"No dimitiré mientras crea que soy esencial para unir al tripartito, para que gestionen por Alicante"
"No dimitiré mientras crea que soy esencial para unir al tripartito, para que gestionen por Alicante"
La política ha cambiado, y mucho. El debate está más en las redes sociales que en otros soportes, aunque los debates de verdad se producen en los parlamentos y los plenos de las corporaciones. En otros tiempos, el debate por hacerse con una alcaldía sería un run-run de noticias. Hoy, en el caso de Alicante, las cartas están sobre la mesa, excepto una. Si hay juego subterráneo, los desconocemos. Todo el mundo está pendiente de lo que hará la concejala Nerea Belmonte, ex militante de Podemos; expulsada por el grupo municipal de Guanyar por dar contratos menores a compañeros de su candidatura en la formación morada y ahora, que tiene la potestad y oportunidad de decidir, reclama que su honor sea restituido.
En otros tiempos, el pasado jueves, la romería de Santa Faz hubiera sido un correcalles de consejos, reuniones andantes y consejitos a la oreja. Hoy todo es una incógnita: ni si quiera el voto de Belmonte está disputado. Se ha reunido con la delegación del PSPV-PSOE y lo que va a decidir es la continuidad de la aspirante socialista o no. De su lógica, ese es el dilema. No se desprende de sus palabras o de su actuación que una abstención sea facilitar la llegada del Partido Popular a la Alcaldía; es decir, una traición para la izquierda. No parece entrar en su código, aunque después los hechos la retraten en ese escenario. Belmonte quiere una restitución del honor mancillado, en su momento por el odio de algunos integrantes de la coalición de Guanyar Alacant, por el oportunismo en su día del alcalde, Gabriel Echávarri, que vio en su expulsión un blindaje a su Alcaldía -para bloquear una hipotética moción de censura-, que con el tiempo se ha vuelto en contra de los propios socialistas. Ahora, el voto de Belmonte es más necesario que nunca para ellos.
¿Qué puede hacer Belmonte en el pleno de investidura? Si es coherente, dará un respaldo crítico para que Eva Montesinos sea alcaldesa. De momento, sólo el PSOE le ha prometido la restitución del honor, además, con el aval del informe del secretario municipal que le permite otorgarle un sueldo. Para ello, como se ha contado en Alicante Plaza en reiteradas ocasiones, es necesario reformar el Reglamento de Organización del Pleno (ROP), algo lo que sí hay votos suficientes en los grupos izquierda. Otra cuestión es devolverle el sueldo. Esto sería lo coherente, máxime si se tiene en cuenta la entrevista que ella mismo concedió a este diario.
"No dimitiré mientras crea que soy esencial para unir al tripartito, para que gestionen por Alicante"
Si Belmonte no diera su voto a Montesinos -el popular Luis Barcala será el nuevo alcalde-, sería visto como una traición entre las formaciones de izquierdas. Sin embargo, en su código no se da tal situación: ella considera que los suyos, sobre todo, Podemos y Guanyar, la han maltratado y por lo tanto, sería en parte devolverles el revés que le dieron en los primeros meses de mandato: no olvidemos que Belmonte, que era abogada de la Plataforma de Antidesahucios de Alicante, fue concejala de Vivienda y Bienestar Social hasta que saltó el escándalo -o escandalillo- de los contratos menores a sus amigos.
Ahora bien, la ex de Podemos también tiene la oportunidad de dar una lección. Después de lo que ella considera una humillación, puede dar el voto a Montesinos y sacarle las vergüenzas a todos aquellos que le perdieron el respeto político. Y ese es el dilema, coherencia, traición o lección.
Nos falta saber una incógnita: qué va a hacer o hará el PP de aquí al pleno de investidura. Nadie ha querido reunirse con ellos; han cedido la iniciativa política al PSOE -Guanyar y Compromís, pese a tener el cadáver de Echávarri en el zurrón no se han movido mucho para buscar el voto 15- y lo han jugado todo a dos elementos: posicionar a Fernando Sepulcre para maniatar los movimientos de Ciudadanos y dar rienda suelta al caso de la supuesta financiación del PSPV y sus posibles vinculaciones con el PSOE de ahora. Sólo tienen la declaración de arrepentido que ha tenido que, incluso, matizar sus palabras. ¿Suficiente? Con ello se han conseguido titulares -no en portada, ojo-, pero también se puede hacer el ridículo. Pero cuesta admitir que el PP, herido con los de Cifuentes y crecido por la causa judicial de la financiación de los socialistas y del Bloc, no tenga ninguna bala más en la recámara. Está claro que no van a retransmitir lo que van a hacer o harán, pero que nadie lo dé todo por hecho, ni hacia un lado ni hacia otro, ni sorpresas de última hora. Alicante es una capital de Champions en estos momentos -pese a sus dirigentes- y la Champions da muchos sobresaltos. Coherencia, traición o lección. Esta semana salimos de dudas.