CASTELLÓ. La voz, la música y la elegancia de Christina Rosenvinge está de gira. La cantante presenta Los versos sáficos, un álbum donde recoge las canciones compuestas para el proyecto teatral Safo y que sube al escenario por primera vez en formato dúo. Según afirma, la escritora clásica fue la primera estrella pop de la antigüedad y, para demostrarlo, desgranará algunos de sus versos con los que ha jugado libremente sobre distintos géneros de pop para componer los temas de este último disco.
— Presentas Los versos sáficos, que no es precisamente un espectáculo al uso. ¿Puedes explicar en qué consiste?
— Es en formato dúo, que es la mejor manera de ver el trabajo que he realizado a la hora de adaptar los versos de Safo a la música. Se trata de una idea que preparé inicialmente para una obra de teatro y donde estas canciones eran parte de ese espectáculo, aunque también había música instrumental. En esa representación cantábamos todas las intérpretes que subíamos a escena y que formábamos parte de la obra. Cuando acabó, yo me quedé con ganas de grabar el disco, y así lo hice nada más finalizar la gira teatral, pero es que me quedé a su vez con las ganas de que la gente tuviera la oportunidad de oír las canciones con más atención. Porque al fin y al cabo de lo que se trataba era de resaltar la poesía de Safo, que con todo lo importante que es su persona, por supuesto es la poesía la verdadera causa de que siga siendo tan famosa a día de hoy. Así pensé que había que llevar esos textos a un formato que, en cierto modo, es el más fiel a su original, porque lo suyo no era poesía escrita sino que eran versos cantados. Y con todo acercamos su obra a un público que habitualmente no lee poesía.
— Entonces, ¿el origen de Los versos sáficos es el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida del año 2022?
— Si. El origen es la obra de teatro del festival que se presentamos ese año, pero ha cambiado muchísimo desde entonces. Se han añadido canciones nuevas y hay temas que ahora interpreto yo con otros arreglos. Ten en cuenta también que la obra de teatro tampoco viajó tanto.
Al final de lo que se trataba era de resaltar la poesía de Safo, con todo lo importante que es su persona y su poesía
— ¿Cómo es el camino hasta poner música no ya a letras que han escrito otras personas sino a los poemas de Safo?
— Ha sido muy divertido. No es el primer trabajo de estas características que hago. Ya adapté en su día a otro clásico, Ovidio, que tiene el mito de narciso en su Metamorfosis. Ese texto lo adapté a canción y el resultado fue Canción del eco. Este caso ha sido distinto porque los de Safo son poemas más concisos. Este ha sido un trabajo muy bonito. Como sabes, la poesía de Safo está muy incompleta. Tenía una obra muy extensa pero no se ha conservado. Lo que nos ha llegado está además muy troceado. Solo tenemos de ella un poema completo, que es Himno a Afrodita, y lo he adaptado conservando incluso la estrofa sáfica, es decir, los endecasílabos de la estrofa sáfica. Ha sido un trabajo precioso de llevar a cabo. Y con el resto de temas he hecho una especie de patchwork, si se me permite la palabra. Al no haber poemas completos he unido fragmentos y estrofas sueltas en canciones, con lo que he unido letras que originariamente supongo que no iban juntas.
— Se conserva poco del conjunto de la obra de Safo y encima ha sido mal traducida y mal entendida. ¿Hemos sido justos con la poeta griega?
— El caso de Safo es único porque una vez que muere se convierte en un personaje de ficción que aparece en obras de teatro de la época de los romanos y luego como personaje recurrente en la pintura a lo largo de los siglos. En todos museos y en las pinacotecas donde hay pintura clásica te encuentras con un retrato de Safo o bien el de una mujer que imita a Safo con túnica y lira Es un personaje recurrente, pero no diría que haya sido un personaje olvidado, mas bien señalaría que según cada época ha sido interpretado de una forma u otra. Increíblemente, en algunos momentos se ha olvidado su homosexualidad y eso que es la persona que le da nombre (nació en la isla de Lesbos) y en ciertas épocas se ha ignorado, se han buscado otras explicaciones o incluso se ha hablado de ella como musa y no como creadora, pero lo cierto es que es una de las grandes maestras de las poesías de los clásicos.
En el siglo XX ha tenido un renacer brutal y se ha convertido en una poeta que influye muchísimo a las vanguardias y en España en concreto, con respecto a lo que comentas de las traducciones, hay que apuntar que hemos tenido unas cuantas y bien distintas. Yo no habló griego eólico y he hecho mi trabajo dependiendo de las traducciones. Para mi la más importante y la que creo que más perdurará es la de Aurora Luque, pero contamos también con la de Goytisolo, por citar otra. Yo trabajé con cuatro o cinco traducciones, porque eso me permitía más libertad a la hora de encajar los versos en canciones.
— Comentabas que sus versos se cantaban. ¿Safo es anterior a la poesía escrita?
— Exactamente. Es anterior a la poesía escrita. Lo que ella hacía era poesía oral que se recordaba en base a la repetición. No estaba fijada todavía en ninguna forma escrita que se sepa y se transmitía, por tanto, oralmente. Su poesía se representaba cantada con una lira. De hecho, es la inventora del plectro, que es la púa de la guitarra, y yo creo que lo inventó para que su lira produjera más volumen. Safo ya tenía por entonces mucho éxito. Iba mucha gente a verla y esa fue parte de la razón por la cual su fama se extendió tanto a lo largo de los siglos.
Los clásicos son mucho más cercanos de lo que nos creemos
— Menuda tarea de valientes la de subir a un escenario a día de hoy a la poeta griega...
— Pero es que los clásicos son mucho más cercanos de lo que nos creemos. Por eso mismo, de hecho, son clásicos. Me pasó una cosa muy bonita con el poema Afrodita Cuando hice la adaptación de este poema, una de las personas que tocaba en la banda dio por hecho que era una letra que había escrito yo. Le sonaba a modernísimo. Me dijo que lo que había escrito era potente porque, entre otras cosas, recogía el espíritu increíblemente bien. Y no paraba de decirme que ese tema que había escrito era buenísimo, y le tuve que convencer de que la letra era de Safo, que era la poeta griega la que había escrito ese texto y no yo. Y eso es porque Safo es muy cercana y su poesía se entiende a la primera. No es nada hermética ni adornada. Es muy directa.
— Llevas meses triunfando con este disco, ¿pero no te dio vértigo cuando decidiste dar los primeros pasos y desconocías la buena acogida que iba a tener el proyecto?
— Ten en cuenta que todos los cantautores, o mejor dicho, aquellos cantautores que a mi me gustan y que me han marcado, han tenido su momento en el que han adaptado a un poeta. Lo ha hecho Leonard Cohen con Federico García Lorca, lo ha hecho Serrat con Machado, lo ha hecho Paco Ibáñez con Goytisolo, y lo ha hecho Rufus Wainwright con Shakespeare. Es algo casi tradicional.
— Pero Safo… es duro.
— Es que no es tan duro como parece, esa es la verdadera cuestión. Lo que Safo escribe son poemas de amor no correspondido. ¿Qué hay más pop que eso? La mitad de las canciones que suenan en la radio ahora mismo tratan precisamente de ese tema. Ella es la primera en la historia que empieza a escribir sobre eso. Realmente es una cantante pop.
— Hace unos meses en un medio de comunicación de Cataluña te describieron como la hija pop de la poeta Safo. ¿Te reconoces?
— Si. Jajaja. Es que yo considero que Safo es la primera de la estirpe a la que pertenece Bob Dylan y Rosalía. Sí, sí. Así es. Son gente con una guitarra o con lo que sea escribiendo canciones de amor en primera persona. Ella es la primera que hace eso en el mundo clásico.