A la luz de la opinión pública se han mostrado algunas deficiencias en nuestro sistema actual de gestión de residuos urbanos, es decir, de las basuras de nuestras casas. Este es un viejo problema al que no se le ponen soluciones nuevas, aunque las haya. Y todo por una serie de prejuicios y dogmas, más o menos ideológicos, que no permiten ver la realidad de un mundo que está cambiando, como lo hace la tecnología a aplicar en estas cuestiones.
Es por tanto, que en esta cuestión la primera tarea que debemos hacer cómo sociedad es deshacernos de los prejuicios y, con la tecnología adecuada, convertirlos en energía. En materia de gestión de residuos hay una máxima, que imponen las autoridades comunitarias, basadas en las ‘3R’: reducir, reutilizar y reciclar. Más allá de ello, hay una gran parte de nuestros residuos que no pueden ser sometidos a estos procesos, estos son los denominados también por un concepto en ‘R’, rechazo.
Las propuestas de hace más de 50 años para estos materiales eran dos. Una, quemar, incinerar. Dos, enterrar. Ninguna de las dos es hoy viable ni económica ni medioambientalmente. Son insostenibles. Así que hay que buscar nuevas alternativas, y una de ellas es la valorización energética mediante gasificación, que en ningún caso sustituye o es alternativa al reciclaje, sino que es un proceso más en la jerarquía de actuaciones de un modelo eficiente de gestión de residuos insertado en el ciclo de economía circular. El último Eurostat, que ofrece datos de 2015, afirma que la valorización energética supone en la UE el 27%, con un incremento de 8 puntos desde el último informe de los países miembros de la Unión, principalmente en Alemania y países nórdicos.
La propuesta de una sociedad moderna, bien a través de las ‘Smarts Provincies’ o de otras iniciativas también desde la administración como el ‘Distrito Digital’, es aprovechar el potencial tecnológico propio, nuestra capacidad de innovación y desarrollo. La provincia de Alicante es muestra de ello, y si se me permite renunciar a la falsa modestia, nuestra empresa también.
Hemos demostrado que es posible aplicar técnicas de gasificación de residuos para generar dos soluciones partiendo de un único problema. El primero de ellos sería aprovechar, convertir en un activo, los residuos que no pueden tratarse y que están abocados a terminar bajo nuestros pies, enterrados. El segundo, que podemos hacer de ellos una fuente eléctrica que abarate nuestro mix energético actual, ganando por ello autosuficiencia con respecto a combustibles fósiles.
Desde Elche, hemos puesto en marcha tecnología propia con patente mundial: la gasificación 4G. A diferencia de la incineración, nuestra tecnología emplea tan sólo el 25% del oxígeno necesario para la combustión de los residuos, lo que supone evidentes ventajas medioambientales, como una emisión de gases invernadero casi nula. Es más, en nuestros procesos de gasificación, la energía química contenida en la materia orgánica se convierte en energía química contenida en un gas. Este gas es el combustible que nos permite generar energía. De todo el proceso, sólo queda una ínfima cantidad de ceniza que también se devuelve al proceso de reutilización, en muchos casos como fertilizante, material de construcción, etc… en función de sus orígenes.
En definitiva, deberíamos dejar atrás los prejuicios del pasado sobre tecnologías y métodos de ayer que en nada se parecen a los de hoy. Y sobre todo dejar de buscar fuera sin pensar que muchos valencianos y valencianas, desde aquí mismo, desde esta provincia, estamos generando soluciones para otros territorios, siendo ignorados en el nuestro.
* Juan José Hernández Samaniego es el CEO de Greene Waste to Energy