financiación que dé un necesario impulso a las universidades públicas valencianas. Lo retrasan una y otra vez, y se limitan a remitir a comités de expertos que algún día harán público su dictamen. Sinceramente, para mí lo grave es que no parecen comprender que es imprescindible un modelo de financiación de las universidades, que no solo dote de más medios, algo con lo que parecen conformarse los rectores, sino que los ligue a unos objetivos que permitan a nuestras universidades públicas ponerse a la vanguardia, fundamentalmente en conceptos que para mí deberían ser primordiales, como son la empleabilidad, la innovación y la transferencia de tecnología.
Para eso habría que ligar estos conceptos de forma notable al modelo de financiación de las universidades. Entiendo que es mucho más importante la empleabilidad que logran los egresados, que el número de los estudiantes que inician o finalizan un grado universitario. Es curioso que cuando nombras la palabra “empleabilidad” junto a la de “objetivos”, provocas el mismo efecto en los responsables del tripartito que cuando Van Helsing entra con la cruz en el castillo del Conde Drácula. En la misma línea se encuentra cuando se plantea fijar objetivos de inversiones captadas y convenios de colaboración y transferencia universidad-empresa.
Y es que el modelo de financiación plurianual de las universidades que se debería aprobar en esta legislatura es una gran oportunidad para cambiar las cosas y para dar un impulso a las universidades públicas valencianas. Nuestras universidades cuentan ahora mismo con un capital humano de talento indudable que ha sido capaz de sobrevivir en tiempos difíciles y sortear con éxito todos los cambiantes modelos de acreditación universitaria. Ese capital humano sería un indudable pilar para ese esfuerzo común, pero se puede desperdiciar si no se fijan unos objetivos alineados con las necesidades de la sociedad valenciana.
Espero que algún día pongan en marcha ese modelo de financiación plurianual de las universidades públicas y no sea algo similar a lo que el gobernador le propuso a Curro Jiménez, “toma el dinero, pero no molestes”. A Viktor Frankl le fue de utilidad su política de objetivos para sobrevivir en los campos de concentración nazis, seguro que, a las universidades y a la sociedad valenciana también, y más todavía en estos tiempos tan cambiantes.
Fernando Llopis Pascual es diputado de Cs en las Corts Valencianes