CASTELLÓ. Este domingo llegó a Castelló Carlos Hipólito. Son muchos los adjetivos que encajan con este actor: reputado, imprescindible, veterano, premiado, versátil, influyente, polifacético… Es uno de los grandes del teatro en España y no hay más que echar un vistazo a su apabullante currículum para corroborarlo. Al escenario del Teatre Principal sube para interpretar Burro, un monólogo tragicómico con música en directo escrito por Álvaro Tato y dirigido por Yayo Cáceres (Ay Teatro) y que está inspirado en las obras maestras de la historia de la literatura universal que giran en torno al asno.
Por si algún palo le faltaba por tocar, Hipólito se pone en la piel de este animal para presentar una antología que, lejos de ser farragosa para el espectador, se resuelve de manera ágil simultaneando los momentos cómicos con los dramáticos sin olvidar la ternura o la ironía. Como él mismo reconoce, "este es uno de los textos más hermosos de mi carrera". Con Burro arranca la temporada en el Principal y junto al actor madrileño estarán en el coliseo de la plaza de la Paz el guitarrista Manuel Lavandera y los intérpretes Fran García e Iballa Rodríguez, que con sus personajes, voces e instrumentos completan y realzan las atmósferas de las escenas y las canciones originales.
-¿Está en Burro el vínculo entre la literatura y el teatro más estrecho que nunca?
-En parte sí, porque como texto teatral se nutre de algunos fragmentos de obras maestras de la literatura universal que tienen al burro como protagonista. Es un texto que está trufado de grandes fragmentos de obras literarias. En ese sentido sí, tiene mucho que ver.
-¿Lo más moderno que recitas en esta función es Juan Ramón Jiménez?
-Si. Tocamos hasta el siglo XXI, pero si nos atenemos estrictamente a las obras se llega hasta el XX con Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez.
-La obra hace un recorrido por la historia de la humanidad desde la perspectiva de un animal, que eres tú...
-Exacto. La dramaturgia de Burro es muy sencilla. Cuenta la historia de un burro atado a una estaca que está en una finca abandonada mientras ve que un incendio forestal se está acercando al lugar donde se encuentra. Este burro, asustado, empieza a hablar con su sombra y le cuenta la historia de su vida, y ahí descubrimos que tiene 6.000 años y que lleva en el planeta desde tiempos remotos acompañando a los humanos toda su vida. Nos damos cuenta enseguida de que su historia es, inevitablemente, la historia de la humanidad pero vista a través de sus ojos, que son los ojos de un burro, claro.
-Ante todo estaba el deseo de trabajar con Álvaro Tato y Yayo Cáceres, de Ay Teatro. Hacía tiempo que quería preparar algún proyecto con ellos y era un deseo recíproco. Eso por un lado. Pero luego, cuando la propuesta concreta de Burro apareció, pensé de inmediato que era una idea original y muy bonita. Desde el primer momento me interesó, pero cuando me llegó el texto y lo pude leer decidí enseguida que quería hacerlo sin ninguna duda. Es un escrito que me enamoró en el mismo momento que lo leí; es muy bonito, insisto. Tato es un gran dramaturgo pero también es poeta. De hecho, tiene publicados varios poemarios y su prosa es de una gran belleza, de una plasticidad enorme. No solo me pareció una idea originalísima sino que enseguida vi que la manera de desarrollarla era brillante.
-Desde que estrenaste Burro te has referido a esta obra como el texto más hermoso de cuantos has tenido entre manos. ¿Es un buena manera para animar al público de Castelló a que vaya el domingo al teatro, no?
-A ver, estoy refiriéndome a los textos nuevos, a los que he tenido ocasión de estrenar. Quedan a un lado, obviamente, textos que he trabajado en el escenario de Shakespeare, Calderón de la Barca o de otros grandísimos autores. Afortunadamente, a lo largo de mi carrera he tenido la suerte de subir a escena muchos textos originales de estreno y si nos centramos en esos trabajos sí que puedo afirmar que este es uno de los más bonitos que me ha tocado interpretar. Es que es hermosísimo. Lo que cuenta, cómo lo cuenta, el sentido que tiene y el mensaje que transmite me parece fabuloso.
-Sabemos que eres un actor versátil, pero aún así, ¿cómo consigues meterte en el papel del burro?
-Se consigue sin problema porque el personaje está escrito maravillosamente bien. Tanto es así que tienes mucha parte del trabajo hecho y, al final, lo único que te queda es aprender el papel, abrir la boca y decir esas palabras. El texto en sí es hermoso y ha construido un personaje que tiene unas características muy concretas y muy claras. Es un personaje muy divertido, irónico, listo y con mucha vitalidad. Ten en cuenta que es un burro que se conoce toda la literatura que se ha escrito sobre ellos, eso es una cosa estupenda. Este asno esta creado sobre el papel de tal manera que se convierte en un personaje muy atractivo y muy creíble. El hecho de que sea un animal y no un ser humano requiere cierta complejidad, pero se ha intentado que no sea una imitación del burro y sí una alegoría. Así intentamos, con movimientos, sonidos o gestos, evocar la esencia y la figura del burro. Este asno, de todas maneras, es muy humano en el sentido de que cuenta con unos sentimientos muy parecidos a los nuestros y por eso solo he tenido que ponerme al servicio del texto.
El personaje es muy bonito, pero al hilo del relato que va contando van apareciendo otros muchos papeles que yo mismo interpreto, de tal modo que acabo subiendo a escena 14 personajes diferentes que a veces se manifiestan simplemente con un cambio gestual mínimo o un cambio de voz. Todo eso, que es un reto desde el punto de vista interpretativo, también es un placer porque es muy divertido.
-¿No temes que el público piense que va a encontrar demasiado denso este planteamiento de cantares y coplas clásicas con el burro como protagonista?
-No hay que tener nunca miedo a que el espectador se asuste. Una de las razones por las que yo tenía muchas ganas ilusión y deseo de trabajar con Álvaro Tato, Yayo Cáceres y Emilia Yagüe es porque algo de lo que ellos hacen me atraía especialmente. Y eso que a mi tanto me llamaba la atención es que consiguen elaborar unos textos con una gran altura literaria y enormemente divertidos. Son asequibles y asumibles por todo tipo de públicos al tiempo que con nivel literario. Y con Burro se alcanza precisamente eso. Llevamos un año de gira y hemos podido comprobar que la gente se lo pasa muy bien. Hay momentos en los que notas que el público encuentra muy divertido lo que está viendo, otros momentos son más emotivos… Se ha conseguido que esa altura literaria de la que hablamos no sea sinónimo de espectáculo sesudo, denso o pesado. Sucede justo al revés, le da una ligereza y un vuelo enorme.
-¿La función que traéis a Castelló es la misma que estrenasteis en el teatro Reina Victoria de Madrid?
-Si si. El espectáculo es exactamente igual en todos los lugares: Madrid, Barcelona, València, Ponferrada o Castelló. Nosotros representamos la obra de manera idéntica en todas partes. Contamos con tres músicos en directo, dos de ellos son actores e intervienen conmigo en algunos momentos, y durante el resto de la función se encargan de la música que suena en directo. Me parecería una falta de respeto hacia el público de aquí que no fuera así. Durante la gira se puede ver Burro de la misma manera que el día del estreno.
-¿Eso significa que te vamos a volver a ver cantar?
-Totalmente. A mi me gusta mucho cantar. Siempre que me dejan aprovecho y canto.
-Lo pudimos comprobar en Follies…
-Fue un privilegio trabajar con Mario Gas, con ese gran reparto, cantantes y bailarines.
-Acumulas ya muchas visitas a Castelló...
-Muchas. Y la última fue hace muy poco con El proceso, de Franz Kafka. Si, he estado muchas veces en Castelló. Ten en cuenta que llevo 45 años haciendo giras y he pasado ya por casi todos los sitios bastantes veces.