Comer

La intimidad tiene nombre de barra

Open: lo esencial es invisible a los ojos

Open es una de esas historias que se tardaría horas en contar. Días, quizá. La de dos cocineros, el granadino Alberto Calleiros y el madrileño Javier Prados, que eligieron el camino de la emoción abriendo un proyecto propio a finales de 2017. Y, para más inri, en una zona de Alicante en la que apenas había restaurantes, cerca del Mercado Central. Valientes, pioneros, visionarios. “Cuando alguien nos dijo que el local que habíamos elegido estaba en una calle sin mucho flujo de gente, complicada para el comercio, donde era difícil aparcar y con vistas al edificio de enfrente, dijimos: «Sí, exactamente ese, el que está al lado del mercado». Es que menuda suerte”. Esa es su actitud vital y gastronómica, la de esas personas que siempre ven el vaso medio lleno… aunque haya habido rachas de lo contrario. La fe ciega es uno de sus fuertes. “Vivir como si fuera juego, con ese entusiasmo canalla”, canta María Arnal con Marcel Bagés en “Milagro”.

Open no es un recién llegado a la ciudad, ni mucho menos: ya no tiene el destello de la novedad, pero sí el brillo de lo que permanece. Es una de esas apuestas seguras, uno de esos ineludibles que puedes recomendar a quien quieras sin miedo a equivocarte. Llegó sin hacer mucho ruido mediático, pero se ha ido consolidando con el paso del tiempo, algo poco habitual en este caprichoso y a veces tan injusto mundillo gastronómico. Open podría estar en cualquier ciudad del mundo y funcionaría igual de bien, porque han sabido dar con la tecla adecuada, no sin altas dosis de mística.



Fetiche. 1. m. Ídolo u objeto de culto al que se atribuyen poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos.

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