PODCAST ABIERTO A JORGE SALAS 

Cuatro discos (valencianos) '2018eros' desde las vecindades del sur

10/12/2018 - 

ALICANTE. Vale, sí, nos ha entrado un poco de goleta de leer al compañero Salas proponiendo discos para la salvación desde el cap-i-casal, para las salvación más o menos indie, para la justificación de que València está ahí, en el meollo del asunto. Aunque él habla de “las fronteras del Reino de Valencia” y nosotros somos más de País, vamos a tirar por el rollo Comunitat de vecinos y desde las vecindades del sur hemos tomado la iniciativa de echarle una mano en la cartografía del añito musical 2018, en lo que a producción autóctona se refiere.

Desde que empezamos con el rollo cultural por aquí, por los alrededores de Luceros, que hacía falta un nuevo relato en lo cultural, no digamos en lo musical, que enlazara un hilo narrativo común para las diferentes conurbaciones del sur territorial. ¿Y si resulta que el storytelling de la cultura en Elx, Alicante, Benidorm, L’Alfàs, Altea, Alcoi,... pasa por un único hilo narrativo? ¿Y si ese continuum urbano que es la costa -y también la montaña- de las comarcas de Alicante puede ser un sujeto narrativo común? Pues eso, que nos ponemos en modo spotify para ver los sonidos que hemos generado desde aquí y nos sale esto (y esto es la primera entrega, la semana que viene más: Las Infrarrojas, La Jetée, Pasapogas Hammond Quartet, Tanaka,...)

Nacho Casado: Verão (Autoproducido/Hidden Track Records, 2018)

Elx

- ¿Te supondría un problema que te relacionaran con el easy listening y el lounge?

“Para nada, todo lo que sea salir del mundo indie, ¡bienvenido sea, jajaja! Ya sabes, las etiquetas son solo eso, etiquetas. Sí que me gustaría subir un escalón a nivel profesional y que se tome más en serio mi trabajo”. Así nos respondía Nacho Casado a principios de 2018, con el vinilo precintado y con olor a nuevo todavía, hablando del trabajo que se acababa de marcar, en la introspección obligada por la paternidad, tras sus trabajos con Pilar Guillén en La Familia del Árbol: La Montaña y el Río (Mushroom Pillow, 2011) y Odisea (Cydonia Records, 2015). Del indie-folk psicodélico de estos discos, Nacho pasó a la austeridad de la voz y la guitarra, tomado por el espíritu de João Gilberto, bossa nova entre las palmeras de los huertos ilicitanos, el rumor del mar a lo lejos.

Acabada su gira junto a Damien Jurado, que lo ha llevado por teatros en toda la península y a una más que probable proyección internacional, Nacho y Pilar anuncian que pretenden retomar el proyecto La Familia del Árbol, con nuevos invitados. De momento, apostamos porque alguno de los temas de Verão, tal vez Chet Baker, tal vez Edén, aparecerá en esos recopilatorios de mejores temas de 2018 que las cabeceras especializadas suelen lanzar a principios del nuevo año.

We Are Not Brothers: III (Oráculo Records, 2018)

Alcoi

“III” sirve para un roto y para un descosido, para una rave íntima y para una multitudinaria comunión, engancha las neuronas con la apertura de La conocí en un concierto de Esplendor Geométrico, para bajar en barrena a las entrañas, cogidos de la voz de Ana Curra, con la oscura y a veces hipnótica Europe is dead, inspirada en el encontronazo Crudo-Varufakis, y hacerte saltar como una dosis de speed, con su Quijote mákina, como si a los Einstürzende Neubauten les hubiera puesto bases Chimo Bayo, en València ist gefährlich. A partir de aquí, una caída en los abismos del techno industrial, el dark, el post-punk y la subversión, desde la intro L'enigmàtic martell de Ned Ludd, que da paso al recital percusivo de Hugo Mas en 121 Xemeneies y marcarse tres autohomenajes a la fiesta y la diversión más rave: breakbeat hardcore, jungle y dubstep en Aquesta rave és una merda; guitarrazos post-rock, ambient y distorsión en compañía de los amigos Juanjo y Miquel The Suicide of Western Culture (TSWC) y su toque kraut, en el tema tal vez más “asequible” del disco, Remember always to forget, junto con el cierre de Morir més enllà d’Alfa Centauri, tota una banda sonora sideral comandada por la orgánica percusión de una batería frenética. 

Els Jóvens: Els Jóvens (El Niño de la Hipoteca Records, 2018)

Sant Vicent del Raspeig

El grupo de Sant Vicent del Raspeig publicó su primer álbum, de nombre homónimo, el 16 de abril de este mismo año. Siete meses más tarde, hacían triplete en los Premios Carles Santos de la Música Valenciana después de recoger también cuatro galardones en los Premis Ovidi.

Los cuatro Premis Ovidi que obtuvo la banda les reconocía como intérpretes revelación, mejor canción por Anís Tenis, mejor letra por T'ailoviu més que l'hóstia y mejor diseño de disco. Precisamente unos reconocimientos a la música en valenciano, mientras que los galardones obtenidos en los Premios Carles Santos reconocen los méritos de la música hecha en la Comunitat Valenciana, independientemente del idioma. 

“Nuestra canción de autor nos iba derivando a este formato híbrido entre lo tradicional y el pop”, dice Pep Mirambell, frontman de la banda, pop con bandurria que solivianta el ánimo con el espíritu pachanguero que toda banda valenciana porta en su ADN.


Futuro Terror: Precipicio (BCore, 2018)

Alacant

A José Pazos, Néstor Sevillano y Héctor Bardisa les colgaron el sanbenito del post-punk como les podrían haber colgado el del shoegaze cacharrero o la última esperanza underground, etiquetas molonas de fácil colocación en una crítica de 400 caracteres. Y no se puede decir que no haya ramalazos de todo ello en los tres discos de la banda, como también de power-pop, de hardcore, garage, britpop, low-fi, incluso alguna gotilla de northern. Pop, a resultas, si le preguntas a José Pazos, que ha salido huyendo de la capital alicantina, con la ayuda de la lotería de su profesión docente, como un sorteo de reemplazos en la antigua mili. “Siempre he estado quemado de esta ciudad, lo raro es que me haya ido antes”, le confesaba a Àlex Zahinos hace unos días en estas mismas páginas. Alicante es como una piscina sucia al final del verano, con los bordes negros de roña, en la que conviven chapoteadores, cuerpos muertos y nadadores experimentados. Para estos últimos, conseguir una calle donde pegar unas cuantas brazadas sin que lo hundan de un manotazo o le suelten un “este qué se ha creído, que está en las Olimpiadas”, es una tarea titánica. O bajas a medianoche o pagas en la piscina de un multicentro deportivo. Lógico que haya quien se asfixie y necesite coger aire por ahí fuera.

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