En España, agosto es el mes de vacaciones por excelencia. Leemos en las noticias de prensa curiosidades de quien se va y quien viene a pasar unos días de asueto. Mire sino a Sánchez, lo esperaban en Tenerife y apareció en Marrakech. Imaginen los responsables de su seguridad corriendo de un sitio a otro asegurando el perímetro… Así, todo.
Me agrada empezar esta crónica nombrando a España, esta nación que aun siendo la más antigua de Europa, es atacada desde dentro por algunos de sus "hijos". Que desagradecidos. Que falta de lealtad a la patria que los ha visto nacer, que les ha dado cobijo y desde la que desarrollan su vida cotidiana. Ya lo decía Bismarck: "España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido". También atribuyen esta frase a Churchill, y la repitió Kennedy. Vaya fama.
Ahora en verano toca descansar, cambiar de aires, cargar las pilas, para afrontar un otoño caliente, y no por el tiempo, sino por los acontecimientos que nos vienen encima a todos los españoles con una investidura en el horizonte o una nueva convocatoria de elecciones generales.
Leyendo a Enrique Romeu Palazuelos en su libro "Recordar… Alicante" me ha despertado un montón de recuerdos de mi infancia, también relacionados con mis mayores. Estaré nostálgico, permita que no le diga el motivo, que no viene a cuento.
Romeu menciona su infancia, esa época de nuestra vida que casi todo es un juego y que, en vacaciones de verano, hay tiempo para todo a pesar de que las inquietudes sean muchas. Los días son más largos y caben más cosas que poner en marcha.
Romeu Palazuelos tira de recuerdos y nos narra sus sensaciones en El Retiro, una finca situada en la huerta alicantina, en concreto en San Juan, donde acompañaba a su abuelo y a su tío Pepe cuando visitaban a los propietarios de este caserón construido para disfrutar sobre todo en los días de verano. Punto de encuentro de amigos y familiares, tenían espacio e imaginación para descansar y divertirse.
Cuenta un hecho concreto que no deja de ser curioso y que demuestra que ocurre en un tiempo ocioso. No va a ser todo estar ocupado en actividades laborales. Hay que trabajar para vivir, no al revés.
Comparto lo que nos cuenta Romeu en su libro. El Retiro era una casa que consideraba tenebrosa, con misterios que ocultaban, y con secretos que no querían desvelar sus dueños, por lo que en vez de darle miedo asistir a ella, su curiosidad era más fuerte y la visitaba en cuanto tenía ocasión. En una de ellas describe un momento de diversión de los adultos que fue peculiar. Dijo así: "hay por casa una foto del abuelo en El Retiro. Está con unos amigos. Subido en un velador hay un hombre vestido de mamarracho que baila mientras otro toca la guitarra. Al fondo tío Pepe y tía Anita ríen y aplauden". ¿Se lo imagina? Ocurrió en verano de 1907. En la fotografía se les ve muy divertidos, se lo están pasando bien. Cada uno se divierte como quiere, ¿no le parece?, siempre que respete a los demás.
Que estas casas solariegas se construyeran en la "huerta alicantina" no fue por casualidad, sino por "sus maravillosas condiciones de clima, luminosidad y sosiego. Su proximidad al mar y a la Capital, la han convertido en apetecido lugar para el descanso y el recreo", en palabras de M. Sánchez y E. Sala en 1978 en "Resumen Histórico de la Villa de San Juan de Alicante".
También lo decía Pascual Madoz mucho antes, a mediados del siglo XIX, en su "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar" cuando en su tomo I se refería a esta huerta como "un vergel que comprende en su recinto las bonistas poblaciones de Muchamiel, San Juan. Benimagrell, Villafranqueza, Santa Faz, Tángel, con crecido número de quintas o casas de recreo, muchas de ellas de elegante fábrica y con deliciosos jardines". Había sitio para todo. Para cultivar la tierra, en sus plantaciones había olivos, almendros, vides, barrilla, cáñamo, trigo… también para plantar vegetación para el ornato y disfrute de sus propietarios. No se privaban de nada, ya ve.