Estamos en el decimotercer día de confinamiento, y ya hemos pasado, a estas alturas, por todo tipo de situaciones domésticas, así como por los más variados estados anímicos. Yo aún no he llegado a contar los granos de arroz de un paquete de kilo, como sugería alguno, pero todo se andará. Tampoco cazo moscas, de momento, pero cuando escucho hablar a la ministra de Igualdad me da vueltas la cabeza, como a la niña de El Exorcista. Veo que el discurso de Podemos va a ser ponerse de perfil y echarle la culpa del error histórico de la manifa del 8 de marzo a los ministros del PSOE. Son, sin duda, momentos muy delicados, en los que está aumentando el número de contagiados e ingresados, consecuencia de la borrachera del 8-M. Qué lástima que esta fecha, en vez de ser de conmemoración y reivindicación para todas las mujeres, vuelva a ser fatídica, como la del episodio luctuoso de aquellas mujeres, que dio origen a su conmemoración como Día Internacional. Dimisiones entre el Gobierno o aledaños, por el momento, ni una. Era de esperar
Que el número de fallecimientos iba a ser dramático en España, teniendo en cuenta nuestro grado total de imprevisión y la cachaza demostrada por todos ante la que se nos venía encima, era de cajón. Sin embargo, querría hacer algunos apuntes al respecto. En primer lugar, muchos de los ancianos de más de ochenta y cinco años que están falleciendo con el coronavirus, habrían sucumbido igualmente ante la gripe común. En segundo lugar, no entiendo por qué estamos casi todos confinados en casa, mientras otros andan en las obras pegando martillazos, pues con este confinamiento a medias no creo que consigamos parar al virus. En tercer lugar, no me creo las cifras de fallecimientos de China, ni tampoco las de Alemania; me da la impresión de que en ambos casos están haciendo las cuentas en plan propagandístico.
Lo que no sé es cómo saldremos de ésta, ni, lo que es peor, cuándo. Es una situación sin precedentes, de la que espero que resultemos más unidos como país, dado que no tenemos otra solución que luchar juntos contra el enemigo común. Nuestra economía se va a resentir y vamos a tener que trabajar muy duro para superar la crisis que nos espera, cuando podamos regresar a nuestras vidas de antes. Los ERTE suman ya más de 200.000 y los trabajadores afectados por ellos son más de 1,5 millones; cifras dramáticas, sin duda, como todo lo que nos envuelve en estos momentos. Por otra parte, las ayudas de algunas empresas van a ser vitales para poder frenar al coronavirus. Pero, sin duda, los héroes del momento son nuestros sanitarios y el personal auxiliar, que están en primera línea, jugándose la vida. Gracias. Y también a las cajeras de los súper, pobres mías.
En estos días he recibido, como supongo que todos ustedes, un cargamento de memes, mentiras, mensajes tiernos, ideas geniales, así como de estupideces. Lo grave es que no es fácil separar lo bueno de lo malo. Les confieso que me siento invadida en mi tranquilidad por algunos de esos mensajes, por lo que he optado por abrir el mínimo de vídeos posible, para tratar de preservar mi salud mental. Se lo recomiendo vivamente, se está genial manteniendo a raya la sobreinformación. Pero, si tienen gana de ver programas de calidad e interés sobre el coronavirus, consulten los programas Milenio Live, de Iker Jiménez y Carmen Porter. Ya ven qué país, el periodista del misterio es el que hace los programas serios, y en cambio algunos ministros parece que hubieran sido agraciados con el cargo en una tómbola.
Permítanme que, para terminar, les traslade un mensaje de Justo, mi padre, superviviente de muchas luchas, por si les pueda servir de alguna ayuda. Ayer mismo nos decía que “estamos en un mundo lleno de miedos y bulos. Casi nada nos debe cambiar nuestro hábitat y dirección. Si les seguimos, nos arrastran y nos deja inertes”. Considero, al igual que él, que, para mantenerse hoy a flote, se precisa de cabeza fría, templanza, fe en el futuro, paciencia, determinación y fuerza. Y que no decaiga el ánimo, por favor.