CASTELLÓ. Se dice que los árboles nunca mueren, que su energía no desaparece, se transforma, e incluso reducidos a ceniza cumplen una función básica para el bienestar del planeta. En el futuro distópico que Pablo Tàrrega Galmés ha inventado, unos seres mitad planta, mitad animal, llegarán a la Tierra para salvar a los humanos de su destrucción. No imagina el castellonense otro héroe mejor. Quizás porque después de diez años esculpiendo madera, ha descubierto algo de ellos que el resto no sabemos. "Además de que los árboles se comunican entre ellos por las raíces, se sabe que cuando un árbol muere todo lo que le sobra se lo da a los otros. Aunque hay partes más exageradas en mi relato, he intentado que todo estuviera basado en evidencias científicas", explica el escultor.
En Simbiosi, Pablo Tàrrega trata de transmitir mediante palabras todos estos conocimientos, pero además ha preparado una exposición donde algunos de sus protagonistas 'se han salido' del libro. Hasta el 28 de septiembre, pueden encontrarse en el Museo de Etnología de Castelló 25 esculturas de madera en las que el artesano estuvo dos años y medio trabajando.
"No estamos cuidando de los árboles como deberíamos hacerlo y el planeta, en general, nos avisa de que lo estamos haciendo mal", manifiesta Tàrrega, quien añade: "Cuando trabajas la madera te das cuenta del árbol que ha sido. Es lo que me gustaría que la gente viera. Esto no es un trozo de madera y ya está, antes fue un ser vivo".
El castellonense elabora cada una de sus piezas con troncos que le dejan. En este caso, los árboles que han echado raíces en Castelló vivían antes en Manzanera, un pequeño pueblo de Teruel. Pero también aprovecha los retos que no pueden utilizarse para construir instrumentos de cuerda.