tribuna / OPINIÓN

Cuchillos alados

15/12/2019 - 

Tras la tertulia de Pablo Simón y Antonio Sola moderada por el director de Alicante Plaza, Miquel González, que tuvo lugar en la gala del tercer aniversario de este medio, algunos dirigentes, asesores y distintos miembros de Ciudadanos salieron escaldados y molestos por algunos de los comentarios que los dos politólogos soltaron al hablar sobre la supervivencia o situación de la formación naranja. Tanto el profesor de la Universidad Carlos III como el ex jefe de campaña de Mariano Rajoy, coincidían en que las horas de vida de Ciudadanos estaban contadas y que la falta de ideario o la carencia de barones territoriales o líderes que reemplacen a Arrimadas o a Rivera eran los principales patógenos que estaban carcomiendo los cimientos de las siglas 

Ojo, no estoy diciendo que lleven razón y que Cs este moribundo, pero desgraciadamente, hay comportamientos y actitudes que si pueden llevar al partido a la extinción. Hablo por ejemplo de los cuchillos que vuelan y que atraviesan la dignidad de otros compañeros de cuadrilla. Ataques como el perpetrada por el concejal de Cultura, Antonio Manresa a su colega, el diputado en Corts Valencianas, Emigdio Tormo. En esta arremetida, el edil se despachaba a gusto a través de Twitter,-no me cansaré de decir que esta red social la carga el diablo-, y escribía: “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, y Emigdio Tormo carece de empatía con los afiliados, con los cargos orgánicos, y con los cargos públicos, además de solo tenerse a él como amigo, resumiendo no es la persona más adecuada para pedir nada, y menos dimisiones”.  Respondiendo así a un titular en el que se reflejaba el ruego del diputado autonómico a que Emilio Argüeso, secretario de Organización de Cs en la Comunidad Valenciana, renunciara a su cargo. Comportamiento infantil, -y me duele decirlo, dado el aprecio que le tengo al señor Manresa-, y que atenta contra una de las normas no escritas de la política: Los trapos sucios se limpian de puertas para dentro. Tanto él como el señor Tormo han metido la pata al cargar públicamente contra un compañero de filas. Actitud, que como ellos sabrán, viola uno de los puntos del Reglamento interno de Ciudadanos, concretamente el artículo 6.2: “Respetar públicamente la imagen del partido, de sus órganos y de todos sus afiliados, así como la dignidad de sus miembros.” Una integridad, que es quebrantada, sobre todo en el caso del Tweet escrito por el concejal, puesto que, de manera torticera, ataca no solo políticamente, sino también personalmente a Tormo. 

Me está doliendo escribir estas líneas, de verdad lo digo. El tecleo de las letras se fusiona con el dolor en el corazón. Es la primera vez, -desgraciadamente no será la última-, que escribo una columna reprochando algo a un allegado, pero si no lo hiciera, estaría atentando contra mis principios. Valores, que también me animan a avisar a los navegantes, a iluminar el faro averiado antes de que el barco sea pasto de las rocas acantiladas. Porque, el pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas. Todavía tenemos tiempo de cambiar el rumbo, de acallar todos los rumores de una posible desintegración. Ladridos, que no cesaran, si nos matamos entre nosotros y dejamos de avanzar. El que no avanza retrocede, dijo Pablo. Así desapareció UCD, cuando los propios escuderos de Adolfo Suárez le cortaron la cabeza y las siglas se desmembraron. Si no queremos correr su misma suerte tenemos que aparcar nuestras diferencias internas y remar todos en la misma dirección. Unidad, que no conseguiremos, hasta que no dejemos de ver fantasmas que no existen, hasta que dejemos de comportarnos entre nosotros como enemigos y empecemos a entendernos. Un servidor a vivido de primera mano este enfrentismo absurdo entre compañeros. Mismamente, al publicar mi anterior columna titulada Un nuevo comienzo, una mujer que decía ser de prensa del partido me llamó al día siguiente de su publicación y me animó a que enviara las columnas a Ciudadanos antes de que el director me las publicara. ¿Cómo vamos a remontar si ni siquiera nos fiamos los unos de los otros? Eso de divide y vencerás, no pasa ni en las películas, miren sino como en los largometrajes de terror cuando se separan los protagonistas acaban todos teniendo un final funesto. 

Porque de miedo me parecen este tipo de conductas. Esos enfrentamientos internos, - que no hay que confundirlos con el debate-, esos controles despóticos que no llevan a ninguna parte, más que a cortar las alas de la autocrítica. En lugar de quejarnos, o de insultar a aquellos que profetizan la desintegración del partido, debemos buscar nuestros puntos fuertes para no empeorar lo que ya es estable, y nuestros aspectos más débiles para evolucionarlos como si de un análisis D.A.F.O se tratará. 

Autocritica, sí, pero sin que vuelen los cuchillos, puesto que, si están muy afilados, el tajo puede ser mortal para el proyecto.  

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