La pandemia ha demostrado que el sistema de privatización de la gestión de determinados servicios públicos “esenciales” o “sensibles” tenía grietas importantes. O los pliegos son inadecuados, o no se cumplen y en ese caso la labor de inspección de la administración no se ha estado haciendo correctamente tampoco. Las miles de personas fallecidas en residencias de ancianos durante la pandemia probablemente hubieran sido muchas menos si en estos centros hubiera habido otra gestión y otro control. Me pregunto además, cuantos ancianos mueren en residencias y pensamos que era inevitable y han pasado meses o años sin los cuidados básicos.
El geriátrico de Altabix en Elche es un centro que lleva años bajo sospecha. Los familiares de las personas que allí viven han denunciado en numerosas ocasiones que no se les da el trato adecuado. Recuerdo hace un par de años como una familiar logró obtener fotografías de los colchones podridos o de los inodoros o duchas totalmente desconchados.
Las fotos acabaron publicadas en los medios de comunicación, pero los familiares hicieron su trabajo y primero lo denunciaron a la dirección, luego a la conselleria responsable y ante la inacción de unos y otra, acabaron en el Síndic de Greuges y en los medios.
El Síndico ha llegado a hacer más de cuatro informes con recomendaciones a la empresa que lo gestionaba y a la administración competente, la autonómica. Se certificó falta de higiene, de personal, de material, fallos en la alimentación. Una usuaria me contaba esta semana que sacaron del geriátrico a su padre porque perdió 20 kilos en 4 meses. El médico que lo evaluó al salir diagnosticó desnutrición severa. Se me ponen los pelos de punta de pensarlo.
Hace un año se acabó la concesión a la empresa que lo gestionaba y la Conselleria sacó de nuevo el concurso que ganó otra empresa. Las familias depositaron en ella todas sus expectativas... y al poco comprobaron que de nuevo sus familiares estaban desatendidos por completo. Las propias familias empezaron a organizarse para acudir al centro y atender a los familiares dándoles la comida o aseándolos, y cubrir así la falta de personal.
Pero llevo el coronavirus y se cerraron los geriátricos. A partir de ese momento ya no pudieron tener ningún contacto con sus familiares y tampoco obtuvieron información respecto a qué medidas se estaban adoptando y todo lo que conllevó el Estado de Alarma para los geriátricos.
Han tenido que volver a denunciar la indefensión en la que se encuentran hasta que el Sindico ha vuelto a emitir un informe que en esta ocasión es ya mucho más contundente. Exige que se "multe a la empresa" por sus incumplimientos, (llevan un mes o mas sin medico en el centro, por ejemplo), pero sobre todo responsabiliza a la conselleria de Políticas Inclusivas de lo que está pasando y pide que asuma con personal propio la falta que hay en el centro, que asuman también la adecuación de los espacios deteriorados, y sobre todo, exige que haga que estas personas estén atendidas con las medidas de higiene, seguridad y alimentación que requieren y con la dignidad que merecen.
Lo que más me ha llamado la atención de las deficiencias del centro es que los informes destacan que los ancianos y ancianas que viven allí tienen falta de sol, luz natural y movimiento.
Los tres meses que vivimos en Estado de Alarma hemos probado todos como podría ser vivir sin poder salir al sol y al aire libre. ¿Se imaginan cómo es entonces el día a día desde hace años de las personas que viven en ese centro? ¿Cuántos geriátricos hay así? ¿Cuántos diagnósticos de desnutrición de un anciano necesitamos para parar esto? ¿Cuántos muertos?