VALÈNCIA. Hace apenas un mes que la Conselleria de Cultura, con Vicent Marzà a la cabeza, presentó su nuevo plan estratégico, una guía que marcará la política cultural de los próximos años. Entre las propuestas, una llamó la atención: el compromiso de contratar a un millar de personas para reforzar las estructuras de mediación cultural, una medida que plantea la contratación de un agente por cada 5.000 habitantes. Calificada por el conseller como una “acción de choque”, el proyecto quiere reforzar temporalmente la estructura cultural de distintos ayuntamientos. Esto responde a una falta endémica de personal cultural en la administración pública, una cuenta que sigue estando pendiente en los grandes centros y organismos valencianos. Aunque cada caso es concreto y tiene su propia problemática, lo cierto es que la gran parte de centros valencianos comparten una misma demanda: falta personal. El mensaje se repite en La Filmoteca, el Museo de Belles Arts o el Consorci de Museus y supone el gran quebradero de cabeza de sus gerentes.
La falta de personal, además, ha llevado a la normalización de situaciones bastante atípicas en los distintos centros gestionados por el Ayuntamiento de València o la Conselleria de Cultura. En este sentido, tal y como ha podido comprobar este diario con diversas fuentes, son varios los coordinadores artísticos o directores de organismos culturales públicos que realizan actividades impropias de su cargo a causa de la falta de trabajadores en sus equipos y ante la imposibilidad de ampliarlo. Entre estas labores se puede encontrar desde el control de aforo en sala o las tareas de comunicación, tanto en relación a medios de comunicación como la propia gestión de redes sociales, trabajos que debería llevar a cabo personal específico y que acaban recayendo en directores de festivales o gerentes de teatro.
Las instituciones culturales y sus problemas con Hacienda crean realidades rocambolescas. Y en el Institut Valencià de Cultura, por su tamaño y las consecuencias de un ERE en 2013 y el gradual incremento de presupuesto y actividades, conviven algunas de las más ilustrativas. Es el caso de La Filmoteca, que ha pasado de ser uno de los activos más importantes de toda la región a rozar la inoperancia en algunas de sus principales funciones.
Es el caso del Archivo Fílmico situado en el Parque Tecnológico de Paterna. El centro, que cuenta con un fondo valiosísimo, llegó a tener a siete personas en plantilla en su mejor época, mientras que ahora cuenta solo con dos, y la Jefa de Recuperación, que ha de ejercer también otras funciones en el Edificio Rialto. El edificio, como contaba Marta Moreira hace unos días, alberga el mayor fondo de videos domésticos de España, con un total de 10.774 títulos, pero sumando el resto de formatos audiovisuales, el número de películas asciende a 34.741 títulos. El trabajo de conservación, digitalización, restauración y puesta en valor de los fondos va ahora a un ritmo imposible, el que puede asumir una plantilla ínfima. Los depósitos no paran de acumularse, la campaña para que los archivos familiares se depositen allí sigue en pie, pero las personas encargadas de ello no aumentan. La última salida fue el año pasado, cuando una de las entonces tres personas en plantilla ascendió y su plaza no ha sido cubierta.
Otras dos personas están de baja desde hace tiempo, y el IVC no las cubre, tampoco otra plaza que quedó vacante hace siete años. Según explican fuentes sindicales a este diario, a estas solo puede acceder otra persona del cuerpo funcionarial, pero nadie las pide y el Institut “se pasa la pelota con Hacienda” para no transformar estas plazas en personal laboral. “Lo que hay allí no peligra en absoluto, está muy bien conservado y es una de las Filmoteca que mejor funcionan del Estado”, opinaba -por el contrario- el director del Institut, Abel Guarinos, en una entrevista a este diario el pasado mes de julio. Actualmente no hay nadie cubriendo el puesto, por ejemplo, de jefe de Conservación y Restauración.
Las cosas no están mejor en el Rialto. El caso más sangrante es el del proyeccionista, en origen eran dos personas a cargo del servicio, pero uno de ellos falleció hace 15 años, se amortizó su plaza, y desde entonces no se ha vuelto a cubrir de manera estable. Se han ido parcheando mediante subcontratas, contratos precarios, autónomos y bolsas de trabajo. Actualmente ni siquiera eso: solo está la otra persona en plantilla. Esto ocurre mientras la actividad cultural los festivales de cine no paran de aumentar su agenda en la ciudad a lo largo de todo el año. La Filmoteca es una de las sedes más utilizadas, que por supuesto también cuenta con una programación propia que llevar a cabo.
Las pocas plazas que se han ido cubriendo o creando durante los últimos años, tras el ERE que prescindió de un total de 62 personas en 2013 en todo CulturArts, han sido principalmente en puestos “de servicios administrativos en vez de gestión cultural”, explican fuentes internas. Y aún así, el Jefe de Ayudas del Institut Valencià de Cultura se jubiló este año, en pleno trámite de la convocatoria de este año y aún no se ha cubierto la plaza. No hay ningún departamento que no necesite un refuerzo para funcionar con normalidad.
Guarinos decía en verano que la resolución de este problema es muy complejo y no depende únicamente de la voluntad de la Conselleria de Hacienda, si bien admitió que “el problema de la infradotación de los recursos humanos existe”: “Lo noto y lo sufro”, resumió. Las causas de esta situación son inabarcables: tiene que ver con la financiación macro de la administración autonómica valenciana, pero también con leyes estatales de Función Pública, y en el caso más concreto del IVC, es importante señalar que son puestos no muy bien remunerados dentro de todo el organigrama público, lo que resta capacidad de atracción para los empleados de la plantilla funcionarial.
La situación de La Filmoteca sirve para ilustrar lo que es una tónica general en otros departamentos. A lo largo de los últimos años, son sonadas las polémicas y las peticiones de ayuda que han lanzado desde el Cor de la Generalitat (que tiene el 100% de su plantilla en situación de interinidad desde hace más de 30 años) hasta el equipo técnico. En este segundo caso, este diario se hizo eco de su situación crítica: las interinidades sobrepasan los puestos fijos y no se ha creado una sola plaza nueva en más de 15 años. Únicamente se han cubierto bajas definitivas, defunciones y jubilaciones. Y mientras, la agenda cultural no deja de crecer. En noviembre de 2019, el equipo técnico resumía en un comunicado que se encontraban "al borde del colapso" debido a una “plantilla exigua, una programación creciente y una situación laboral insostenible”.
Los problemas burocráticos y el marco legislativo deja muy pocas opciones fáciles y rápidas, así que la solución más efectiva, según ha entendido la dirección del Institut Valencià de Cultura, son las externalizaciones, un modelo sin duda polémico que no gusta a la plantilla. Así ha sido, por ejemplo, con el personal técnico en las funciones que se realizan fuera de València; incluso en festivales tan relevantes como Cinema Jove o Sagunt a Escena, cuyas direcciones se han elegido mediante una licitación y cuyos puestos esenciales se cubren en contratos menores por días en vez de establecer estructuras estables. En opinión de varias fuentes internas del Institut, son ciertas las dificultades expuestas, pero no creen que se esté haciendo suficiente por revertir la situación, cayendo en la respuesta rápida de las interinidades y externalizaciones.
Con todo, a partir del próximo año empezarán las jubilaciones de una parte importante del equipo, y la cuenta atrás no atiende a la mayoría de factores que el IVC esgrime.
De la red de centros expositivos valencianos es quizá el Museu de Belles Arts de València el que más dolores de cabeza tiene con respecto al personal. Para muestra, un botón. Aunque el centro custodia una rica colección de en torno a 30.000 piezas, el equipo es más bien escaso, y apenas cuenta con un técnico de arte valenciano y tres personas encargadas de la catalogación y contextualización entre sus filas. Los conservadores brillan por su ausencia. Esta realidad es bien llamativa cuando se compara con otros museos como el IVAM, que suma ocho conservadores y una jefa de exposiciones, o el Museu Valencià d’Etnologia, dependiente de la Diputación de València, que suma otros ocho en su equipo. La que se acostumbra a tildar de “segunda pinacoteca de España” tiene recursos escasos si se le compara con sus centros vecinos y, en cuestión de plantilla, su presente sigue siendo complejo. De hecho, profesionales de la Cultura han denunciado lo que califican de “mercadillo” de plazas de funcionarios, tras una polémica convocatoria que pretende aglutinar los puestos ofertados "bajo un título genérico, sin definición de los puestos a ocupar”, un proceso defendido desde Conselleria quienes, apuntan, se ajusta a la normativa actual. El conflicto no es nuevo, ya en 2018 los profesionales del arte alzaron la voz cuando se incluyó en la plantilla a dos historiadores del arte y una historiadora sin la preparación necesaria para ocupar un puesto de restaurador, un hecho que generó numerosas críticas entre el sector. Más tarde Carmen Amoraga, directora general de Cultura y Patrimonio, admitía que se decidió no renunciar a ellas precisamente por la falta de trabajadores. Ahora realizan otras tareas para el museo.
Esta falta de personal ha sido una de las batallas recurrentes de los distintos directores del museo (ha tenido cuatro en apenas cuatro años), una demanda que parece no encontrar una solución definitiva. “Ya no sabemos cómo decirlo, ni cómo reclamarlo, ni cómo hacer participe a todas las instancias políticas sobre las enormes dificultades que hay de personal […] En el IVAM hay nueve conservadores; en Belles Arts teóricamente tres, pero solo hay uno, porque los otros dos no estás cubiertos. Que el primer museo valenciano de arte clásico solo tenga un conservador dice mucho de cómo la sociedad considera este museo”, reclamaba José Ignacio Casar Pinazo, exdirector del museo, en el año 2018. La reivindicación sigue aunque, sin embargo, ha sido matizada por su actual director, Pablo González Tornel. “No veo una gran problemática en la reducción de personal, lo que hay que hacer es no pretender desarrollar programas que no puedan ser abarcados por el personal que tiene el museo. Hay que ser consciente de cuál es el tamaño de este museo”, expresaba hace un año, durante una entrevista con este diario. “¿Qué lo voy a intentar [tener más personal]? Sí, pero no tengo interés en convertirme en un lastre para las personas que trabajan conmigo o por encima de mí”, añadía.
Pero la falta de plantilla no es el único dolor de cabeza que tiene el museo con respecto a la gestión de personal. En los últimos meses ha sido noticia la situación de los trabajadores temporales de la administración pública, un conflicto que ha enfrentado a interinos y al ministro de Función Pública Miquel Iceta y que ha llevado a numerosas huelgas y protestas. Estos trabajadores reclaman que se les reconozca como fijos, amparados por la normativa europea, sin pasar por unas nuevas oposiciones que podrían dejarles sin trabajo tras, en algunos casos, más de veinte años desarrollando una misma labor. Esta situación afecta también a la mermada plantilla del museo valenciano, que cuenta con varias plazas pendientes ahora de una futura oposición que puede cambiar la fotografía de la plantilla histórica del centro.
El caso del Consorci de Museus (CMCV) y su sede, el Centre del Carme (CCCC), es especialmente relevante. El organismo se ha convertido en el gran símbolo de la política cultural del actual gobierno, con una transformación total del mismo que ha pasado por dos vías: por un lado, la transformación del CCCC en un centro de cultural contemporánea y, por otro, potenciando la labor del Consorci en tanto que agente vertebrador de la oferta expositiva de toda la Comunitat Valenciana, sirviendo de gestor y dispensador de muestras y actividades para el resto de museos consorciados. La actividad del centro, tanto la de producción propia como en tanto que sede de eventos externos (un pilar no poco importante para la programación del CCCC), ha crecido de manera considerable en los últimos años y, también, su presupuesto. Desde 2015 se ha triplicado los fondos destinados al organismo, que en 2021 se han fijado en 6 millones de euros. Crece la actividad propia, crece la actividad externa, crece el presupuesto, pero, ¿todo esto va acompañado de un aumento de la plantilla?
Esta ha sido una de las grandes peticiones del gerente del CMCV, José Luis Pérez Pont, desde que accedió al cargo, una demanda que no desaparece en 2021, año en el que se ha renovado su contrato. “El principal obstáculo ha sido la falta de personal. Ese ha sido nuestro principal hándicap. Aun así, creo que nadie lo ha notado desde fuera porque lo hemos suplido con un gran esfuerzo de todos los trabajadores del Consorci, pero es cierto que en esta nueva etapa es algo que se tiene que subsanar para que la institución pueda seguir prestando un servicio de calidad y que internamente funcione como debe”, explicaba hace apenas unos meses en una entrevista con este diario. Esta demanda pasa por la Conselleria, sí, aunque no solo. El Consorci genera contenido para distintos museos de la Comunitat Valenciana, producciones que se hacen desde el propio organismo o en colaboración con los centros consorciados aunque, si bien, la plantilla que los desarrolla acaba surtiendo del propio CMCV. “Todos los entes consorciados pueden y deben aportar personal. Hasta ahora, solo la Generalitat aporta personal a través de adscripciones. Es algo que pueden y deben hacer el resto”.
También el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) necesita repensar su plantilla, especialmente ahora que su sede de Guillem de Castro se ha convertido en la parte y no en el todo. Y es que, tras la apertura de subsede en Alcoy, compartida con el ayuntamiento de la localidad y la Fundación CAM, en 2023 se sumará una nueva sede en el Parc Central de València, centrada en la creación contemporánea. “Me gustaría tener mayor presencia en Alcoy, que hubiera una persona como mínimo en contacto con los equipos del IVAM pero que estuviera allí. Están estos programas en el ámbito rural, que generan mucho trabajo y que provocan desplazamientos físicos, y efectivamente el Parque Central”, relataba Nuria Enguita el pasado mes de septiembre, en una conversación en la que desvelaba que estaba trabajando con la Generalitat para llevar a cabo esa ampliación de personal. “Estamos viendo como conseguir esas plazas. No solo necesitamos en conservación, sino también en administración. Imagino que como muchas instituciones, estamos viendo la manera en la que puedan concedernos más personal”.