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Las cifras siguen avalando la 'burbuja' de los festivales, siempre en peligro de explotar

23/08/2023 - 

VALÈNCIA. (EFECOM) Los festivales de música siguen al alza y prevén más asistentes y una mayor facturación en 2023, aunque los beneficios finales para los promotores de los eventos podrían no ser tan exuberantes, amenazados por la inflación, la saturación y las críticas a su sostenibilidad.

"2022 fue un año de recuperación para este tipo de eventos y, solo con los primeros meses de este año, 2023 apunta a cifras récord", señala el economista y especialista en el sector musical, Albert Guivernau, a EFE.

La industria de la música en directo facturó en España 459,2 millones de euros en venta de entradas en 2022, muy por encima de los 382,5 millones de 2019, antes de la pandemia, según datos del Anuario de la Música en Directo.

Una parte importante provino de los festivales de música, ya que solo los 10 más concurridos vendieron 2.259.183 entradas en 2022, un número que, según las previsiones del sector, se superará en 2023.

Pese a que, por ejemplo, el Primavera Sound no consiguió agotar localidades para su edición en Barcelona, sí que colgaron el cartel de "sold out" el MadCool, el Arenal Sound y el FIB Benicàssim, además el BBK congregó a más asistentes que en la edición anterior.

"Sin duda, los festivales se han posicionado como un sector al alza", señalan a EFE desde la Asociación de Festivales de Música (FMA).

El aparente crecimiento en el número de asistentes y por ende en la facturación de los festivales no tiene porqué traducirse en un ascenso igual de pronunciado en los beneficios obtenidos por las promotoras.

"La inflación rebaja un poco la euforia del sector y las ganancias no crecerán tanto a causa del incremento de los precios, que ha sido asumido por las propias empresas", afirma Guivernau.

A pesar de este escenario, los pronósticos no apuntan a una contracción de la escena, al menos a corto plazo. Según datos de la Asociación de Promotores Musicales en España, durante este año se celebrarán más de un centenar de festivales, la mayoría en Madrid, Cataluña y Andalucía.

Sin embargo, entre ellos no estarán el Reggaeton Beach Festival ni el DCODE, que no tendrán lugar este año por motivos de seguridad y caída del cartel, respectivamente, mientras que la edición madrileña del Primavera Sound no se celebrará en 2024.

"Existe saturación y la burbuja existente puede explotar", asevera la economista y miembro de la Asociación de Mujeres e Impacto Musical, la valenciana Paula Simó, a EFE.


"La cancelación de un festival de gran envergadura es un hecho dramático para el sector. Muchos profesionales dejan de cobrar, las promotoras pueden llegar a arruinarse, por lo que vale la pena, antes de lanzarse a montar un festival pensar si de verdad es lo que ese territorio necesita. Si los impactos positivos no se quedan en el lugar pero sí los negativos, desde luego no es una buena política de desarrollo", continúa.

Los festivales, ¿motor económico?

Pero, de momento, un buen porcentaje de los festivales engrosará sus bolsillos y los de los negocios que los rodean. "Se estima que generan el doble de impacto económico que el que el generado directamente con la venta de entradas", apunta Guivernau.

La última edición Bilbao BBK Live ha dejado 26,5 millones de euros en la ciudad vasca, según la promotora Last Tour y el Ayuntamiento; al tiempo que el O Son do Camiño 2023 calcula un impacto de más de 20 millones; el Primavera Sound unos 150 millones en Barcelona, y 42 millones cifra la promotora del FIB en Benicàssim,

"Los locales de hostelería están completos, las tiendas de alimentación llenas, panaderías, estancos... Es cierto que no todos ven incrementadas sus ventas más de lo habitual, como el textil o el calzado, pero sí se benefician de la economía circular que genera", confirma a EFE la Asociación de Comerciantes de Viveiro, localidad en la que se lleva a cabo el Resurrection Fest.

Su realización también se nota en el empleo: El BBK creó 3.000 puestos, el FIB, otros 2.300 entre directos e indirectos y el O Son do Camiño, 5.000, también entre directos e indirectos.

La mayoría se centran en labores de logística, montaje, catering, seguridad, iluminación, servicios, sonido o audiovisuales, en muchas ocasiones, bajo contratos precarios.

A pesar de su peso económico, para Simó, los festivales de gran envergadura dañan al tejido cultural de España. "La política turística y musical de las ciudades no se puede basar en los grandes festivales. Grandes fondos de inversión han comprado los principales y han generado oligopolios, que dificultan el trabajo de aquellos que todavía son independientes. No favorecen a la sostenibilidad ni económica ni medioambiental de los territorios que ocupan".

Reclamo turístico internacional

Los festivales se han convertido también en reclamo turístico, tanto a nivel nacional como internacional. Por norma general, el público español supera al internacional, aunque hay eventos, como el Primavera Sound, en los que la mayoría de asistentes proviene de fuera del país. "España es el primer destino del mundo en turismo de festivales musicales, un sector que ha crecido a un ritmo del 70 % anual en los tres últimos años", puntualiza Simó.

El clima cálido y soleado del verano, las buenas conexiones con América, el atractivo cultural de España y los precios competitivos para visitantes de otras latitudes ponen a España en la lista de los principales destinos musicales.

La mayoría de turistas musicales que recalan en España provienen de Alemania, Reino Unido, Italia, Francia y Portugal, aunque también de países de Europa del Este y el continente americano.

"Sería importante que se realizaran campañas de comunicación para ampliar el área de influencia de los festivales españoles, por ejemplo, a los países nórdicos", añade Guivernau.

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