De izquierda a derecha en la primera fila: Francisco Varea (Edetania Patrimonios), Alejandro Martínez (EFE & ENE), Antonio Aspas (Buy & Hold), Araceli de Frutos (AdFC), Christian Dürr (Ética Patrimonios), Isabel Giménez (FEBF) y Javier Lorenzo (Jlorenzotrading.com). Debajo siguiendo el mismo orden: Javier Navarro (Vinca Capital), Jorge Pérez (Libertas 7), Pilar Lloret (Nao SAM), Juan Miguel Damià (Tressis), Ricardo González (GPM), Sergio Serrano (Gesem) y Víctor Ruiz (Talenta Gestión)
VALÈNCIA. Comienza un 2023 con la vista puesta en las decisiones que adopten los bancos centrales para tratar de rebajar las presiones inflacionistas. Y lo seguirán haciendo a golpe de subidas de tipos de interés y de reducción de balance -más en el caso de la FED americana que el BCE europeo-, aún a costa de conducir inexorablemente a las economías a la recesión.
Pero no solo habrá que estar pendiente de los bancos centrales sino también de la evolución de la guerra en Ucrania, dado que fue el condicionante durante el pasado año de lo que a la postre fue un ejercicio aciago en lo que a la renta variable se refiere, tanto de puertas adentro como de puertas afuera.
En pos de ofrecer una pluralidad de opiniones, nada mejor que conocer las de catorce voces autorizadas como son las de los expertos consultados por este diario, que les ha planteado qué esperan para este ejercicio de las bolsas en general y de la española en particular. A continuación sus respuestas:
Ricardo González, gestor de fondos de la gestora GPM
Para entender lo que puede venir en 2023 antes debemos hacer un repaso a los aspectos clave de 2022, un ejercicio en el que hemos asistido al nacimiento de un nuevo ciclo bajista en los mercados que probablemente pase a la historia como la crisis del shock inflacionario.
Las altas lecturas de inflación causadas por las medidas de estímulo desorbitadas de los bancos centrales durante la pandemia han generado un aumento en los rendimientos de la renta fija y los tipos de interés a una velocidad sin precedentes. Es precisamente ese alto repunte el que ha ocasionado que muchos inversores conservadores, que durante la última década habían acudido a los mercados de riesgo -renta variable entre otros- forzados por el nulo atractivo de la renta fija, hayan iniciado un camino de vuelta a un producto más acorde a su perfil causando inestabilidad en las bolsas.
Al menos para los primeros compases del ejercicio 2023 es probable que esa salida de inversores de la renta variable tenga continuidad en beneficio de los mercados de renta fija, especialmente la de máxima calidad crediticia. Históricamente la renta fija tiende a recuperarse antes que la renta variable y eso es lo que deberíamos ver en los próximos meses.
En lo que respecta al mercado español, debemos esperar que siga el mismo camino que la renta variable global, es decir, no podemos descartar que los últimos coletazos del ciclo bajista todavía estén por llegar y veamos perder al Ibex 35 soportes importantes. Ahora bien, en el momento que llegue dicho entorno hay que mantener la cabeza fría y fijarse en la renta fija. Si la renta fija en los momentos de nerviosismo de las bolsas está recuperando terreno, es probable que lo siguiente en recuperarse sean las bolsas de valores, por lo que en ese momento -no antes- habría que empezar a pescar entre los mercados más destacados en previsión de una futura recuperación.
Francisco Varea, socio director y cofundador de Edetania Patrimonios
Tras un año 2022 para olvidar con caídas generalizadas en prácticamente todos los activos, nos preguntamos si esta situación podría repetirse en 2023. Para intentar dar respuesta habría que analizar qué factores han provocado esta anómala situación para valorar si seguirán presentes -o no- este año.
Para empezar a entender lo sucedido en 2022 debemos remontarnos tanto a la covid-19 como a su finalización. Durante la pandemia todas las cadenas de producción de todo el mundo quedaron completamente paradas; mientras que en el momento en el que la actividad económica empezó a recuperarse hubo un importante shock entre oferta y demanda, ya que la escasez de oferta hizo imposible satisfacer toda la demanda que se generó. Todo ello provocó que los costes se fueran trasladando durante toda la cadena hasta llegar al consumidor final y alcanzar los niveles actuales de inflación. A este proceso, ya de por sí intenso, hubo que añadir el impacto que tuvo sobre los precios energéticos la guerra de Ucrania provocando una tormenta perfecta sobre los precios.
Estos desbocados niveles de inflación obligaron a que la mayoría de bancos centrales de todo el mundo -aunque muy tarde- reaccionaran con intensas subidas de tipos de interés para intentar frenar el consumo. Esto provocará de manera casi inevitable que la mayoría de economías mundiales entren en recesión en los próximos meses.
La lectura positiva es que este gran problema, que ha sido la inflación y las subidas de tipos que ha provocado, ya está muy cerca de su techo -en EE UU ya ha empezado a mejorar-, por lo que el mercado empezará a eliminar este factor de riesgo y centrar toda su atención en la intensidad del enfriamiento económico. Dado que en pocos meses las economías globales habrán entrado en recesión, es muy probable que a partir de la segunda parte del año empiece a descontarse que los bancos centrales se verán obligados a actuar y tomar medidas expansivas, lo que podría ser el catalizador para que el mercado finalice su tendencia bajista y pase a alcista siendo la bolsa estadounidense la que podría tener un mejor comportamiento.
Dada su especial composición sectorial, la bolsa española se podría beneficiar de esas bajadas de tipos por el lado de las utilities así como de un sector bancario que, pese al inevitable aumento de mora, seguirá disfrutando de mayores márgenes entre activo y pasivo; pero en cambio podría quedarse más retrasada que otros bolsas al no tener presencia relevante de compañías del sector tecnológico, que podría ser el que vuelva a liderar la recuperación
Alejandro Martínez, socio director y cofundador de EFE & ENE EAF
Como siempre en estas fechas traemos una predicción infalible sobre lo que harán los mercados españoles e internacionales: fluctuar. En nuestra opinión, enfocar la inversión como una cuestión de predicción no es muy práctico para ganar dinero. Preferimos adaptarnos a la senda que marcan los mercados y ahora las reglas están claras: un mundo más cerrado y más desigual. Esto se traduce para el inversor en pautas muy concretas, y aquí van tres de ellas.
En cuanto a las bolsas en general conviene recordar que en el pasado no ha habido suelo de mercado hasta que no se ha materializado la inevitable recesión. Los mercados se adelantan pero no tanto, y aún no tenemos visibilidad sobre la onda expansiva inflacionista en los resultados de muchos sectores: los tipos suben, las valoraciones se ajustan, el dinero va a los bonos, los salarios suben, el desempleo también... En resumen, no estamos en valoraciones generales muy atractivas, y nos mantenemos firmes en un enfoque adaptativo que profundice en los índices y llegue al nivel sectorial. Como ejemplo tenemos la dispersión entre el sector energético -comportamiento excelente- y el resto de sectores este año.
En cuanto a España, nuestro problema sigue siendo la baja productividad, un problema multifactorial que no tiene fácil solución. El principal síntoma es la falta de grandes empresas, y el resultado es un mercado financiero muy concentrado en sectores que sufrirán en un contexto como el actual. Si ya hablábamos de dispersión en otros mercados, en España es aún más clara: tres de las siete empresas más grandes del Ibex 35 son bancos, mientras sólo Inditex y Amadeus son players globales con sus propios factores competitivos. Hay que seguir pensando en global al invertir, y poner una metodología probada por encima de la familiaridad que nos generen algunas compañías.
Antonio Aspas, socio y cofundador de la gestora Buy & Hold
Las caídas sufridas en los mercados, tanto de acciones como de bonos- han supuesto que en la renta variable las valoraciones sean ahora más razonables -cotizando en su media histórica-; mientras en la renta fija que prácticamente hayan desaparecido los tipos negativos y que las rentabilidades que se pueden obtener en los bonos con grado inversión sean superiores a la inflación esperada a medio plazo.
Pero dicho todo eso hay diversos factores que nos hacen ser optimistas de cara al nuevo ejercicio, que principalmente pasan por tres:
Los factores que pueden hacer que el 2023 sea bajista, por segundo año consecutivo, serían que la inflación -al contrario de lo que esperamos- siguiera siendo elevada, que la subida de tipos de interés provocase una fuerte recesión económica o que la situación en Ucrania empeorara aún más.
Christian Dürr, socio-director de Ética Patrimonios EAF
La inflación y su impacto económico es lo que nos ocupará también en 2023. Es difícil creer que pueda desvanecerse y volver rápidamente a los niveles que buscan los bancos centrales. Lo racional es que pasen bastantes meses hasta que la inflación caiga a los niveles deseados. Además, es muy probable que veamos un mayor impacto negativo del que se ha visto hasta ahora respecto a la demanda global. Junto con la espiral alcista de salarios se postula como principal desafío para las empresas y el crecimiento de sus beneficios en este nuevo año.
Seguimos pensando que algunas economías mundiales permanecerán en la zona de recesión durante unos meses, pero descartamos -al menos por ahora- un escenario de profunda recesión. En cuanto a los mercados financieros su comportamiento durante la primera mitad del año podría estar marcado por inquietudes muy similares a las actuales. La hoja de ruta a seguir lo marcarán, sin duda, las políticas monetarias y su efecto -o no efecto- para el desarrollo económico.
El Ibex 35 se comportó mejor que muchos otros índices de referencia en el último tramo del 2022. De cara a 2023 influirán muchos aspectos y, entre otros, la estabilidad política en los países y la flexibilidad de las empresas para adaptarse a entornos cambiantes. Tal vez Europa y sus bolsas partan con desventaja para este ejercicio, al disponer de mercados laborales menos flexibles donde será más complicado para las empresas absorber el alza de los salarios. En este sentido, pensamos que 2023 será un año de transición en bolsa en general, con un potencial de rentabilidades anuales cercanos al 4-6% y con las bolsas americanas llevando la delantera. En este entorno apostaríamos por empresas de calidad, con modelos de negocio bien establecidos y que retribuyen dividendo estable. Como consecuencia, estamos convencidos de que el enfoque value le dará al inversor mayor motivo de alegría que las demás estrategias.
Pilar Lloret, directora general de la gestora Nao SAM
Pensamos que en 2023 vamos a ver dos momentos muy diferenciados. La primera parte del año va a seguir muy marcada por la inflación ya que, aunque los datos de precios en Estados Unidos están dándonos sorpresas positivas y parece que la FED va a pisar el freno en las subidas, en Europa los mensajes de parte del BCE son más duros. Hay que seguir monitorizando los precios y, además, vamos a tener que lidiar con la posible caída de los resultados de las compañías para los próximos trimestres. Por tanto, esperamos, un primer trimestre del año más volátil donde la clave para protegerse va a estar en la selección de valores.
Partimos este año con más exposición más alta que el pasado año pero tenemos aún un porcentaje importante en sectores defensivos (farmacéuticas y consumo básico), también seguimos apostando por aquellos sectores y compañías que están pudiendo defenderse en un entorno inflacionista (bancos, seguros y reciclaje), así como por compañías con una gran calidad en su estrategia y en su negocio (Inditex, ASML, Sika y SAP); además de por aquellas cotizadas industriales que se van a beneficiar de la necesidad de infraestructura que cumpla con un mayor grado de eficiencia (Legrand, Schneider Electric y Vinci).
Víctor Ruiz, director de Talenta Gestión AV en València
Sin lugar a dudas, la inflación, política monetaria y geopolítica han sido las protagonistas de 2022. El repunte de los precios a nivel global, la vertical subida de tipos por parte de los bancos centrales y la invasión rusa sobre Ucrania han implicado importantes descensos para la mayoría de activos.
En cuanto a la inflación es conveniente separar Estados Unidos de Europa en cuanto a niveles de precios. Posiblemente, la economía estadounidense haya superado ya el pico de inflación. Sólo por el efecto base del cálculo interanual, la inflación allí continuará bajando, aunque los registros mensuales prosigan aumentando. Es de esperar que para el próximo mes de abril los tipos se sitúen ya en el entorno del 5%, mientras que la inflación se encuentre entonces por debajo de ese nivel. Sin embargo, Europa tiene dos problemáticas añadidas: la presión de los costes energéticos, que seguirá dándose mientras dure el conflicto entre Ucrania y Rusia. Y, por otro lado, el difícil papel del BCE al tener que decidir un único tipo de interés para 19 países con realidades y necesidades económicas muy distintas entre sí. Esto puede hacer que la inflación en Europa sea más persistente que en Estados Unidos.
Por otro lado pensamos que a medida que avance 2023 el argumentario del mercado cambiará posiblemente de la inflación a la recesión. Varios indicadores apuntan a que en el corto/medio plazo tanto EE UU como Europa se verán inmersos en escenarios con crecimientos del PIB negativos. La inversión de las curvas de tipos es el mejor indicador para detectar futuras recesiones. En este sentido, actualmente el nivel de inversión de las curvas en Estados Unidos es el mayor desde 1980. Recientemente la curva alemana también se ha invertido, pagando más rentabilidad el bono a 2 años que la referencia a 10 años. Creemos que la magnitud de esta recesión va a ser lo que dictamine la evolución de la renta variable en 2023.
En cuanto a las bolsas, y empezando por la estadounidense, si la inflación continúa contrayéndose, los tipos de interés se frenan en el 5% y la recesión no es especialmente fuerte, podemos esperar un buen comportamiento de la bolsa a partir del segundo semestre de 2023. Las 'small caps' o valores de baja capitalización lo han hecho comparativamente mejor bajo un escenario como el que se presenta. No obstante, las grandes empresas growth del S&P 500 han racionalizado mucho sus múltiplos lo que posibilitaría repuntes en 2023, siempre con el permiso de una recesión leve. En Europa, el panorama es mucho más incierto. A nivel relativo, las empresas del Viejo Continente lo han hecho mejor durante 2022 dada su tipología. Es posible que esto persista durante algunos meses más, dependiendo de la incidencia de la recesión en Europa. Por lo tanto, empresas value europeas y aquellas de sesgo quality y alto dividendo pueden tener un buen performance a comienzos de 2023. En el medio y largo plazo, no seguimos viendo capacidad de que Europa traccione con más fuerza que Estados Unidos.
Y, por último, la bolsa española. Actualmente no contamos con exposición a ella por su concentración sectorial, la capitalización de sus compañías y el riesgo político asociado a España. En cualquier caso, dado el elevado peso del sector financiero dentro del índice recomendaríamos mantenerse cautos. Aunque el margen de interés de los bancos vaya a aumentar, también lo hará la tasa de mora de préstamos e hipotecas. Y esto va a suceder muy posiblemente en un escenario de recesión económica con inflación elevada. Se tendrá que evaluar cuál es el efecto agregado y su repercusión en los beneficios, especialmente de los bancos con elevada exposición del beneficio al territorio nacional.
Javier Navarro, socio de Vinca Capital y asesor del fondo Fundamental Approach
Esperamos un inicio de año 2023 con varias incertidumbres, que se irán despejando a medida que vaya avanzando el ejercicio. Pensamos que ya hemos visto el pico de inflación y que se irá reduciendo durante los próximos doce meses. La aversión al riesgo continuará muy pendientes de los comentarios de los presidentes de la FED y del BCE, las subidas de los tipos de interés y el endurecimiento monetario, que continuarán por un periodo prolongado -aunque no al mismo ritmo que en 2022-, lo que hará que algunas economías entren en recesión.
La misión principal de los bancos centrales es garantizar la estabilidad de precios y dan prioridad a esto aún poniendo en riesgo el crecimiento económico. Pero, ¿se pasarán de frenada? Confiamos que la recesión en esta ocasión no sea muy pronunciada, ya que no existen burbujas de valoración ni en el mercado inmobiliario ni en los mercados de valores. Los índices están bien valorados a los niveles actuales con un S&P 500 con PER 12 meses forward de 17,5 veces y el Euro Stoxx50 de 12,4 veces .
Con estas circunstancias macro económicas en el horizonte, no esperamos una expansión de múltiplos, por lo que la mejora de los mercados será el resultado del incremento de los beneficios por acción de las compañías, que los situamos entre el +5% y el +10%.
Isabel Giménez, directora general Fundación Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF)
A la hora de valorar los riesgos en 2023, los analistas destacan la guerra y el deterioro de las relaciones China-Estados Unidos como las mayores amenazas macroeconómicas. Según el Banco Mundial, la economía global afronta un punto de inflexión en el que las principales economías (EE UU, China y Europa) están desacelerándose rápidamente. La perspectiva se oscurece y lo peor está por llegar.
El elemento diferencial, que puede hacer que la recesión sea más o menos severa y prolongada, será la pericia de los bancos centrales a la hora de instrumentar sus políticas monetarias como el ritmo y el lenguaje. Los factores que determinarán la intensidad de la subida de tipos de interés serán los precios de la energía, los temidos efectos de segunda ronda -si las subidas de salarios provocan más inflación- o las políticas fiscales.
El efecto del endurecimiento de la política monetaria sobre familias y empresas será que dispondrán de un menor acceso al crédito -ya lo han vivido en 2022-, pero si los bancos centrales consiguen reducir la inflación, el golpe sobre la renta disponible será amortiguado.
El consenso de mercado anticipa un primer semestre en 2023 complicado para la renta variable, con caídas considerables en las cotizaciones. Por su parte, de cara a la segunda parte del año anticipa una recuperación de los mercados financieros, impulsada por las expectativas de recuperación en los beneficios empresariales. El panorama de elevada volatilidad obliga a los inversores a diversificar sus carteras, incorporando inversiones alternativas: infraestructuras, capital riesgo o deuda privada. En cuanto a su composición, el protagonismo se centra en Estados Unidos, seguido de Asia (sin China) y países emergentes.
En cuanto a la renta fija, la recuperación de los tipos de interés ha generado oportunidades de inversión, y los inversores han materializado un flight to quality; pero la inflación y la política monetaria restrictiva favorecen el apetito por las emisiones de más corto plazo.
Jorge Pérez, director de Inversiones de Libertas 7
El panorama macroeconómico que tenemos por delante no es el más favorable para la renta variable. Pese a que los últimos datos de inflación invitan a cierto optimismo -y así lo ha recogido el mercado-, todo apunta a que la inflación va a ser más alta y persistente. Cabe esperar que la combinación de elevados precios y mayores costes de financiación, por el tensionamiento de las condiciones monetarias impuestas por los bancos centrales, tenga un impacto negativo directo en términos de menor demanda agregada y crecimiento.
Los bancos centrales se ven ante la encrucijada de necesitar controlar la inflación sin destruir el tejido económico, inflación que posiblemente no derive ya de los cuellos de botella en la cadena de suministro o del sobrecalentamiento de la economía, sino que es de naturaleza en gran medida monetaria, ligado a años de políticas expansivas y cuyo control es más complejo.
Las correcciones experimentadas por los mercados en 2022 han respondido principalmente a recortes en múltiplos de valoración ante un empeoramiento de las condiciones financieras de las empresas y menores expectativas de crecimiento. En 2023, la variable a vigilar serán los beneficios empresariales, que hasta el tercer trimestre de 2022 han presentado una gran resistencia, pero que durante este año pueden ser el catalizador de nuevas correcciones.
El elevado volumen de liquidez que ha inundado los mercados en los últimos años llevando a las bolsas y a valores concretos a cotizar a múltiplos difícilmente justificables tampoco va a estar ahí. Con todo ello, si se producen sorpresas positivas en términos de control de la inflación -o de avances en la resolución de los conflictos geopolíticos existentes-, los mercados recibirán esta información favorablemente.
Respecto a la renta variable, y al igual que en 2022 donde la bolsa europea y americana han acumulado caídas de doble dígito en algunos momentos, sigue siendo posible ganar dinero en bolsa con la buena selección de valores y la gestión activa.
Araceli de Frutos, fundadora de la EAF del mismo nombre
Después de un 2022 complicado el 2023 no será menos y en la primera parte del año asistiremos a una continuación de 2022, que ha sido un año difícil sobre todo para los perfiles más conservadores ya que tanto renta variable como renta fija han registrado rentabilidades negativas de doble dígito. Dentro de esta negatividad el Ibex 35 se ha comportado mejor que el resto de índices de nuestro entorno, algo que no nos tenía acostumbrados. El buen comportamiento se debe a la composición de nuestro índice con un importante peso del sector bancario y la nula exposición al sector tecnológico, sin duda el gran perdedor de 2022. El se ha beneficiado de las subidas de tipos de interés por parte del BCE; mientras que el energético ha sido el gran ganador durante 2022 y ahí Repsol tiene un importante peso en Ibex.
Mirando a 2023, aunque el comienzo será negativo, en la segunda parte del año se espera una recuperación cuando se paralicen las subidas de tipos. Por el momento lo que está claro es que se sigue con la subida de tipos y que la preocupación por la inflación, aún no controlada, se tornará al año que viene en preocupación por el crecimiento. La renta variable seguirá cayendo cuando se conozcan los resultados del cuatro trimestre de 2022 y se vea el recorte de beneficios empresariales, derivado de la menor demanda y mayor coste de financiación y de precios de estos últimos meses. Para este ejercicio se espera una revisión a la baja de los beneficios empresariales, de media un 10% a la baja.
En cuanto al Ibex 35, podría continuar el mejor comportamiento relativo en este inicio de año. No obstante, si el crecimiento económico en la Eurozona se resiente, el sector bancario puede que se vea perjudicado. El mensaje que transmitió Christine Lagarde -en la reunión de diciembre pasado del BCE- no fue nada halagüeño , dado que la agresividad de la política monetaria restrictiva dañaría el crecimiento y con ello los beneficios empresariales y la falta de actividad en el crédito y posible aumento de la mora. Si esto se produjera el Ibex 35 se resentiría.
No obstante, y con este panorama, existen oportunidades en aquellas compañías de calidad que no estén endeudadas, con poder de fijación de precios, con alta rentabilidad por dividendo y sector defensivo. En el mercado español apostamos por valores internacionalizados con alta rentabilidad por dividendo y que se adecuan al actual entorno como son Repsol, Iberdrola, Logista, Merlin Properties o Acerinox
Sergio Serrano, director general de Gesem AV
Desde Gesem somos optimistas de cara a la evolución de los mercados en 2023. Los riesgos de cola -conflicto nuclear, implicación de la OTAN la guerra de Ucrania, desabastecimiento de gas en Europa...- que se han contemplado a lo largo de 2022 y que hundieron los mercados en la primera parte del año parece que se han ido disipando o al menos reduciendo de forma considerable su probabilidad. Aunque el entorno económico vaya a continuar siendo complejo el flujo de noticias que iremos conociendo van a ser buenos. La inflación está dando ya muestra de ir remitiendo; mientras que la economía pensamos que crecerá a un ritmo bajo y en caso de entrar en recesión será leve y más que asumible en los países desarrollados, ya que se parte de unos niveles de empleo muy elevados. Por tanto, aunque sea un escenario a priori no ideal para los mercados -bajo crecimiento e inflación aún elevada-, creemos que es más importante tener en cuenta el punto de partida, lo que hará que el flujo de noticias provoque un sentimiento positivo ya que la tendencia será a una mejoría y no al revés.
En cualquier caso, en este escenario habrá que seguir apostando por sectores con un perfil claramente defensivo y con capacidad de mantener márgenes en un entorno de inflación elevada. Seguiremos apostando por sectores como el de lujo, alimentación y salud. Otro en el que estamos claramente positivos es en el financiero, que tras muchos años de travesía por el desierto con tipos bajos o negativos y sujeto a una fuerte regulación y requerimientos de capital, puede seguir haciéndolo bien como en 2022 por la mejora en sus márgenes de intermediación. Aunque históricamente ha sido un sector muy cíclico y pudiera esperarse una aumento de la morosidad que compensara esa mejora de márgenes, pensamos que esto no será así ya que la ralentización económica será leve donde los elevados niveles de empleo evitarán este aumento de la morosidad; además de que el endeudamiento empresarial y familiar está en niveles bajos y la situación de solvencia de los bancos es elevada.
En el caso de la bolsa española, dado el elevado peso del sector financiero (alrededor del 25%) y su perfil en general conservador (utilities 21%), creemos que volverá a tener un comportamiento por encima de sus homólogos europeos como ha ocurrido este año.
Javier Lorenzo, fundador y director de la escuela de trading Jlorenzotrading.com
Cerramos uno de los años más complicados de la historia en los mercados financieros debido al mal comportamiento de todas las principales clases de activos (renta variable, renta fija y oro) y debido también o otros factores como la inflación elevada, el conflicto entre Rusia y Ucrania y las subidas de tipos muy rápidas y agresivas por parte principalmente de la FED.
Este 2023 parece que estará marcado por una desaceleración económica donde todavía está por ver si entraremos en recesión aunque muchos lo dan por hecho y continuaremos con una inflación alta y unos tipos que podrían subir o bajar algo, pero se mantendrán bastante altos también. Todo apunta a un período de estanflación y atendiendo a las pocas ocasiones en las que se ha dado esta coyuntura en los últimos 50-60 años, parece que las grandes apuestas para el año son el oro, la renta fija gubernamental y dentro de la renta variable nos quedaríamos con sectores defensivos como salud o consumo defensivo. También podríamos incluir el bancario, que podría tener un mejor comportamiento debido a esos tipos de interés que se podrían mantener altos durante todo el año.
Por último, precisamente por lo comentado anteriormente, el Ibex 35 podría hacerlo mejor que muchos otros índices extranjeros gracias a su elevado peso en sector bancario. Bien es cierto que es muy importante ver si todavía nos queda un último impulso bajista dominado por el pánico o si el mercado aguantará los mínimos actuales para ir construyendo poco a poco una nueva tendencia alcista.
Juan Miguel Damià, socio director de Tressis SV
Con los datos macroeconómicos estabilizándose y el consenso esperando una inflación entre el 3% y 5%, seguiremos viendo subidas por parte de los bancos centrales y tipos altos hasta 2024, aunque habrá que ver si la corrección de las principales materias primas ayuda a evitar la recesión en los países desarrollados.
Una vez ajustada la renta variable por la vía de las subidas de tipos, falta ver la evolución de los resultados empresariales -las posibles revisiones a la baja- para identificar el rumbo que tomen los mercados en el año nuevo. Continuaremos viendo volatilidades elevadas, donde esperamos que los sectores defensivos y aquellos con capacidad de fijación de precios sigan teniendo un mejor comportamiento a nivel global. A saber: salud, consumo básico, defensa, lujo, telecomunicaciones y energías renovables.
A nivel geopolítico la lógica nos dice que el conflicto entre Rusia y Ucrania debería ir perdiendo intensidad, pero este tipo de eventos suelen ser bastante aleatorios, por lo que lo mejor es no hacer grandes vaticinios y asumir un escenario prudente.
Respecto al Ibex 35 comentar que es muy poco representativo de nuestro posicionamiento actual, pero hay buenas compañías que han corregido bastante y pueden presentar oportunidades interesantes. En este sentido ahí están los casos de Inditex, Amadeus, Ferrovial, Fluidra, Rovi o Iberdrola. Si planteáramos dos escenarios para nuestro índice: