sopa de letras

Crear una editorial en plena pandemia: el caso de Tiempo de Papel

9/09/2021 - 

VALÈNCIA. A Paco Ivars le brillan los ojos cuando habla de libros. Y con razón. Este noviembre se cumplen 6 años desde que se pusiera al frente, junto con su mujer, de la librería Berlín, enclavada en la calle Polo y Peyrolón, en pleno barrio de Mestalla (València). No es el único logro que celebran. Este 2021, Tiempo de Papel Ediciones, su sello editorial, sopla las velas de su segundo aniversario –pandemia y confinamiento de por medio–. El camino, salta a la vista, no ha sido sencillo, pero Ivars asegura que están más que satisfechos con los resultados.

Este septiembre de 2021, ya son seis libros los que atesora el catálogo de Tiempo de Papel Ediciones. Otros cinco se encuentran, además, en proceso de edición. Entre cajas de libros («decimos, en tono jocoso, que nos pasamos el día abriéndolas»), y con uno ojo en la librería y otro en la joven editorial, a Paco Ivars le falta tiempo («no nos aburrimos», asegura), pero no ganas. Una tarde de verano –todavía calurosa– atiende a este diario entre estantes repletos de publicaciones, e ilusiones sobre el porvenir. Y, por supuesto, como no podía ser de otra manera, también entre mucho papel.

-Que nazca una pequeña editorial independiente como la vuestra en un momento como lo hicisteis –en 2019, aunque vuestro primer libro editado es de 2020– es todo un reto. ¿Cómo ha sido el proceso?
-Tomamos la decisión y en seguida llegó el confinamiento. Y eso que ya, de por sí, el inicio de una editorial siempre es complicado…

Cuando finalmente has tomado la decisión, tienes que considerar, primero, qué tipo de libros quieres editar: qué quieres hacer. El primer libro cuesta muchísimo porque siempre va a ser tu primer libro. Dentro de las limitaciones de alguien que empieza, no puedes acceder a ningún premio Nobel; tienes que limitarte a los manuscritos que puedas conseguir, porque, además, no todas las agencias literarias envían manuscritos a alguien que empieza.

Y, si hablamos de que es complicado editar, luego, cuando crees que ha acabado todo y tienes el libro en las cajas es cuando realmente empieza todo: la venta. Ahí compites con auténticos transatlánticos. Y, entre tu editorial (que un librero no conoce) o Anagrama o Acantilado, la elección es obvia. Tenemos que pelear libro a libro: ferias, presentaciones… todo aquello que, precisamente por la pandemia, no se ha podido hacer. Y eso que nosotros tenemos la gran suerte de que nos acompaña detrás una librería, que es un apoyo que no todos tienen. En cualquier caso, creemos que en 2022 podremos retomar las actividades «normales».

-¿La evolución de la editorial, hasta la fecha, es positiva?
-Si el año pasado nos dicen que vamos a tener ahora seis libros editados, y entre cuatro y cinco más firmados y preparados para editar… no lo habríamos creído. En ese aspecto, estamos muy contentos.

Ahora, junto a compañeros de otras editoriales, estamos explorando formas de juntarnos para optimizar recursos (que los costes de publicidad sean menores, poder asistir a ferias…): queremos aunar esfuerzos para que el resultado sea llegar a todas las librerías posibles en España. Es importantísimo estar presente. Y eso que la Feria del Libro de este año, en octubre, no se celebra en la mejor fecha, pero mejor eso que nada.

-¿Cuál es la línea editorial que estáis siguiendo en Tiempo de Papel Ediciones?
-Hemos apostado, de momento, por narrativa. Lo representamos en una frase: «Diferentes miradas». Diferentes miradas de la sociedad, diferentes miradas de analizar. Por circunstancias, tenemos varias publicaciones de fuera de España, concretamente de Francia y Canadá. Ahora estamos trabajando en dos nuevas publicaciones, Donde los perros ladran por la cola, de Estelle-Sarah Bulle, un libro francés; y Kukum de Michel Jean, canadiense.

-¿Cómo diferenciarse, incluso competir, con los grandes conglomerados editoriales?
-Tengo claro, como librero, que tengo que defender un libro, sea de Tiempo de Papel Ediciones o de cualquier editorial. Cuando recomiendo un libro, he de hacerlo convencido y orgulloso. Y, en la editorial, quiero que todos nuestros libros sean vendibles, recomendables, e incluso aconsejables.

Huimos –o huiremos– de la parte simplemente comercial. No es que no queramos un bestseller: lucharemos porque nuestros libros lo sean, pero lo que quiero decir es que, cuando recomiendas un libro, y la gente vuelve y te da las gracias… esa sensación es indescriptible. Y eso es lo que queremos con nuestros libros.

Quizá «competir» no sea la palabra. Normalmente, las grandes editoriales –además de ser grandes– hacen apuestas seguras por escritores consagrados. La vertiente, por ejemplo, de la persona famosa que escribe un libro. Yo no soy quien para criticar a una persona que decide escribir un libro –yo me siento incapaz de hacerlo–, así que no voy a juzgar a quien lo haga. Pero es mucho más fácil la venta de un libro que sale en el telediario que el de uno que nadie conoce. Para una editorial grande hacer un plan de marketing de alguien conocido es sencillo.

Pero nosotros, ni podemos, ni queremos competir con nadie. Queremos un catálogo de diez, quince libros, que nos hagan sentir orgullosos. Esa será nuestra competición.

-¿Cuál es el equilibrio que mantenéis entre autores consagrados y autores nuevos?
-Ahora hemos firmado con una agencia uruguaya. Un ejemplo de ello es El zambullidor, de Luis do Santos. También hemos publicado recientemente Relatos de barro, que se ha dicho mucho que tiene similitud con Black Mirror, que está de moda. Su autor, Miguel Roselló, nos envío una serie de relatos duros que pensábamos que podía encajar en un libro como el que hemos realizado.

Pero, sobre todo, nos fijamos en el libro y en las personas a las que se lo dejamos para leer. También leemos las opiniones a través de Internet y, en algunos casos, vienen ya con algún premio bajo el brazo, como en el caso de Las Mafiosas, de Pascale Dietrich.

-¿Cómo se decide qué publicar y qué no?
-Es un proceso bonito, a veces duro, porque hay textos que se pueden editar, pero no se puede editar todo. A través de nuestra página web nos llegan bastante manuscritos, que pasamos después por un proceso de selección, puesto que quizá algunos no cumplen con los estándares de calidad mínimos. Y los revisamos con personas que entienden del tema, que analizan cómo está escrito, que valoran su calidad literaria.

Los que vienen de agencias ya han pasado, por así decirlo, esa criba, porque ya están editados en otros países, lo que nos permite tener una idea de lo que puede ocurrir. Pese a ello, no quiere decir que el libro que vende 5.000 libros en Francia vaya aquí a vender si quiera 1.000. Pero te ofrece una mínima seguridad.

A veces hablamos con los autores y llegamos a un acuerdo en seguida, como con Teresa Moure, una escritora gallega que nos ha sorprendido gratamente con su propuesta, Ostracia. Con algunos autores afinamos un poco los textos; un proceso que surge de la correctora, el autor… Es bonito, insisto, pero a veces un poco estresante también. Después, algunos son más proclives a modificar y otros se cierran en banda. Pero, por norma general, cuando se ha acordado que vamos a editar algo, ya entramos en ese proceso de ver qué se podría cambiar qué no, y sopesamos.

-Es un debate recurrente: ¿se publican o no demasiados libros?
-Como comentaba antes, las ventas se van tener que luchar libro a libro. Nuestros libros, sin ir más lejos. A las librerías a las que los distribuidores llevan el libro si, a los quince días no se ha vendido, se devuelve. En quince días no da tiempo a cambiar las mesas y los escaparates, pero, si no lo devuelves en quince días, el distribuidor lo cobra y nadie quiere que le cobren un libro que tiene encima de la mesa.

Es la parte que nos hace pensar que, antes o después, quizá tengamos que crear una pequeñita red paralela de distribución donde poder dejar libros en depósito porque, si el libro no está en las librerías, es imposible que se venda a no ser que una persona famosa haga una buena crítica en radio o televisión; una de estas cosas inesperadas que pueden surgir porque el libro es bueno.

Hasta en supermercados se puede comprar el libro. Es algo que digo como reflexión, porque no soy quién para prohibir, pero creo que cada sitio tiene sus canales de venta. Yo, por ejemplo, no devuelvo un buen libro. Es algo que va en contra de mi religión y no me importan los plazos de distribuidores. Los buenos libros se los lleva la gente, este mes, el siguiente o el otro.

Por otro lado, está el tema de la autoedición. Nosotros ahora mismo no nos lo planteamos, la verdad. No quiero ser duro, pero quizá a veces se publican libros sin un mínimo de calidad. Y luego las expectativas, que pueden no cumplirse. En España se editan cerca de 90.000 libros al año, quizá entre 5.000 y 7.000, si tuviera que decidir una editorial –si no fuera autoeditados–, no se publicarían. Y lo digo con todos mis respetos ante la persona que se pone a escribir un libro.

-¿Cómo ha vivido la librería esta turbulenta época?
-Con la librería estamos también muy contentos. De hecho, hemos podido ampliarla. Hemos cogido otro local, al lado, para tener más espacio para hacer presentaciones, lecturas, charlas… eso creo que resulta imprescindible. Aparte del factor experiencial, que es muy importante, la gente que compra libros también tiene inquietud por comentar, hacer charlas, clubes de lectura… Muchas cosas, sin duda.

-Iniciativas como Sentim les llibreries defienden que las librerías siguen muy vivas, ¿es así?
-Hemos participado las dos veces. La primera fue una sorpresa, porque creo que no le dimos la importancia que tuvimos que darle hasta que nos vimos desbordados. Coincidió, además, con un momento de dificultad, porque muchas librerías cerraron; nosotros tuvimos la suerte de que, al tener prensa y papelería, pudimos mantenernos abiertos. Fuimos unos privilegiados. En esta última edición quizá ha habido un poco menos de participación, pero igualmente ha sido una experiencia maravillosa. Y algo que hemos detectado es que la gente vuelve a estar con las librerías de barrio: con el comercio de proximidad.

Por otro lado, plataformas como todostuslibros.com, como respuesta a Amazon, que ha surgido por y para las librerías, es una opción también muy interesante para adquirir libros de forma online; la suma de todas las librerías para vender libros conjuntamente. Enviamos a las 21h de la noche el stock de lo que tenemos en la librería, por lo que está todo actualizado y correcto. Tienes la posibilidad, además, de que te diga donde conseguir el libro que quieres en la librería más cercana. E, incluso, una librería puede pedir un libro a otra librería para venderlo. Es una iniciativa también muy buena.