REFLEXIONANDO EN FRÍO   / OPINIÓN

Cataluña no es tan importante

2/01/2024 - 

Los que hemos recibido una estricta educación religiosa, tuvimos en nuestra tierna infancia que liberarnos de las ataduras de un puritanismo que nos reprimía los instintos más básicos. Cuando al confesar a un sacerdote los pecados de la carne, el cura siempre te decía que había otros nueve mandamientos y que debíamos poner el mismo decoro en ellos que en el sexto. Nuestros gobernantes están obsesionados con Cataluña y todo lo que representa, de la misma forma que mi yo de hace algunos años se flagelaba al ser tentado por el árbol de la seducción pasando por alto el bosque de las tribulaciones, los poderes sistémicos están enfrascados en la región catalana sin prestar la más mínima atención a las otras dieciséis.

Ese dominio del relato copando la opinión pública ha convertido a Carles Puigdemont en uno de los personajes del año 2023. Desde el circo político a los medios de comunicación, durante el segundo semestre del año ha habido la sensación de que todo giraba en torno a Waterloo y al expresident catalán. Hemos conocido su agenda en todo momento, con quién quedaba, a dónde iba, qué hacía… Todo el mundo estaba pendiente de él, los focos estaban a su merced, ha disfrutado de una segunda vida cuando su cadáver político yacía a miles de kilómetros de España; hasta los catalanistas estaban ya levantando nuevos tótems a los que adorar. Mientras que la mayoría de dirigentes pasan sin pena ni gloria al abandonar el cargo (dentro de un año casi nadie se acordará de Ximo Puig), Carles Puigdemont y su causa catalana se han perpetuado calando en la conciencia colectiva de todos los españoles. Cuando el Partido Popular llevó al parlamento europeo el debate sobre la amnistía a los secesionistas por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, el independentismo se vanagloriaba de haber conseguido internacionalizar el conflicto; ahí estaban, brindando con cava mientras la derecha creía haber dado un golpe de gracia al rupturismo.

El asunto catalán ha copado las portadas de los periódicos y los debates dejando en el ostracismo de la ignorancia al resto de regiones. Mientras se habla de Cataluña se deja de hablar de la infrafinanciación valenciana, esa por la que Carlos Mazón no deja de protestar hasta la saciedad. La causa independentista y lo que supone para España ensombrecen el resto de motivaciones periféricas. Los temas que nos preocupan a los valencianos ejercen como centro de gravedad de nuestro sistema planetario. Nos creemos que la importancia que le damos a nuestros asuntos es la misma que le dan desde Madrid o el resto de España, sin embargo, la realidad es que no somos más que una galaxia de las muchas que conforman el universo autonómico; ahora el objetivo es explorar la Via Laietana de Barcelona. En las estructuras nacionales de los partidos presumen de tener un proyecto para Cataluña, un encaje del antiguo ducado en la nación. El resto no sabemos qué planes tienen para nosotros, qué pinta la Comunidad Valenciana en su croquis mental. No somos más que figurantes de una obra, que hasta en sus ediciones en blanco y negro, ha tenido acento catalán. Todo el mundo sabe quién es Carles Puigdemont y nadie fuera de nuestros fueros sabría reconocer a Carlos Mazón, de cuyo discurso de fin de año no se ha hecho eco ningún informativo nacional.

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