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Cuando el dinero trabaja para un futuro mejor

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VALÈNCIA. Margarita Albors creció pensando que formaba parte de la clase media, hasta que estudió en Harvard. Entonces se dio cuenta de que igual pertenecía más a ese 3% de la población privilegiada que disfruta de acceso a educación, a una vivienda y a una vida digna. El contraste que había entre las personas con las que compartía el aula con las que luego se cruzaba por las calles es lo que le hizo cambiar de opinión. Era 2008, en pleno estallido de la quiebra de Lehman Brothers, el desencadenante de una crisis mundial que arrojó a muchos a la pobreza y redujo la ayudas sociales a la mínima expresión.

Visto esto, y ya de vuelta en España, en 2010, esta ingeniera industrial de formación se propone montar algo de impacto social. Crea Social Nest Foundation convertida hoy en una fundación que trabaja para catalizar la colaboración de los actores económicos y dar respuesta a los problemas sociales y ambientales que tenemos. Como stakeholders trabajan con emprendedores, startups, corporaciones, inversores, fundaciones, administraciones públicas y cualquier otra institución o persona interesada en jugar un papel que resuelva problemas que atañen al mundo actual.

A los inversores no los introdujeron en la ecuación hasta, aproximadamente, 2017/ 2018, cuando empezaron a notar en ellos cierta inquietud por alinear su patrimonio a determinados valores. 

Ahora, después de trece años de Social Nest en activo, Margarita Albors observa satisfecha que, «aunque todavía queda mucho por hacer, la inversión de impacto representa ya un 1% de toda la inversión a escala global». En el caso de España, según datos del último informe de Spain nab, organización mundial que impulsa la economía de impacto, se calcula en torno a los dos mil trescientos millones de euros los que se invierten entre fundaciones, fondos de venture capital y la banca ética. Valencia, por su parte, es un reflejo de lo que sucede en España, aunque Albors señala como peculiaridad una mayor implicación de las administraciones locales y autonómica por promover este modelo económico. 

Emprendedores más resilientes

También surgen en la Comunitat Valenciana iniciativas particulares que apuntan en esta dirección. Como ejemplo, Albors cita a Zubi Labs, el ecosistema que promueve Iker Marcaide para unir talento emprendedor con inversión para dar solución a retos sociales y ambientales y construir un futuro mejor.

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