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reflexionando en frío / OPINIÓN

Conceptos equivocados

23/08/2020 - 

“Discrepancia no es sinónimo de deslealtad”, aseguraba Cayetana Álvarez de Toledo en las escalinatas del Congreso de los Diputados ante los micrófonos tras su destitución como portavoz parlamentaria del Partido Popular.

Tengo la sensación de que confundimos conceptos, tergiversamos las palabras atribuyendo determinados comportamientos o sinergias a figuras que representan precisamente todo lo contrario de lo que se insinúa sobre ellas. No quepo en mi asombro al escuchar en la boca de algunos el atributo de radical refiriéndose a la exportavoz del PP en la cámara baja. Más si sabe teniendo en cuenta los deseos que la ahora diputada rasa desveló en una entrevista en ABC en donde señalaba su anhelo de formar un gobierno de concentración dirigido por PSOE, PP y Cs. ¿De verdad eso es ser fanática? Si aquella insinuación es propia de una radical no me imagino lo que son los pactos del PSOE en Navarra con Bildu. Presidenta foral, María Chivite, que para colmo ha aplaudido la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo felicitando la nueva deriva moderada del partido de Pablo Casado. La amiga de los filo-terroristas dando lecciones de tolerancia. Así es la nueva anormalidad. Y no vale llenarse la boca con lo de que Bildu no es ETA, -un servidor sabe de sobra la diversidad ideológica de la formación de Otegui dada la amistad que mantengo con el exdirigente aberzale Rafael Larreina-, porque ya vimos cuando en las elecciones autonómicas vascas del pasado julio varios exterroristas consiguieron entrar al parlamento de Euskadi por Bildu. Casuística representante de la verdadera radicalidad, la de unos fanáticos delincuentes que violentaron la ley por meros intereses ideológicos. Ese es el verdadero peligro, la España que se escandaliza por una voz más alta de la cuenta en lugar de irritarse por la presencia de exreclusos en las instituciones. Soy un firme defensor del principio de reinserción, pero… Añoro el gobierno de los capaces, la presencia de los ciudadanos más competentes en la vida pública. 

Intelectuales como Álvarez de Toledo, pensadores que parecen no tener cabida en política, o al menos eso es lo que piensan muchos ciudadanos al ver panoramas en los que el cesarismo predomina por encima del criterio propio. Esta misma semana mi buen amigo el escritor Francisco Gijón me preguntaba, no sé si de forma tramposa, si de verdad tenía fe en el desarrollo político de las personas honradas. Enlazo la integridad con el calado intelectual porque son muchos autores los que vinculan a la formación como uno de los diques de contención contra la corrupción moral. Me viene ahora a la cabeza la figura de José Luis Cifuentes, catedrático de Lengua Española en la Universidad de Alicante y candidato de Ciudadanos a la alcaldía en 2015 que vio como le hacían la cama sus propios compañeros obligándole a abandonar el consistorio dejando huérfano de razón al ayuntamiento. Ya me avisó por aquel entonces el ahora senador por el PSOE José Asensi de la poca proyección que le auguraba a su colega en política. Los libres pensadores tienen las patas muy cortas en la mentira teatral representada por los parlamentos…   

Instituciones ausentes en muchas ocasiones de la realidad nacional y que ejercen como ollas sociales calentando la existencia exacerbando los impulsos primitivos del ser humano. “Los políticos quieren muertos”, me decía un allegado el otro día. Y aunque parezca una exageración, que lo es, no hay que ignorar la extrapolación de la situación catalana al resto de España. Tensión provocada por determinados políticos de perfil aguerrido como el de Cayetana Álvarez de Toledo, Pablo Echenique, Adriana Lastra o Javier Ortega-Smith. Dirigentes sembradores de odio bañado en vísceras provocadoras de la revelación ciudadana desde el punto más primario. Antigua y a la vez perpetua condición humana que está latente en su punto más álgido. Esta misma semana, sin ir más lejos, era Trending Topic en Twitter el hashtag #SerDeVoxEsSerMalaPersona

Necesitamos a gobernantes que no olviden la naturaleza artística de lo posible que representa la política. Dirigentes viriles con talante capaces de actuar de manera contundente, pero sin caer en el radicalismo y ejercer la empatía dialogante sin dejarse llevar por la tibieza. Existe una confusión preocupante entre la contundencia con la radicalidad y una equiparación errónea entre el carácter dialogante con la sumisión. Aristóteles señaló la existencia de la virtud en el termino medio dejando escrita la imposibilidad de convivir con determinadas ideas en el centro insinuando la obligatoriedad de pronunciarse tajantemente respecto a ciertos aspectos de la vida en los que no está permitida la equidistancia. El Partido Popular se ha dejado llevar por la camarilla mediática inconformista con cualquier cosa que proceda de los reductos contrarios poniendo a una dócil parlamentaria al frente de su grupo por miedo a las acusaciones de radicalidad.  Prefieren a personajes sumisos con menos formación que sepan aprenderse un argumentario antes que dar la batalla de las ideas bajo el criterio de mentes pensantes.

Políticos capacitados que son sinónimo de moderación. Siempre se ha dicho que el primero en caer en el insulto en una riña es el que menos calado intelectual atesora. Existieron dirigentes dandis como François Hollande o Konrad Adenauer que hicieron del talante una de sus señas de identidad. Modales ausentes hoy en día en la política al confundirse la chabacanería con la contundencia o entremezclar el civismo con la tibieza como ocurre en el caso de un Miquel Iceta seductor del secesionismo. Podría aprender de Emmanuel Macron cuando pese a su finura conciliadora avisó de manera determinante sobre la imposibilidad de una autonomía corsa cuando la Isla de Córcega emprendió una intentona autonomista contra la centralista territorialidad gala.

 Dicha confusión terminológica es lo que provoca este estupor cuando un dirigente dice las cosas claras sin dejarse contrariar por quienes pretenden imponer su única verdad. Realidad difuminada en la que los cobardes son moderados hombres de Estado y los valientes radicales traidores a la patria.

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